Revista sobre \n la libertad religiosa y \n los derechos humanos en China
Para crear una atmósfera en la que «todos participen y toda la población denuncie» a los xie jiao, el Gobierno ofrece hasta 100 000 yuanes (alrededor de 14 000 dólares) por efectuar denuncias.
Como los templos fueron cerrados para evitar la propagación de la COVID-19, el PCCh intensificó su campaña para eliminar todas las estatuas budistas existentes en las provincias de Sichuan, Fujian y Shandong.
Las autoridades chinas restringen la comunicación de los habitantes del continente con la región administrativa especial al tiempo que amplían la influencia sobre los creyentes de Hong Kong.
Luego del Levantamiento de los Bóxers, China les tuvo que pagar a las potencias extranjeras que derrotaron a los rebeldes una indemnización durante 39 años. En la actualidad, el PCCh afirma que las demandas internacionales por daños relacionados con el virus son «una nueva indemnización bóxer».
A fin de asegurarse de que el espíritu del movimiento prodemocrático no se extienda a China continental, el PCCh investiga a todo el que tenga vínculos con la región administrativa especial.
Tal y como sucede en otras regiones de China, en la provincia oriental de Shandong la persecución de este nuevo movimiento religioso cristiano se ha intensificado considerablemente este año.
Para los cristianos, una de las actividades más importantes en la práctica de su fe es compartir el evangelio. Pero no en China, donde está prohibido.
Temerosos de la humillación pública y de perder sus empleos, los empleados gubernamentales y los miembros del Partido pasan arduas horas acumulando puntos en la aplicación Xuexi Qiangguo.
El PCCh gana impulso en sus esfuerzos por eliminar al budismo independiente. Con diversos pretextos, se destruyen templos y estatuas y a los monjes se les dice que “regresen a casa”.
Cuatro de los líderes de la Iglesia también fueron arrestados en una de las operaciones más grandes en contra de esta red de iglesias domésticas.
La guerra del PCCh contra las estatuas religiosas de grandes dimensiones sigue vigente a nivel nacional: recientemente se han destruido estatuas en las provincias de Hebei, Shandong, Shanxi y Zhejiang.
En la actualidad, se está llevando a cabo una represión integral: los creyentes son registrados, enviados a «clases» de transformación por medio de educación y cada vez se instalan más cámaras de vigilancia.
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