Los Gobiernos que se niegan a abordar la cuestión de la sustracción de órganos llevada a cabo en China le están dando la espalda a las víctimas de la masacre, afirmaron los testigos del Tribunal celebrado en Londres.
Ruth Ingram
Tabla de contenido: Las cifras de trasplantes de China simplemente no cuadran–La rápida expansión de la infraestructura de trasplantes carece de transparencia–Periodismo encubierto descubre un turbio comercio de órganos–Informe actualizado: los investigadores refutan el escepticismo del Gobierno británico–La sustracción de órganos aumenta, no disminuye–Reacción del Gobierno británico al informe: ignorancia intencionada de los hechos–Pacientes vivos en el momento de la sustracción–Uigures consternados por el deterioro de la situación en Sinkiang
Según los expertos que intervinieron en la segunda ronda de audiencias del Tribunal de China contra la sustracción de órganos, celebrada el pasado fin de semana en Londres, el mundo está haciendo la vista gorda ante el «saqueo» de órganos llevado a cabo con la aprobación de Pekín, y dicha práctica no muestra signos de estar disminuyendo.
Durante la primera fase del Tribunal, en diciembre de 2018, se escucharon testimonios de investigadores de derechos humanos, de abogados, de médicos y de académicos, todos los cuales demostraron de manera convincente que a los presos de conciencia se los está utilizando para sustraerles sus órganos en decenas de miles.
El Tribunal Independiente de China, nombrado por la Coalición Internacional para Acabar con el Abuso de Trasplantes en China (ETAC, por sus siglas en inglés), está compuesto por abogados internacionales de cuatro países diferentes, un historiador especializado en China, un cirujano de trasplantes de órganos y un empresario cuyo cometido es considerar la evidencia y actuar colectivamente para determinar qué consecuencias legales podría haber en caso de que China fuera declarada culpable de delitos penales internacionales.
Durante dos agotadores días colmados de testimonios de primera mano de tortura y encarcelamiento, el panel escuchó de uigures y practicantes de Falun Gong detenidos extrajudicialmente los relatos de sus encarcelamientos, interrogatorios y abusos. Sus detenciones, las cuales incluían controles sanitarios exhaustivos de sus órganos internos, además de exámenes para determinar el tipo de sangre y ADN, solo podían apuntar, según testigos médicos expertos, a la recopilación deliberada para crear una base de datos de órganos. Una de las personas detenidas, la uigur Mihrigul Tursun, quien testificó ante el Tribunal, habló de su propia tortura y de rigurosos controles de salud a los que fue sometida durante tres periodos de encarcelamiento entre los años 2015-2017. Durante este período, uno de sus bebés trillizos, los cuales le fueron arrebatados cuando fue arrestada en el aeropuerto al regresar a Sinkiang desde su hogar en Egipto, murió en circunstancias misteriosas. La misma habló de varias mujeres jóvenes que compartían celdas con ella y que murieron repentinamente, y de otras que simplemente desaparecieron.
Las cifras de trasplantes de China simplemente no cuadran
La evidencia convincente de que las cifras de trasplantes de China no cuadraban fue presentada por el profesor Matthew Robertson y por el Sr. Raymond Hind a través de un estudio efectuado en coautoría junto al profesor Jacob Levee de la Universidad de Tel Aviv, sobre los datos de trasplantes de donantes voluntarios de China. El equipo ha descubierto flagrantes inconsistencias en las estadísticas del Sistema de Respuesta de Trasplantes de Órganos de China (COTRS, por sus siglas en inglés) y en las cifras de la Cruz Roja China local. Luego de que Pekín, en el año 2015, le garantizara a la comunidad mundial que los prisioneros ejecutados ya no formarían una reserva para trasplantes de órganos, China se vio obligada a reclutar donantes voluntarios. En solo un día, el 31 de diciembre de 2015, se agregaron 25 000 nuevos donantes, y en los siete días de la última semana de diciembre de 2016, se agregaron otros 88 000. Las estadísticas, afirmó el Sr. Robertson, dada su uniformidad, apuntaban a una «manipulación manual».
Una anomalía particularmente impactante se refería a los datos de China, los cuales afirmaban que, en el plazo de diez días, durante los cuales murieron 30 donantes, se extrajeron un total de 640 órganos de sus cuerpos. Como consejero del Tribunal, el Sr. Hamid Sabi le preguntó al Sr. Robertson si era posible reunir 21 órganos de cada una de estas personas. El Sr. Robertson afirmó que estas cifras eran «altamente sospechosas», dado que el número promedio máximo aceptado sería de 2,7 órganos provenientes de un donante.
