Revista sobre \n la libertad religiosa y \n los derechos humanos en China
Fundado en 1917 y severamente perseguido en los años cincuenta, este movimiento, cuya historia se cuenta en un nuevo libro académico escrito por Melissa Inouye, aceptó unirse a la Iglesia de las Tres Autonomías, pero ahora está en riesgo nuevamente.
Los líderes tibetanos se reúnen en Dharamshala y le advierten al mundo que el PCCh designará una falsa reencarnación del actual dalái lama cuando éste muera.
Un estudio de 200 decisiones judiciales que se publicó en la Revista del CESNUR, de corte académico, demuestra que vivir una vida religiosa normal en un grupo prohibido es suficiente para ir a prisión en China.
Momento adecuado para llevar a cabo una evaluación formal del acuerdo. Si bien sería excesivo afirmar que todos los católicos chinos se oponen al mismo, su aplicación es problemática, los sacerdotes disidentes son perseguidos y las cuestiones teológicas subyacentes relacionadas con la libertad religiosa siguen sin ser resueltas.
En una mesa redonda participaron, junto a otros, CESNUR y la Iglesia de Dios Todopoderoso.
El relato aleccionador de una respetable iglesia doméstica en Xiamen, Fujian, cuya existencia gloriosa fue brutalmente terminada por el PCCh.
Los Emiratos Árabes Unidos son el primer país en admitir que se avergüenza de haber firmado la infame carta que apoya la persecución de China hacia los uigures.
El activista que denunció los campamentos de transformación por medio de educación en Sinkiang está libre, pero tuvo que acceder a detener sus campañas públicas contra el PCCh.
El pasado, el presente y el futuro de la Iglesia católica de Hong Kong —y las decisiones que habrá de tomar el Vaticano— tienen un gran peso sobre el destino de la protesta.
Los videos más exitosos del Foro para la Libertad Religiosa en Europa (FOREF, por sus siglas en inglés) siempre denunciaron la persecución en contra de los refugiados de la Iglesia de Dios Todopoderoso en Corea del Sur. Una mano oscura (o, mejor dicho, una mano roja) los eliminó brutalmente.
Los líderes del PCCh en Sinkiang afirman que la mayoría de los internos de los campamentos han encontrado “un trabajo apropiado”. De hecho, no han sido liberados, sino que son obligados a trabajar en fábricas construidas dentro de los campamentos.
Otros 13 países, incluyendo a Irán, firmaron la carta que apoya el horrible trato que el PCCh da a los uigures y a otros musulmanes en Sinkiang.
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