El Ministerio de Relaciones Exteriores de China convocó una conferencia de prensa en Pekín para decirle a Australia que no debería recibir a los grupos que el PCCh ha declarado «heréticos».
Massimo Introvigne
El 11 de abril de 2019, el Ministerio de Asuntos Exteriores de China celebró una conferencia de prensa en Pekín que tuvo pocos precedentes en la historia de la diplomacia china. Básicamente, el objetivo de la conferencia de prensa fue decirle a Australia que, si el Partido Comunista Chino (PCCh) ha calificado a un grupo como «herético» (xie jiao), se espera que los países extranjeros no lo acepten ni cooperen con él de ninguna manera.
La conferencia de prensa se originó a partir de acusaciones en los medios de comunicación australianos que afirmaban que diplomáticos chinos presionaron a los organizadores del Festival Georges River, uno de los festivales públicos más populares de Sydney, exigiéndoles que excluyeran al periódico Vision China Times de los patrocinadores del festival porque posee vínculos con Falun Gong.
Vision China Times negó la existencia de tales vínculos, pero este no es el aspecto más importante del incidente. En una increíble muestra de arrogancia, diplomáticos chinos en Pekín declararon que las entidades australianas no pueden cooperar con Falun Gong porque «Falun Gong es una secta herética» y «está abiertamente prohibida por el Gobierno chino… El Consulado General de China alertó al país pertinente sobre la naturaleza herética de Falun Gong para evitar que fuera engañado o manipulado. Es completamente legítimo, está justificado y no tiene nada que ver con ‘interferir en los asuntos internos’”
En realidad, es incluso peor que «interferir en los asuntos internos». Es bien sabido que el PCCh, un partido político ateo, afirma tener el derecho de declarar qué religiones son ortodoxas y cuáles heréticas. Aquellas calificadas como «heréticas» terminan en la lista de xie jiao y son severamente perseguidas. Actualmente, el PCCh va un paso más allá. Afirma que los Gobiernos extranjeros deben aceptar la decisión del PCCh de que un grupo es «herético» y actuar en consecuencia en sus propios países.
Si bien el Global Times, un periódico que existe para aplaudir al Gobierno chino y al PCCh sin importar nada, celebró el incidente como uno en el que «China critica las insostenibles acusaciones de Australia sobre Falun Gong», los medios de comunicación australianos ridiculizaron a las autoridades chinas. Y con razón. El PCCh debe aprender que los Estados modernos, democráticos y laicos, no discriminan a los «heréticos». No los arrestan, torturan ni asesinan: China sí lo hace. Y ciertamente, los Estados democráticos no le preguntarían a China quiénes son los «heréticos».