El Dr. Torsten Trey, Director Ejecutivo de Doctores Contra la Sustracción Forzada de Órganos, apoyó estos hallazgos al destacar la discrepancia entre las cifras de China y las del resto del mundo. Afirmó que, en el Reino Unido, por ejemplo, solo el uno por ciento de los donantes registrados al año se convierten en donantes. «En China, sin embargo, parece que la cifra publicada es 140% superior a las de otros países. Esta es una proporción inconsistente», afirmó, agregando que las cifras parecían indicar «una reserva de donaciones no revelada». Consideraba que las «pruebas indirectas y circunstanciales» eran sustanciales y que, como mínimo, debían dar lugar a una investigación internacional.
La rápida expansión de la infraestructura de trasplantes carece de transparencia
El Dr. Trey también estaba preocupado por la expansión exponencial de la infraestructura de trasplantes de China luego de haber analizado 68 documentos médicos revisados por colegas que analizaban el turismo de trasplantes entre los años 2000 y 2016. Habiendo comenzado desde cero en el año 2000, había observado un crecimiento constante y sorprendente de la infraestructura de trasplantes en los hospitales que había analizado en detalle. Afirmó que ningún otro país en el mundo (excepto los asesinatos documentados por ISIS en el año 2016) implicaba el asesinato de la fuente de los órganos. «Existe evidencia contundente de pacientes de trasplantes y de turistas que viajan a China en busca de órganos», afirmó, abogando por un acuerdo internacional para revisar a los pacientes que regresan y el ADN de sus nuevos órganos, y comparar los mismos con los de los prisioneros. «De esta manera, podríamos establecer médicamente de dónde provienen los órganos», afirmó, agregando que el negocio de trasplantes debe ser transparente. «El conocimiento ha aumentado en China y se está construyendo sobre la sangre y los cuerpos de los presos de conciencia», afirmó.
«La comunidad médica mundial debería recordar el estándar de oro de ‘primero no hacer daño’», agregando que las cifras producidas por su organización habían sido refutadas con frecuencia y «de manera voluntaria», y en ocasiones, ignoradas por completo. Consideraba que existía una insidiosa renuencia subyacente a desafiar a China en lo relacionado a esta cuestión.
Periodismo encubierto descubre un turbio comercio de órganos
El periodista de televisión surcoreano, Kim Hyeoncheol, habló en persona en el tribunal sobre su misión encubierta para entrevistar a pacientes coreanos a la espera de riñones y páncreas en el Hospital Central Número Uno de Tianjin. Ninguno era consciente del origen de sus órganos. Una enfermera coreana de turno dijo que los pacientes generalmente tenían que esperar alrededor de dos semanas y un máximo de tres meses por sus órganos, y recién luego de arribar a China sus datos de salud eran analizados. La misma afirmó que varios pacientes procedentes de Medio Oriente estaban esperando órganos. Por lo general, un trasplante de hígado, por ejemplo, costaría 170 000 dólares, y las embajadas eran las encargadas de pagar las cuentas.
Informe actualizado: los investigadores refutan el escepticismo del Gobierno británico
Se escucharon testimonios de testigos, del analista de China Ethan Gutmann, del abogado canadiense defensor de los derechos humanos David Matas y del ex Secretario de Estado canadiense David Kilgour, cuyo informe del 2016 «Cosecha Sangrienta/La Matanza: Una actualización» incluía 700 páginas de evidencia adicional para respaldar sus hallazgos tras su informe original de Kilgour-Matas de 2007 sobre la sustracción de órganos de presos de conciencia en China.
Cuando el miembro del Tribunal Nicholas Vetch le preguntó sobre las acusaciones del ministro del Gobierno británico Mark Field en un reciente debate sobre la sustracción de órganos en el Parlamento Británico, relacionado con técnicas de investigación menos que rigurosas y falta de pruebas irrefutables, David Matas sostuvo que no tenía dudas sobre las conclusiones de su informe. Explicó la renuencia de otros Gobiernos a aceptar su informe por ser «diplomáticamente incómodo aceptar que otro Gobierno está involucrado en el asesinato masivo de inocentes. La misma es una verdad incómoda», afirmó. «Contábamos con un protocolo riguroso, examinamos todos los flujos de datos, verificamos todo. No nos basamos simplemente en los datos de un hospital o en una simple prueba. Poseemos una acumulación de datos que da lugar a nuestras conclusiones».
