Entrevista con el autor kazajo Turarbek Kusainov, cuyo libro sobre la experiencia de personas de etnia kazaja en los campamentos de transformación por medio de educación es sumamente bochornoso para China.
Por Serikzhan Bilash
Un libro ha golpeado a Kazajistán como una tormenta y está exponiendo la propaganda del Partido Comunista Chino (PCCh) allí. Turarbek Kusainov, el líder de la organización independiente defensora de los derechos humanos, Demos, acaba de publicar Gloom: Sunset on East Turkestan (Pesadumbre: Anochecer en Turquestán Oriental), donde se exponen las mentiras del PCCh sobre los temibles campamentos de transformación por medio de educación. Esta es la primera entrevista exclusiva con el autor para un medio de comunicación internacional.
¿Cuál es exactamente el propósito de su libro?
Mi libro no es una obra literaria, es un análisis documental que caracteriza y pone al descubierto al máximo culpable de las brutales represiones que el PCCh está perpetrando. El objetivo de las mismas es la destrucción forzosa del idioma, la religión, las costumbres nacionales y las tradiciones de los pueblos que han habitado la actual Región Autónoma Uigur de Sinkiang desde la antigüedad. Las inhumanas condiciones de detención en los campamentos de transformación por medio de educación de Sinkiang, que en realidad son campos de concentración, la intimidación de los reclusos y los indescriptibles horrores son mostrados a través de las historias reales de expresos que permanecieron confinados en dichos campamentos durante extensos períodos de tiempo sin ningún veredicto judicial.
Así, se revela la historia del sufrimiento físico y mental experimentado por los prisioneros de los campos de concentración y se expone el propósito de la política criminal del PCCh. Además, basándose en la evidencia, se analiza la situación de horror total que se ha desarrollado fuera de los muros de los campos de concentración, así como también la situación actual de los residentes de Sinkiang, cuyos derechos son violados sin contemplaciones.
Todos sabemos muy bien que en Sinkiang se están llevando a cabo campañas represivas. El título del libro en sí es sombrío, incluso se podría decir trágico. Y la conclusión del análisis termina con una nota terriblemente triste. ¿No cree que un libro así, e incluso su título, fue inesperado en Kazajistán, el cual es un país que está en términos amistosos con China?
Todo tiene su propio nombre específico. La región de Sinkiang, actualmente considerada una provincia china, hasta hace poco era la frontera oriental del mundo túrquico. Por lo tanto, personalmente creo que debería llamarse Turquestán Oriental. Desafortunadamente, los comunistas chinos están tratando de borrar la singularidad nacional de los pueblos que han habitado esta región durante varios miles de años y, así, finalmente destruirán Turquestán Oriental.
No obstante, permítanme aclarar un punto. Incluso los representantes del pueblo de habla túrquica que conozco, los cuales se han convertido en objeto de una severa presión en Sinkiang, no exigen una violación de la integridad territorial de la RPC, ni la separación y creación de un Estado independiente. Ninguna de las personas entrevistadas tiene intenciones separatistas. Ni tampoco yo. La cuestión principal son los derechos humanos. No se puede enjuiciar a una persona por sus características nacionales y su religión, ni tampoco por sus opiniones políticas. Este principio está escrito en las convenciones internacionales, e incluso en la constitución de la RPC comunista. No obstante, las autoridades comunistas chinas repiten las atrocidades de la Alemania nazi que conmocionaron al mundo hace ochenta años, así como también la represión estalinista.
En cuanto a los países del mundo túrquico y los países árabes, donde la abrumadora mayoría de la población profesa el islam, los mismos se encuentran totalmente bajo la influencia política y económica de China, y por ende, fingen que no ven ni conocen la política genocida implementada en Sinkiang.
En Sinkiang existen dos minorías principales, los uigures y los kazajos. Sabemos que la población de etnia kazaja es menos numerosa que la uigur, no obstante, el territorio en el que viven ocupa casi la mitad de todo el territorio de Sinkiang e incluye algunas de las mejores tierras y pasturas. ¿Cómo describe en su libro la posición de Kazajistán, rico en petróleo y vecino de China, respecto de los kazajos étnicos que viven y son perseguidos en Sinkiang?
El libro describe claramente la posición de las autoridades de la capital kazaja, Nur-Sultan. Kazajistán se encuentra dentro de la esfera de influencia política y económica de China. A principios de la década de 1990, a fin de mejorar su situación demográfica interna, Kazajistán recurrió a la diáspora kazaja en el extranjero, haciendo un llamamiento para que regresaran a su patria histórica. Para ello se aprobó específicamente una ley sobre migración. No obstante, esta ley ahora ha sido sacrificada en aras de las relaciones económicas sino-kazajas. Además, existen numerosos casos en los que exresidentes de Sinkiang, quienes recibieron la ciudadanía de la República de Kazajistán, fueron detenidos en campamentos de transformación por medio de educación y sometidos a abusos. Varios ciudadanos kazajos aún no pueden regresar a su tierra natal ya que permanecen confinados bajo arresto domiciliario en Sinkiang. El Gobierno de Kazajistán lo sabe, pero ni siquiera le envió una nota de protesta al Gobierno chino. Kazajistán se encuentra en una situación miserable, siendo incapaz de escapar de la influencia de China, y también de cumplir adecuadamente con sus obligaciones de proteger los derechos humanos. Por supuesto, todo esto afectará negativamente la imagen internacional de Kazajistán.
En su opinión, ¿cuándo finalizará la represión?
No finalizará. Creo que las autoridades chinas ya tomaron su decisión final con respecto al destino de las poblaciones túrquicas de Turquestán Oriental. Sin importar la presión ejercida por las organizaciones internacionales, el plan para sinizar Sinkiang será implementado en poco tiempo. Algunos expertos creen que al menos 400 000 personas de etnia kazaja intentarán escapar de China, sin importar cuán grande sea el riesgo. La represión llevada a cabo por el PCCh en Sinkiang tendrá un impacto negativo en la situación socioeconómica y en la vida del pueblo kazajo en su totalidad. Los kazajos que desean abandonar China se ven privados de sus negocios y no se les da la oportunidad de vender sus bienes inmuebles y otras propiedades. Como consecuencia de ello, los que logran escapar de China se unen a las filas de los segmentos socialmente vulnerables de la población de Kazajistán. Esto sin duda agravará el sentimiento anti-chino en Kazajistán. Todas estas circunstancias incrementarán la desestabilización de la región.
A pesar de todo lo anteriormente mencionado, el lector debe prestar atención al punto positivo señalado en el libro. Se trata del potencial de la sociedad kazaja. Su propia organización defensora de los derechos humanos establecida en Kazajistán reveló las verdades sobre las violaciones de los derechos humanos llevadas a cabo en Sinkiang y ofreció evidencia, colocando este tema candente en la agenda de la ONU. La sociedad kazaja ahora sabe sobre la existencia de campos de concentración en Sinkiang y la aplicación de una política de genocidio por parte del PCCh, asociados con la represión llevada a cabo contra la población local tendiente a borrar su identidad nacional. Esto constituye un gran éxito para los activistas defensores de los derechos humanos. El siguiente paso debería ser una acción legal: toda persona que haya sufrido en un campo de concentración debería recurrir a los tribunales kazajos y exigir una indemnización del Gobierno chino por daños morales y materiales, y estos casos también deberían ser presentados ante los tribunales internacionales. Solo entonces se expondrán finalmente las monstruosas intenciones del PCCh.