En la ciudad de Xinmi de la provincia de Henán se han estado clausurando templos de manera vehemente y el resentimiento está agitando a los civiles.
«Este es mi hogar. Si cierran la puerta con llave, ¿a dónde voy a ir?”. Esa fue la pregunta que le formuló una mujer de 80 años procedente del poblado de Chaohua, bajo la administración de la ciudad de Xinmi, a un funcionario gubernamental que se presentó en su templo para clausurarlo. Y lo hizo, colocando un gran candado en la puerta de este y llevándose la llave.
En cuestión de cinco días, del 28 de octubre al 1 de noviembre, 35 templos budistas y monumentos conmemorativos —lugares de culto construidos para conmemorar a personas prominentes— que se encontraban bajo la jurisdicción de Xinmi han sido clausurados o acordonados, entre los que se incluye un templo antiguo que ha existido desde aproximadamente el período final de la dinastía Sui (581-618 d. C.) y el comienzo de la dinastía Tang (618-690 d. C.).
“Durante los últimos dos días, he estado conduciendo mi auto para echar un vistazo a los templos cercanos. Todos ellos, grandes y pequeños, han sido clausurados y sus estandartes han sido retirados», le dijo el líder de un templo a Bitter Winter. «Esta es una operación unificada que se está llevando a cabo en todo el condado, y no sabemos cuáles serán los próximos pasos. Estas [últimas] políticas son particularmente estrictas, y nadie se atreve a intentar resistirse por temor a ser detenido”.
Y el miedo, bueno, es lo que prevalece.
«Cuando vi que los empleados gubernamentales venían a clausurar el templo, sentí tanto miedo que me temblaron las piernas», dijo el líder de otro templo. “Me hicieron quitar los estandartes y cerrar la puerta. Tuve que hacer todo lo que me dijeron. Dijeron que era la política adoptada por el Comité Central del Partido. Si no obedecía, me enviarían a la cárcel, ¿qué más podía hacer».
La destrucción, también, es sumamente notable. Tal y como detallaron aldeanos locales, los nombres de los miembros del Partido Comunista Chino (PCCh) que habían realizado donaciones a los templos y que figuraban en estelas conmemorativas situadas frente a las entradas de varios de ellos fueron cubiertos con pintura. Las estelas generalmente son monumentos antiguos hechos de piedra o madera.
El PCCh no solo está tomando medidas enérgicas contra las personas religiosas, sino que también está prestando especial atención a la erradicación de las creencias entre los miembros del Partido, dejando en claro su objetivo final: los miembros del Partido Comunista solo deben creer en el Partido.
Pero algunos trabajadores designados por el gobierno afirman ser reacios a la sucia labor llevada a cabo por el Partido en lo que respecta a acabar con la religión, tal y como le confesó a nuestro reportero un trabajador enviado a clausurar templos y a destruir quemadores de incienso.
«Tampoco quiero hacer esto», dijo el trabajador. “Estas personas donaron su dinero para poder construir este templo, ¿quién querría hacer algo tan malvado? Pero me enviaron aquí para hacer este trabajo y no hay nada que pueda hacer al respecto. Esta es la política del Estado. Si alguien se atreve a oponerse o a desobedecer al Partido Comunista, será encarcelado”. Luego, procedió a tomar fotos del quemador de incienso que acababa de romper y se las envió a las autoridades del poblado, informándoles que la tarea había concluido.
Los aldeanos ven la destrucción de las estelas conmemorativas de los donantes como el advenimiento de otra Revolución Cultural.
Incluso las personas ateas que no se suscriben al budismo en China, generalmente consideran que la destrucción de templos o el hecho de ofender a los dioses son actos llenos de maldad. Todavía pueden oírse historias sobre castigos divinos acaecidos tras la destrucción de templos durante la Revolución Cultural. A causa de ello, a la mayoría de los empleados gubernamentales no les gusta ser los encargados de destruir o clausurar templos, sino que prefieren gastar dinero contratando a otros para que cometan tareas tan infames.
Información de Jiang Tao