Ethan Gutmann, contrarrestando las críticas de Mark Field sobre su caso de sustracción de órganos debido a que no existían pruebas definitivas o «arma humeante», respondió que, de hecho, había varias armas humeantes y «muchos puntos de evidencia». Respondió que en el informe, que suponía que ni Mark Field ni sus asistentes habían leído, dada la gran cantidad de notas a pie de página en chino, habían subestimado la cantidad de donaciones de órganos en China, que, de hecho, debería ser mucho mayor que su cifra de 125 000. «Y esta cifra aumentará a 40 000 al año, según China», afirmó, lamentando la respuesta dada por el Sr. Field sobre la cuestión en representación del Gobierno británico. «Sus comentarios serán utilizados como una receta para la inacción», afirmó. «Y esto ha estado ocurriendo durante más de 12 años».
En respuesta al comentario del Sr. Field de que no existe evidencia de turismo de órganos fuera del Reino Unido, el Sr. Gutmann afirmó que su equipo había contactado a 50 hospitales, ninguno de los cuales había estado dispuesto a violar la confidencialidad de sus pacientes, pero que cinco de los mismos habían admitido que intentaron persuadir a los pacientes para que no viajaran a China. También habló con un paciente en Birmingham que había recibido un nuevo riñón en el hospital médico de Xian.
La sustracción de órganos aumenta, no disminuye
El Sr. Gutman habló sobre su preocupación por una actual «versión acelerada de la persecución a Falun Gong» dado que Pekín ahora cuenta con una base de datos completa de los uigures. «La situación de los uigures es una catástrofe. Los uigures han sido sometidos a análisis de sangre, se han construido crematorios y existen carriles especiales para trasplantes de órganos en los aeropuertos de Sinkiang». Añadió que sería imposible realizar pruebas de ADN a millones de uigures sin el patrocinio estatal.
David Kilgour refutó las acusaciones de falta de evidencia concreta en su informe y se basó en su propia experiencia legal como ex Secretario de Estado de Canadá al afirmar que existía evidencia abrumadora de que esta práctica está aumentando, no disminuyendo. El mismo no tenía «ninguna duda al respecto», agregando que «la mayoría de los jurados con los que he trabajado tardarían diez minutos en decidir la culpabilidad de China si tuvieran en su poder nuestra evidencia del año 2016».
Reacción del Gobierno británico al informe: ignorancia intencionada de los hechos
El Sr. Kilgour expresó su profunda decepción por las observaciones formuladas por Mark Field en el parlamento, en particular, por la falta de un análisis forense escrito de su informe del 2016, el cual afirmó que era su deber proporcionar. «Como alguien de origen británico”, añadió, “me avergüenza que un ministro británico de cualquier nivel realice una declaración de ese tipo en el parlamento», agregando que «la industria está aumentando y las cifras están aumentando. Me estremezco al pensar en lo que le está sucediendo a la comunidad uigur en este momento. Es simplemente absurdo decirle a usted o a mí o a alguien más que los trasplantes se detuvieron en enero de 2015». «Esta espantosa industria de órganos está creciendo», agregó. Consideró que era una «ignorancia deliberada» por parte del Gobierno británico y de otros Gobiernos del mundo no implicarse con China en lo que respecta a esta cuestión, citando a los pocos países, entre los que se incluían Taiwán, Canadá, la República Checa y la UE, que habían optado por tomar posición.
Mark Field rechazó una invitación al Tribunal, pero Sir Geoffrey Nice, QC, el presidente del Tribunal, afirmó que se le daría la oportunidad de participar en caso de que estuviera disponible.
Pacientes vivos en el momento de la sustracción
El Dr. Charles Lee, jefe de la Organización Mundial para Investigar la Persecución a Falun Gong (WOIPFG, por sus siglas en inglés), describió las conclusiones a las que llegó tras analizar miles de documentos académicos, 300 de los cuales se referían a la donación de órganos en China. A partir de las descripciones de la preparación de pacientes antes de la sustracción de un órgano importante, y en algunos casos de la intubación y anestesia, solo pudo concluir que los pacientes habían estado vivos en dicho momento. Los llamados donantes eran jóvenes y sanos, sin antecedentes de enfermedades graves, y el hecho de que se pudieran ordenar órganos con dos semanas de antelación apuntaba, en su opinión, a asesinatos.
Uigures consternados por el deterioro de la situación en Sinkiang
Dolkun Isa, presidente del Congreso Mundial Uigur, con sede en Múnich, habló sobre su profunda preocupación por el deterioro de la situación de los uigures en China. Además de las desapariciones, detenciones y encarcelamientos masivos, temía por la erradicación de la identidad uigur. Sobre la base de pruebas obtenidas principalmente de 2000 kazajos liberados luego de ser reeducados tras un acuerdo llevado a cabo entre Pekín y Kazajistán, concluyó que está claro que los reclusos no sólo son sometidos a torturas y a malos tratos, sino también a controles sanitarios sistemáticos, incluidos análisis de sangre, de ADN y a escaneo de órganos.