Revista sobre \n la libertad religiosa y \n los derechos humanos en China
Durante una represión de seis meses de duración llevada a cabo el año pasado, las autoridades fusionaron y reutilizaron numerosos lugares de culto mediante amenazas, intimidaciones y otros métodos engañosos.
Las autoridades de la provincia de Anhui utilizan la fuerza contra las personas que intentan evitar la demolición de sus lugares de culto.
A fin de implementar la orden de eliminación de cruces impartida por el Gobierno central, las autoridades locales aplicaron medidas represivas contra las iglesias protestantes estatales emplazadas a lo largo de toda la provincia.
Numerosas iglesias de las Tres Autonomías que se encontraban emplazadas en las provincias de Anhui, Henán y Jilin fueron arrasadas hasta los cimientos por órdenes del Gobierno, intimidando e hiriendo a los miembros de sus congregaciones en el proceso.
El PCCh prohíbe la publicación, venta y difusión de libros budistas y demás publicaciones no aprobadas por el Estado.
Creyentes de la Iglesia de Dios Todopoderoso comparten sus experiencias en la fabricación de productos para empresas extranjeras mientras cumplían sus condenas a causa de su fe.
Los funcionarios locales son presionados para que repriman a las religiones, y se los amenaza con ser expulsados del PCCh y despedidos de sus cargos públicos si desobedecen.
Las autoridades provinciales ordenaron la erradicación de cruces «pase lo que pase», y en el plazo de cuatro meses, una gran cantidad de iglesias protestantes estatales fueron despojadas de ellas.
Los creyentes que se resisten a ser controlados por el régimen comunista de China a menudo son arrestados e interrogados, sin tener en cuenta su avanzada edad ni de su deteriorado estado de salud.
Predicadores y pastores de la Iglesia de las Tres Autonomías aprobada por el Estado continúan siendo víctimas de abuso violento por cualquier discrepancia con el plan del PCCh (Partido Comunista Chino) de reprimir a los creyentes.
La Biblia es uno de los libros con mayor repercusión en el mundo. En China, eso supone un desafío para las autoridades.
Incitado por la propaganda gubernamental en contra de la religión, un hijo ataca a su madre y le prohíbe practicar su fe.
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