Un pastor deportado años atrás fue obligado a firmar una declaración en la que afirmaba que no regresaría a China por ocho años.
En el año 2016, oficiales de policía llevaron a cabo una redada en una iglesia doméstica emplazada en la ciudad de Meihe, en Jilin. La iglesia estaba dirigida por un pastor surcoreano, Kim Ju-hwan, y su esposa.
20 creyentes se encontraban presentes en el momento en el que se llevó a cabo la redada. A pesar de que el pastor logró huir, los creyentes fueron arrestados y llevados a una estación de policía local.
La policía forzó a los creyentes a firmar una declaración en la que renunciaban a su fe. Para capturar al pastor Kim, la policía envió un mensaje afirmando que los creyentes no serían liberados hasta que él se presentara en el lugar y pagara una multa en su nombre. Como era de esperar, se presentó y pagó 5000 yuanes (o casi 750 dólares) en concepto de multas.
Los creyentes fueron liberados, pero el pastor fue forzado a firmar un acuerdo en el que afirmaba que no regresaría a China en los próximos ocho años. Rápidamente, él y su esposa fueron deportados a Corea del Sur.
Más tarde, la iglesia también fue clausurada. La policía confiscó más de 20 juegos de sillas y mesas, así como también el dinero procedente de las donaciones de la iglesia.
Informado por Piao Junying