La desaparición de la artista uigur Sanubar Tursun pone de relieve una verdad impactante: la palabra que empieza con “G” es una realidad.
por Paul Crespo
Sanubar Tursun, una música uigur de fama internacional ha desaparecido en China. Tenía influencia considerable en el sur rural de la Región Autónoma de Sinkiang que se sitúa a lo largo del camino estratégico de la nueva Ruta de la Seda de China (Iniciativa de la Franja y la Ruta).
De acuerdo con La Libre Belgique, se esperaba que se presentara en Rennes, Angers y Nantes, en Francia, en febrero de 2019, pero se cancelaron sus presentaciones en noviembre de 2018 cuando aparentemente su viaje fue restringido por las autoridades chinas. Fuentes cercanas a la artista reportaron que fue arrestada, enjuiciada y sentenciada a cinco años de prisión. No obstante, las autoridades chinas se han negado a confirmar su paradero.
Para los uigures, las canciones de Sanubar expresaban sentimientos que no podían decirse abiertamente, pero también ella era prudente y tenía cuidado al seleccionar las letras de sus canciones, tratando de no traspasar los límites establecidos por las autoridades. Sus conciertos atraían audiencias de miles personas y su popularidad preocupaba a las autoridades chinas.
Sanubar Tursun no es la primera ni la última artista que corre esta suerte en China. En meses recientes el Partido Comunista Chino (PCCh) ha llevado a cabo arrestos masivos de intelectuales y artistas uigures a lo largo de las áreas noroccidentales de China. Otros artistas que se ha confirmado que también han sido arrestados incluyen al famoso comediante Adil Mijit, la estrella pop Rashida Dawut, la prometedora joven cantante Zahirshah, quien alcanzó la fama a través del programa de televisión Voice of the Silk Road, y la cantante folclórica Peride Mamut cuyas canciones de Kasgar fueron populares durante la época posterior a la Revolución Cultural en la década de 1980.
Los arrestos de intelectuales uigures se extienden más allá de los artistas e incluyen a académicos seculares establecidos y a miembros del Partido Comunista y sus instituciones oficiales. El presidente de la Universidad de Sinkiang, Tashpolat Tiyip, un especialista en tierras áridas, “desapareció” en el aeropuerto de Pekín en mayo de 2017. Le Monde reportó que viajaba a Alemania con un grupo de estudiantes para una conferencia. Tiyip tiene un doctorado por parte de la Universidad de Ciencias de Tokio y fungió como presidente de la universidad desde 2010; es doctor honorario de la Ecole Pratique des Hautes Etudes (EPHE) en Francia.
No se supo nada de su condición sino hasta que la estación estadounidense Radio Free Asia (RFA) informó posteriormente en el mes de octubre que fue visto en una película de adoctrinamiento hecha por la policía, junto con otros cinco uigures encarcelados por “separatismo”. Aparentemente, la sentencia de muerte de Tiyip fue conmutada por cadena perpetua después de dos años de buena conducta, una práctica común en China.
Le Monde reportó además que el expresidente del Hospital Universitario de Sinkiang, Halmurat Ghopur, también fue arrestado y encarcelado por tener una “doble cara” y por “alimentar los pensamientos separatistas”. De acuerdo con Dilnur Reyhan, un investigador uigur francés del Instituto Nacional de Idiomas y Civilizaciones Orientales, “el señor Ghopur cursó todos sus estudios en mandarín, lo cual generalmente es visto con malos ojos por los uigures. [Las autoridades chinas] están atacando a las élites, a los rectores y a presidentes de universidades que están a favor del Gobierno, quienes han estado sirviendo al Partido…”.
Reyhan, especialista en identidad y nacionalismo en la diáspora uigur, añadió que “Arrestan a cualquiera que podría resultar útil en una recusación, incluso dentro del sistema. Esto confirma que China no está yendo tanto tras uigures supuestamente radicalizados, sino que está reprimiendo la identidad étnica. El islam no es la primera o la única marca distintiva de la identidad uigur”.
Rachel Harris, profesora de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres, ha llamado a esta represión que tiene como blanco a los líderes culturales e intelectuales, artistas, académicos y escritores, un “genocidio cultural”, una cuestión que académicos internacionales han comenzado a plantear todavía más en relación con muchos grupos.
Como se publicó previamente en Bitter Winter, las autoridades chinas también han creado campos de concentración para uigures, el sistema jiaoyu zhuanhua, que normalmente se traduce como campamentos de transformación por medio de educación, aunque, de hecho, zhuanhua significa “conversión”. De acuerdo con propaganda estatal china, estos campamentos aparentemente existen para “contrarrestar el extremismo islámico”, pero, en realidad, estos severos campos de detención y adoctrinamiento es donde son torturadas las víctimas que se resisten a la “desprogramación” forzada de su fe religiosa, en algunos casos, hasta la muerte. Estos campamentos tienen como objetivo imponer por la fuerza el idioma y la cultura chinos a los uigures y a otras minorías étnicas.
El endulzado nombre “transformación por medio de educación” es intencionadamente engañoso. Estos campamentos no son escuelas, son prisiones. Los internos deben trabajar y, además de ser adoctrinados continuamente, la “educación” puede ser brutal. El académico alemán Adrian Zenz, un respetado experto en este tema, informa que “varios detenidos han muerto y otros han sufrido colapsos mentales como resultado de, parece, las inhumanas condiciones de vida en estos centros”. Zenz calcula que hay un millón de uigures detenidos en estos campamentos en Sinkiang, y llama a esto “la campaña más intensa de reingeniería social coercitiva [en China] desde el final de la Revolución Cultural”
La represión en contra de los uigures no se limita a estos campos de internamiento. Fuera de los campamentos, a los uigures también se les exige que asistan a reuniones políticas y a clases de chino. El Estado ha confiscado los pasaportes chinos de los uigures y restringido sus contactos en el extranjero. Incluso se requiere permiso especial por parte de las autoridades chinas para que una persona deje su pueblo natal. Las restricciones religiosas son tan estrictas que el Gobierno ha proscrito el islam de manera eficaz.
Las desapariciones y arrestos de estos famosos íconos culturales uigures en China demuestran que ningún uigur está a salvo de estos campos de concentración sin importar si son grandes celebridades o tienen mucha popularidad. También muestra que el nivel de represión dentro de la región de Sinkiang es tan extremo que ahí no puede expresarse ni una pizca de disensión, ni siquiera por parte de los miembros leales del Partido Comunista.