Misioneros y pastores de Corea del Sur que se encontraban en la provincia china de Shandong han sido detenidos y deportados. Las autoridades han cerrado por la fuerza las iglesias de la zona.
A las dos de la tarde del 6 de mayo de 2018, una comisaría de la ciudad de Heze envió a ocho agentes a un apartamento ubicado en el séptimo piso de en un edificio residencial, en el que 13 cristianos, incluidos cuatro misioneros de Corea del Sur, celebraban una reunión religiosa.
La policía confiscó teléfonos celulares, computadoras y cuadernos, detuvo a las 13 personas y se las entregó a la Brigada de Seguridad Nacional de la ciudad.
De acuerdo con algunas fuentes, el posicionamiento GPS de los teléfonos celulares fue el que permitió ubicar a los cuatro misioneros surcoreanos, que luego fueron deportados a Corea del Sur, y el resto de los fieles fueron puestos bajo custodia.
Tras la adopción la pasada primavera del Plan de Campaña Especial de Investigación Legal y Enjuiciamiento de Infiltraciones Cristianas de Corea del Sur, se ha intensificado la persecución de misioneros surcoreanos. El objetivo de la campaña es acabar con los principales grupos cristianos de Corea del Sur y su personal evangélico en China.
Sin embargo, incluso antes de que se pusiera en marcha el plan, la persecución de grupos religiosos de Corea del Sur ha sido una práctica común en China.
El 4 de febrero de 2015, en la ciudad de Yantai, provincia de Shandong, la policía allanó una iglesia fundada por un surcoreano y saqueó objetos cuyo valor superaba los 1,2 millones de yuanes (unos 180 000 dólares), detuvo al pastor y cerró la iglesia.
Durante la primavera de 2013, un pastor de Corea del Sur abrió una fábrica de bolsos de cuero en la ciudad de Qingdao, en la que también celebraba reuniones religiosas todos los lunes. Cuando la policía local se enteró, desmanteló por la fuerza una cruz que había en la fábrica y deportó al pastor por “actuar contra el partido y el gobierno y perturbar el orden social celebrando reuniones ilegales”. El gerente general de la fábrica, también surcoreano, siguió organizando reuniones para creyentes en la empresa. Justo al año siguiente, alguien reportó que aún se organizaban reuniones en la fábrica y las autoridades volvieron a retirar la cruz que los fieles habían reconstruido. Ese mismo año, el día de Navidad, funcionarios del gobierno local, agentes de policía y pastores del Movimiento Patriótico Protestante de las Tres Autonomías —aprobado por el gobierno— obligaron al gerente general a regresar a Corea del Sur diciéndole que “los chinos son quienes deben ocuparse de guiar a los chinos que creen en Jesús”.
Debido a la persecución, cientos de misioneros surcoreanos han sido deportados de China o se les han negado las visas necesarias para ingresar al país y muchas iglesias fundadas por surcoreanos se han visto obligadas a cerrar. Los misioneros surcoreanos que permanecen en China están aterrorizados por el hostigamiento de las autoridades chinas. Según algunos expertos, al gobierno chino le preocupa el rápido desarrollo del cristianismo en China y, por ello, tiende a limitar o deshacerse de grupos religiosos y ciudadanos extranjeros en China con el argumento de “oponerse a la infiltración de fuerzas extranjeras”.
Informado por Jiang Tao