Durante el brote de coronavirus, los creyentes tenían prohibido asistir a lugares de culto, mientras que las actividades tendientes a adorar al líder revolucionario de China en los templos recibieron luz verde.
por Jiang Tao
La puerta del patio este del Templo de Sanguan, un templo perteneciente a la religión popular emplazado en la ciudad de Pingdingshan, en la provincia central de Henán, fue herméticamente cerrada el 7 de mayo y sobre la misma se colocó un aviso prohibiendo todas las actividades religiosas en medio de la pandemia.
No obstante, la puerta del patio oeste del templo estaba abierta de par en par y la gente ingresaba al mismo para orar frente a las estatuas de los líderes revolucionarios de China: el presidente Mao, el general y caudillo Zhu De y el primer primer ministro de la República Popular China, Zhou Enlai.
El administrador del templo le dijo a Bitter Winter que los funcionarios gubernamentales patrullaban frecuentemente el lugar para asegurarse de que no se llevaran a cabo actividades religiosas en el mismo. El 23 de abril, los oficiales de patrulla lo descubrieron quemando incienso solo en el patio este del templo y lo denunciaron ante el Gobierno del distrito. Varios funcionarios de la aldea acudieron al lugar para reprenderlo y le advirtieron que la puerta oriental del templo debía permanecer cerrada en todo momento. Además lo amenazaron, afirmando que el templo sería destruido si lo volvían a encontrar quemando incienso allí.
En el mes de mayo, los lugares religiosos estatales emplazados en la ciudad a nivel de condado de Dengzhou, administrada por la ciudad de Nanyang de Henán, permanecieron cerrados, mientras que el Templo de la Deidad Celestial Mao Zedong fue visitado por un flujo interminable de fieles.
“Incluso los funcionarios gubernamentales acudían a postrarse y a orar en medio de la pandemia, ya que el templo no estuvo cerrado”, explicó con orgullo el administrador del templo. “Se bloqueó el acceso a otros templos, mientras que el Templo de la Deidad Celestial permaneció abierto, y nunca recibimos una orden del Gobierno para cerrarlo. La gente venía aquí a quemar incienso y a orar, como siempre”.
Todas las iglesias, templos y otros lugares religiosos locales fueron inmediatamente cerrados luego de que se implementaran las restricciones de cierre de emergencia. Se les permitió reabrir sus puertas solo después de recibir un aviso oficial. Algunos debieron permanecer cerrados por diversos pretextos que no estaban relacionados con el virus.
En el mes de julio, siete oficiales de policía del condado de Xinye administrado por Nanyang, irrumpieron en un templo budista y le ordenaron al maestro del mismo que reemplazara la bandera nacional, la cual, según ellos, estaba descolorida.
“En un momento, el Gobierno ordenó instalar un nuevo sistema de prevención de incendios y luego comprar una bandera nacional. Simplemente no querían que los templos volvieran a abrir sus puertas”, se quejó un budista laico que se encontraba en el templo. “Multan a los templos y amenazan con clausurarlos si ven a través de las cámaras de vigilancia a personas quemando incienso. Utilizan innumerables trucos para acabar con la religión”.
Numerosas personas informaron que a fines de abril quisieron ingresar al Templo de Longxing y al Templo de Yuanjue, emplazados en la ciudad de Qingzhou, administrada por la ciudad a nivel de prefectura de Weifang, en la provincia oriental de Shandong, pero fueron detenidos por los guardias. Los mismos afirmaron que la Agencia de Asuntos Religiosos había prohibido todas las actividades religiosas y vigilaba estrictamente todos los templos a través de cámaras.
Pero en un templo perteneciente a la religión popular dedicado a Mao Zedong y a su esposa, Yang Kaihui, emplazado en Qingzhou, varias personas cantaban una canción en alabanza al presidente Mao que decía: «En la montaña, las flores florecen rojas, el presidente Mao nos guía para que luchemos por la liberación…».
El Partido Comunista Chino (PCCh) nunca dejó de reconvertir los lugares de culto durante la pandemia. Entre los meses de abril y julio, en varias aldeas administradas por la ciudad de Baoding, en la provincia norteña de Hebei, se rectificaron aproximadamente 20 templos pertenecientes a la religión taoísta, budista y a religiones populares. No obstante, un templo budista emplazado en el condado de Julu de la ciudad de Xingtai, en Hebei, el cual fue convertido en una sala conmemorativa en homenaje a Mao Zedong, estuvo recibiendo a funcionarios gubernamentales en ese lapso.
En el mes de mayo, el Gobierno del condado de Julu le exigió al administrador del templo que retirara todas las estatuas budistas en un plazo de siete días y exhibiera publicaciones sobre Mao Zedong, amenazándolo con demoler el templo si no acataba la orden. Personal asignado para tal fin supervisó la rectificación durante todo el tiempo que duró la misma.
Debido a que algunas estatuas eran demasiado pesadas para ser movidas, el administrador del templo suplicó que le permitieran conservarlas, pero un funcionario lo reprendió con dureza, afirmando que las estatuas de deidades budistas no pueden ser colocadas junto a una de Mao Zedong.