A principios de este año, un agricultor perdió la vida mientras luchaba por su propiedad y por sus derechos. Su familia nunca recibió justicia ni compensación.
En noviembre del año pasado, las autoridades del poblado de Lingchuan, en Fujian, embargaron por la fuerza las tierras de un agricultor local. Querían usar la propiedad para un proyecto inmobiliario y quedarse con las ganancias. El agricultor, Wang Fengquan, no recibió dinero del Gobierno por sus tierras.
Días después, su madre de 73 años de edad, Lyu Fengzhe, le exigió al director de la aldea, Wang Xianfa, una explicación relacionada con la tierra familiar que había sido incautada. Sin embargo, el director no solo se negó a responderle, sino que además la atacó físicamente. Fue golpeada hasta quedar tirada en el suelo inconsciente. En el hospital, le diagnosticaron múltiples contusiones en los tejidos blandos. La Sra. Lyu ya padecía una discapacidad mental.
El agricultor presentó una queja contra dicho accionar en la estación de policía, pero la misma nunca fue procesada. Esto dio lugar a una extensa y amarga disputa entre él y las autoridades. En un momento dado, lo obligaron a escribir una declaración en la que negaba que el director hubiera golpeado a su madre. No obstante, se negó a hacerlo.
En el mes de marzo, el exsecretario de la aldea, Zhou Deqi, y el director Wang, tramaron un plan para secuestrar al agricultor. Dos policías y más de una docena de matones lo secuestraron mientras se dirigía a su casa. Un aldeano fue testigo del secuestro e inmediatamente informó a los familiares del agricultor Wang.
La familia se dirigió a la estación de policía para preguntar por él, pero los oficiales se mostraron evasivos. Finalmente, unos días después, se enteraron de su muerte. Se presentaron ante el Gobierno del poblado para exigir una explicación, pero una vez más, fueron ignorados.
Solo un oficial de policía habló con los familiares y les dijo que el agricultor se había suicidado después de ser arrestado. La familia afirmó que la historia no tenía ningún sentido y que había muchos interrogantes que el oficial no pudo responder.
Finalmente, cansado de sus preguntas, el secretario del poblado, Lin Haibin, admitió que el Gobierno había aprobado su arresto. También confesó la contratación de los matones.
Los familiares del agricultor Wang solo querían llevar el cuerpo del mismo a su hogar para poder celebrar un funeral en su memoria. No obstante, las autoridades se negaron a hacerlo. En lugar de ello, ordenaron a los guardias de seguridad que usaran bastones eléctricos para golpear a su esposa y a su hermana. Las mujeres rápidamente quedaron tiradas en el piso inconscientes.
Pronto, el secretario de la aldea, el Sr. Zhou, también les confesó a los aldeanos su participación en el acto. Él mismo afirmó: «Soy responsable en este asunto, pero esto fue organizado y arreglado personalmente por el vicealcalde del poblado, Wang Chunshu. Incluso, si el mismo fuera considerado responsable de tal hecho, simplemente sería encarcelado y liberado en unos pocos días».
De acuerdo con un infiltrado en el gobierno, el agricultor Wang fue golpeado hasta la muerte por sus secuestradores. Es por ello que su cadáver se encontraba repleto de moretones y de sangre. Como consecuencia de ello, los departamentos de seguridad pública local y provincial se negaron a presentar su caso.
Desde entonces, su familia ha viajado a Beijing y se ha acercado a las autoridades de Putián para solicitar justicia, sin obtener resultado alguno. Este incidente ha provocado indignación en la comunidad local, pero las autoridades no se muestran interesadas en administrar justicia ni compensación.
Información de Lin Yijiang