Durante el festival Mondoreligioni, el sociólogo PierLuigi Zoccatelli y el abogado Francesco Curto presentaron el libro de Massimo Introvigne.
Marco Respinti
Mondoreligioni, ahora en su segunda edición, es el festival de religiones más grande de Roma. El mismo fue creado por la socióloga italiana Emanuela Del Re, quien ahora se desempeña como Viceministra de Asuntos Exteriores de Italia. Varias religiones estuvieron presentes con pabellones, y ofrecieron espectáculos de música y danza. Una de ellas fue la Iglesia de Dios Todopoderoso.
Uno de los eventos del festival presentó el nuevo libro del sociólogo italiano Massimo Introvigne, editor en jefe de Bitter Winter, Alla scoperta della Chiesa di Dio Onnipotente. Il movimento religioso más perseguitato in Cina (Dentro de la Iglesia de Dios Todopoderoso: El movimiento religioso más perseguido en China), recientemente publicado por la editorial católica Elledici de Turín. El mismo es una versión abreviada, traducida por el abajo firmante, de un libro que será publicado en inglés en octubre de 2019.
Presenté un panel que incluía a PierLuigi Zoccatelli, profesor de sociología de las religiones en la Universidad Pontificia Salesiana de Turín, y a Francesco Curto, un abogado que representa a los refugiados de la Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT).
El profesor Zoccatelli explicó que el libro sigue un patrón común a otros libros también publicados por Elledici en cooperación con CESNUR, el Centro de Estudios sobre Nuevas Religiones, fundado y dirigido por Introvigne. Luego de una introducción con relatos de miembros de la IDT perseguidos y torturados en China, el libro presenta la historia, la doctrina y las prácticas de la IDT, y concluye con una mirada franca a las controversias en las que se vio involucrada la Iglesia. El libro, dijo Zoccatelli, está basado en una investigación sociológica sólida, no obstante, es de fácil lectura para el público en general.
Curto afirmó que, en su experiencia como abogado que representa a solicitantes de asilo de la IDT, se dio cuenta de que las noticias falsas que acusan a la IDT de delitos que nunca cometió, o que tergiversan su teología, a menudo dañan a los refugiados y dan lugar a decisiones que les niegan la protección que merecen. También insistió en la noción de xie jiao, y en el hecho de que estar activo en un grupo incluido en la lista de xie jiao, como le sucede a la IDT, es un delito castigado por el Código Penal Chino. La consecuencia es que los miembros de la IDT tienen derecho a obtener asilo en Italia y en otros países. Si son enviados de regreso a China, serán encarcelados.
Introvigne concluyó con tres comentarios desde el punto de vista político, metodológico y humanitario, respectivamente. Políticamente, insistió en que el tema del libro debería entenderse en el marco de la hostilidad general de Xi Jinping y de la represión llevada a cabo contra la religión. Sería un error, afirmó, considerar a la IDT como un caso único, o estudiarla fuera del contexto chino. Metodológicamente, Introvigne explicó que, si bien los primeros estudios pioneros sobre la IDT, como los de la académica australiana Emily Dunn, generaron el primer interés por el movimiento entre los especialistas en nuevos movimientos religiosos, los mismos se basaban exclusivamente en fuentes de Internet en lugar de en entrevistas con miembros de la IDT y en observación participante, lo cual, en la actualidad, los hacen obsoletos. Desde un punto de vista humanitario, Introvigne mencionó su visita a la isla de Jeju en Corea, donde muchos refugiados procedentes de China ahora están bloqueados sin ninguna posibilidad de encontrar trabajo o mudarse a Seúl. «Los que han estado allí, concluyó Introvigne, o que escucharon los relatos de los refugiados de la IDT en otros lugares, saben cómo responderles a los que afirman que ‘no existen pruebas suficientes’ de su persecución y sufrimiento. Sabemos cómo responderles a los cristianos que dicen que no deberían recibir ayuda porque son ‘herejes’ o miembros de una ‘secta’. Podemos tener una teología diferente de la de la IDT, tal y como me sucede al ser católico, pero perder el tiempo en discutir sobre teología es un lujo que no podemos permitirnos cuando nuestros semejantes son arrestados, torturados, humillados y asesinados. Debemos distinguir las discusiones teológicas de la defensa de los derechos de las víctimas de la represión y de los refugiados que escapan de la persecución religiosa, lo cual es un deber moral y social absoluto de todo ser humano compasivo, por no mencionar de todos los cristianos».