No solo los detenidos sufren. Los padres ancianos y los niños pequeños también se quedan solos. Esta es la historia de una abuela que lucha por proteger a su familia.
Un millón de musulmanes están siendo detenidos por el Partido Comunista Chino (PCCh) en campamentos de transformación por medio de educación, dejando atrás familias desesperadas y desconsoladas. La difícil situación de una anciana de etnia hui en Sinkiang ilustra el sufrimiento experimentado por muchos.
«¡Eres una mala abuela!», afirmó el niño. “La abuela es una mentirosa. Dijiste que podría ver a mi padre. ¿Por qué no nos dejas ver a nuestro padre?».
Sin poder hacer nada al respecto, la abuela respondió: «No soy yo quien no quiere que lo vean. Si yo estuviera a cargo, permitiría que su padre volviera a casa».
Esta conversación con sus nietos es lo que la anciana hui más recuerda sobre el viaje que realizó unos meses atrás para visitar a su hijo confinado en un campamento de transformación por medio de educación. La misma le relata la historia a Bitter Winter dentro de su frío hogar, donde la estufa no ha sido encendida.
La anciana había ido al campamento para llevarle algo de ropa a su hijo. Llevó a sus dos nietos para que vieran a su padre, pero el personal no permitió que los niños ingresaran al lugar. Luego de reunirse brevemente con su hijo y solo poder intercambiar unas pocas palabras, el personal le ordenó que se retirara. Después de salir, caminó por las calles junto a los niños. Al no haber podido ver a su padre, los niños lloraron y se quejaron afirmando que su abuela no había cumplido su promesa.
En abril del año pasado, el padre de los niños fue convocado a la estación de policía por el «delito» de haber ingresado a una mezquita y haber rezado. Fue detenido en una «clase de estudio» local y no ha regresado a su hogar desde entonces. Su esposa le había pedido el divorcio y lo había abandonado antes de ser arrestado, por lo cual luego de ello, no había nadie que pudiera hacerse cargo de sus dos hijos. Actualmente, la abuela y los niños dependen unos de otros para poder sobrevivir.
La anciana contenía las lágrimas mientras continuaba relatando su historia. «Extraño a mi hijo a diario. Lo extraño tanto que casi me estoy volviendo loca. Siento mucha pena por él. Cada vez que pienso en él, comienzo a llorar. Cuando vi a mi hijo en la clase de estudio, no lloré. Me sentí muy triste, pero tuve que simular una sonrisa. Si hubiera llorado, hubiera hecho sentir nervioso a mi hijo, y los supervisores habrían extendido su período [de detención]”.
Luego, el nieto menor intervino diciendo: «La última vez que vi a mi padre, se veía muy delgado».
Con una mayor vigilancia, producto de su sufrimiento, la mujer aconsejó al nieto diciendo: “Si está delgado, que así sea. No digas nada más. Si vuelves a decir tonterías, la policía te arrestará”.
La abuela sufrió accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos, por lo que no puede trabajar ni ganar dinero. Luego de que su hijo fuera arrestado, la fuente de ingresos de la familia desapareció. Sus ahorros están casi agotados. Ella no sabe cómo se las arreglarán en el futuro.
“En cuanto a nuestra vida actual, tenemos que vivir un día a la vez. Por lo general, mis nietos y yo apenas tenemos lo suficiente para comer. Hace unos días, el carnicero nos dio algunas cabezas, colas e hígados de pollo. Preparé la comida y se la di a los niños para aliviar su hambre», continuó diciendo la anciana. “Ambos niños deben asistir a la escuela. Su maestro vino y pidió 250 yuanes (alrededor de 37 dólares) para la matrícula y los uniformes escolares. Pero yo no contaba con ese dinero. Estoy enferma y necesito tomar medicamentos para poder sobrevivir. Tendremos que deber [el dinero de la matrícula] por ahora. Estoy preocupada a causa de mi enfermedad. Si me sintiera mejor, podría ir a mendigar dinero y comida…” afirmó, comenzando a llorar de nuevo.
Al cabo de un rato, la anciana dijo: “Por ahora, solo tenemos que ingeniárnoslas. Toda la ropa que estoy usando la compró mi hijo cuando estaba en casa. Ahora que se ha ido [ha sido arrestado], ¿quién cuidará de mí? Incluso si muriera, a nadie le importaría».
Luego de que su hijo fuera arrestado, la mujer fue convocada a la oficina del Gobierno del poblado, donde le dijeron que el Gobierno sería indulgente con su hijo. Pero eso fue hace nueve meses, y todavía no le han dicho cuándo volverá a su hogar.
La mujer reveló que cada persona que asiste a una «clase de estudio» para visitar a sus familiares debe pasar por varias puertas de seguridad y debe seguir una línea roja (pintada en el piso dentro del campamento para guiar a los visitantes). Algunos ancianos a los que no se les permitió ingresar al campamento para poder visitar a sus hijos se quedaron afuera llorando.
«¿Por qué el Partido Comunista es tan siniestro ahora?», preguntó la mujer. “Dicen que están perfeccionando China. Pero están persiguiendo tanto a la gente común que ni siquiera deseamos seguir viviendo».
Al final de la entrevista, uno de los nietos dijo mientras sostenía dos gatitos: “cuando estamos en casa podemos hacerle compañía a nuestra abuela. Si vamos a la escuela, mi abuela estará sola y no tendrá quien la cuide. Solo estos dos gatos le harán compañía”.
La anciana miró a sus nietos con cariño y dijo: «Tengo que estar de buen ánimo ahora. Debo hacerme cargo de los niños y aún debo cuidar de mí misma».
Informado por Chang Xin