Una iglesia creada por un filipino ha sido el blanco en repetidas ocasiones de los funcionarios de Shanghái, que tratan de desmantelarla.
por Jiang Tao
El pastor Li Enzhi, filipino, creó en 1997 la Iglesia Casa Internacional Bo’ai de Shanghái. Empezó con doce miembros y fue creciendo gradualmente hasta llegar a los 10 000 fieles.
El año pasado, en mayo, más de 100 fieles estaban reunidos en una sala de conferencias en la Nueva Área Pudong de Shanghái cuando 30 agentes de policía entraron por la fuerza. Anunciaron que se trataba de una “reunión ilegal” y obligaron a todos los presentes a registrar sus documentos de identidad y los números de sus teléfonos móviles. Cuando uno de los creyentes acusó a los agentes de violar sus derechos humanos, le dieron una paliza y luego se lo llevaron en un coche de policía.
Al pastor Li se lo llevaron a una comisaría para interrogarle, pero le pusieron en libertad el mismo día. Sin embargo, unos días más tarde le arrestaron y le deportaron de regreso a Filipinas. Le han prohibido visitar China en los próximos cinco años. Su esposa es china y el matrimonio tiene dos hijos pequeños. A los tres se les ha prohibido salir de China por lo que ahora la familia se ve obligada a vivir en países diferentes hasta 2022.
La iglesia tenía previsto celebrar una reunión de misión en la China continental. Pero tras la deportación del pastor Li, se cambió el lugar de reunión a Hong Kong. Sin embargo, las autoridades se enteraron y registraron la casa del pastor Li en China. Confiscaron pasaportes y otros documentos importantes de más de una docena de trabajadores de la iglesia que el pastor Li había escondido en su casa para salvaguardarlos. Se prohibió a los creyentes cuyos documentos fueron confiscados abandonar el país en los seis meses siguientes.
En mayo de este año volvieron a asaltar la iglesia. Un domingo por la mañana más de 200 fieles se estaban preparando para reunirse en un lugar de reunión en la Nueva Área de Pudóng de Shanghái cuando se presentaron 50 gentes de policía. Volvieron a obligar a todos los presentes a registrar sus datos. Esta vez deportaron en menos de24 horas a dos pastores indonesios basándose en que “los extranjeros tienen prohibido dar sermones en China”.
La policía también había registrado la iglesia en septiembre del año anterior. Ante el repetido hostigamiento, el número de fieles de la iglesia ha quedado reducido a la mitad. La policía también incautó libros y otros materiales de estudio procedentes del seminario de Bo’ai.