La policía hizo que catorce musulmanes detenidos de la etnia hui faltaran a sus tradiciones culturales y religiosas como un medio de tortura psicológica.
En julio de 2018, la policía local detuvo a un imán y a 13 musulmanes en una mezquita de la provincia de Gansu. Fueron retenidos e interrogados en múltiples ocasiones durante varios días. Se les preguntó si habían estado en contacto con extranjeros y se les advirtió que sólo podían llevar a cabo prácticas de adoración en la mezquita cuando lo permitieran las autoridades. Mientras estuvieron detenidos, los agentes de policía los obligaron a estudiar los documentos del XIX Congreso Nacional y otras políticas del Partido Comunista Chino y les exigieron comer carne de cerdo con frecuencia.
Al imán se le apartó del resto de los detenidos y se le trasladó a un lugar de interrogación secreto y remoto. Lo llevaron hasta allí con la cabeza cubierta por una capucha negra. Según algunos miembros de su mezquita, la detención le dejó secuelas físicas y mentales y sólo acudió una vez a la mezquita tras su liberación.
Un musulmán de la zona perteneciente a la etnia hui comentó lo siguiente: “Nos molesta que la policía nos obligue a comer carne de cerdo y nos prohíba usar la taqiyah (sombrero tradicional musulmán, generalmente blanco, utilizado con fines religiosos). Es un gran insulto a nuestras creencias étnicas y dignidad personal. ¡No comeré carne de cerdo, aunque tenga que morir!”
Algunos historiadores señalan que obligar a musulmanes religiosos a comer carne de cerdo o beber alcohol son métodos que fueron ampliamente utilizados durante la Revolución Cultural y por los que muchos imanes terminaron suicidándose. Según nuestras fuentes, esta práctica se emplea ahora en los campos de “transformación por medio de educación” en Sinkiang.
Informado por Ma Xiagu