El senador Marco Rubio, copresidente de la Comisión Ejecutiva del Congreso de Estados Unidos sobre China, está presionando al Comité Olímpico Internacional solicitándole que se le retiren a la ciudad de Pekín los derechos de organización de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022. Rubio argumenta que las crasas violaciones a los derechos humanos en China, particularmente en el ámbito de la libertad religiosa, son incompatibles con el espíritu olímpico.
por Massimo Introvigne
El 8 de febrero, Foreign Policy publicó un extenso artículo acerca de los efectos sobre la situación de derechos humanos en China de los Juegos Olímpicos de Verano de 2008 en Pekín, con el provocativo título “Los Olímpicos de Pekín prepararon el camino para los campamentos de Sinkiang”. El artículo argumenta que el hecho de que Occidente no boicoteara los Olímpicos de 2008 fue un mensaje para el Partido Comunista Chino (PCCh) de que podía “salirse con la suya en todo” y continuar con sus políticas represoras sin que existiera ninguna reacción seria por parte de los Estados Unidos y otros países. Foreign Policy también se burla de los académicos occidentales “ridículos” que, en 2008, predijeron que los Olímpicos llevarían a aperturas y liberalizaciones en China. De hecho, lo que ocurrió fue lo opuesto.
Los Olímpicos de 2008 en Pekín han sido estudiados por diversos politólogos. Ha surgido un consenso de que el PCCh quería evitar cualquier tipo de protesta antes de los Olímpicos, mientras que los opositores al Partido, particularmente en Tíbet y Sinkiang, trataron de utilizar el año olímpico para atraer la atención internacional a sus denuncias.
Surgieron protestas en Tíbet en marzo de 2008 y fueron duramente reprimidas. Los reportes de ataques terroristas en Sinkiang siempre deben manejarse con cuidado, ya que a menudo las noticias son amplificadas por el PCCh con propósitos propagandísticos. No obstante, la mayoría de los observadores internacionales concuerdan en que, cuatro días antes de la inauguración de los Olímpicos, dos hombres en Kasgar, Sinkiang, lanzaron granadas a miembros de la policía china, matando a doce de ellos. Como era de esperar, esto llevó a una represión cada vez más generalizada de uigures y otros musulmanes en la región.
Bitter Winter ha documentado cómo las protestas sociales y étnicas previas a los Olímpicos también fueron reprimidas, publicando material nuevo sobre el incidente del 19 de julio de 2008 en Menglian, cuando la protesta de agricultores de caucho de la minoría étnica dai en la parte sur de Yunnan fue detenida por la policía, asesinando a dos de ellos.
Los académicos también están de acuerdo en que el PCCh no esperaba estas protestas y se sorprendió todavía más cuando occidentales se pusieron del lado de los manifestantes y comenzaron a hacer manifestaciones en contra del paso de la Antorcha Olímpica, que se dirigía a Pekín, con consignas que denunciaban las violaciones a los derechos humanos y la represión en Tíbet. La reacción inmediata del PCCh fue movilizar a estudiantes chinos en el extranjero para que se manifestaran a favor de los Juegos Olímpicos de Pekín y criticaran a los manifestantes. Antes de 2008, el PCCh había comenzado a organizar a estudiantes chinos en el extranjero, y Foreign Policy reporta que “aunque en aquel momento se había dicho que habían sido espontáneas, recientemente se reveló que estas protestas fueron organizadas directamente desde Pekín”.
En un estudio que se publicó en 2009, un año después de los Olímpicos, tres académicos de la Universidad de Yonsei de Corea, Sukhee Han, Ho-Cheong Cheong y Pieter Stek, analizaron los incidentes de la antorcha dentro del marco de la “diplomacia pública” del PCCh, que trata de proyectar de forma alternativa las imágenes del “dragón dominante”, para intimidar a enemigos potenciales y opositores tanto en China como en el extranjero, y del “panda apacible”, para ganar algo de simpatía y apoyo internacionales. Los Juegos Olímpicos de 2008 se publicitaron al estilo del “panda apacible”, pero las protestas obligaron al PCCh a mostrar los dientes del “dragón dominante”, algo que no precisamente había planeado con anterioridad.
Los académicos de la Universidad de Yonsei concluyeron que los incidentes de la antorcha tuvieron consecuencias negativas para la imagen internacional de China y dificultaron todavía más el uso de las Olimpiadas como una herramienta propagandística para publicitar la imagen del “panda apacible”. No obstante, 10 años después, Foreign Policy también señaló que las Olimpiadas de 2008 fueron una prueba de las reacciones internacionales para el PCCh. Las protestas tibetanas y de otro tipo habían sido despiadadamente aplastadas por la intervención militar del PCCh. ¿Cuál sería la reacción de Occidente? Después de todo, en 1980, una “coalición de la voluntad” liderada por Estados Unidos había boicoteado los Juegos Olímpicos de Moscú (los soviéticos tomaron represalias en contra de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984).
Sin embargo, la época de los boicots a los Juegos Olímpicos era cosa del pasado. Algunos líderes europeos, dirigidos por la canciller alemana Angela Merkel, declinaron la invitación a asistir a la ceremonia de apertura de 2008 en Pekín. No obstante, nada peor ocurrió. La mayoría de los países argumentaron que tanto por razones económicas como políticas el diálogo con Pekín no debería interrumpirse.
A medida que se acercan los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 en Pekín, no hay razón para creer que la comunidad internacional será más fuerte que en 2008 en lo que se refiere a señalar la contradicción entre los valores olímpicos y el pésimo registro de China en lo relacionado con los derechos humanos. Si acaso, Europa parece más débil a la hora de denunciar las violaciones a los derechos humanos en China. Tal vez por esta razón Estados Unidos está llamando a retirarle a China los derechos de organización de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 y no a un boicot. Sin embargo, China es un miembro influyente del Comité Olímpico Internacional y siempre puede movilizar a varios países “amigos”.
Existe la posibilidad de que el mundo tenga otras Olimpiadas chinas en 2022. Quizás esto es inevitable, pese al senador Rubio, pero, al menos, podemos tener la esperanza de que haya una nueva versión de las manifestaciones de 2008 que estuvieron relacionadas con el asunto de la antorcha. Tal y como lo demostró el estudio de Yonsei, en 2008 los budistas tibetanos y Falun Gong pudieron hacer que la propaganda internacional del PCCh previa a los Juegos Olímpicos fuera un fracaso en su mayor parte. Ahora está tomando forma una coalición más grande de víctimas de la represión de la libertad religiosa y los derechos humanos por parte del PCCh. Ojalá que pueda hacer que su voz se escuche a lo largo del viaje que lleva a los Juegos Olímpicos de Pekín de 2022.