Revista sobre \n la libertad religiosa y \n los derechos humanos en China
A lo largo de toda China, los miembros de la comunidad académica que apoyan las ideas democráticas o expresan puntos de vista críticos con respecto a las políticas y acciones del PCCh son investigados.
Haciendo caso omiso a las crecientes preocupaciones de la comunidad internacional, el PCCh intensifica los esfuerzos para controlar la vida cotidiana de las personas, vigilando cada uno de sus movimientos.
Además de los musulmanes, los testigos de Jehová y los creyentes de la Iglesia de Dios Todopoderoso y de otros grupos perseguidos también son enviados a campos de internamiento para ser «transformados».
El PCCh adoctrina a los creyentes para que renuncien a su fe a través de golpizas, privación del sueño y de la alimentación, y mediante otros crueles tormentos físicos y psicológicos.
Luego de que los padres son confinados en campamentos de transformación por medio de educación, sus hijos terminan en manos del Gobierno maltratados, malnutridos y deprimidos.
Cuando casi todos los hombres de una aldea situada en el norte de Sinkiang fueron encerrados en campamentos de internamiento, sus esposas debieron hacerse cargo de sus hogares por sí solas.
Bitter Winter visitó dos comunidades residenciales de la ciudad de Shihezi que contienen rastros de la brutal represión llevada a cabo por el PCCh contra el pueblo hui.
En Sinkiang, una de las áreas más fuertemente restringidas y vigiladas de China, los cristianos son detenidos sin motivo alguno y son severamente castigados.
La represión existente en Sinkiang afecta a todas las religiones. La atención del mundo se centra en los uigures, pero el PCCh también persigue a los miembros de movimientos cristianos.
El expresidente de la Universidad de Sinkiang, Tashpolat Tiyip, se enfrenta a la pena de ejecución, mientras las autoridades chinas intensifican la cruzada para «estudiar, purgar y resistir» contra la disidencia.
Relatos de cuatro maestros que presencian diariamente la destrucción de la cultura y el idioma uigur llevada a cabo por el PCCh, torturando psicológicamente a los jóvenes uigures en el proceso.
Testimonios de chinos de la etnia han acerca de la difícil situación de los niños “huérfanos” en Sinkiang: tiritan de frío en las calles y son monitoreados por sus compañeros de clase y sus maestros como presuntos terroristas.
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