Revista sobre \n la libertad religiosa y \n los derechos humanos en China
El PCCh está gastando exorbitantes sumas de dinero y mano de obra para eliminar todos los símbolos religiosos situados al aire libre, ya sea demoliéndolos u ocultándolos.
El Gobierno chino está decidido a destruir todas las estatuas religiosas situadas al aire libre a lo largo del país independientemente de su ubicación, ya sea en un templo o en una plaza pública.
Volver a casa suele ser una ocasión feliz. Pero para los uigures que trabajan fuera de Sinkiang, cada visita a la región nativa puede finalizar con una detención en un campo de confinamiento.
Luego de que los miembros de la Verdadera Iglesia de Jesús emplazada en Henán se negaran a que su lugar de culto fuera reutilizado por el Estado, aproximadamente 1000 funcionarios gubernamentales se presentaron en la misma para destruirla.
Para evitar que los miembros de iglesias de las Tres Autonomías aprobadas por el Estado practiquen su fe, el PCCh los obliga a «donar» sus lugares de culto o los confisca por la fuerza.
El Gobierno del municipio de Chongqing está demoliendo símbolos taoístas y budistas como parte de la campaña nacional de represión contra estatuas religiosas situadas al aire libre.
A los disidentes y a las personas de fe condenados a cumplir condenas en cárceles chinas se les niega el tratamiento médico y se les deja morir. Incluso las personas gravemente enfermas son obligadas a realizar trabajos manuales.
Zhang Ning, de 18 años, murió en circunstancias sospechosas en un campus escolar. En lugar de obtener ayuda y respuestas, la familia doliente enfrentó violencia y obstáculos.
El PCCh continúa implementando su campaña tendiente a desmantelar todos los íconos budistas situados al aire libre. Incluso las obras de arte con connotaciones religiosas están siendo atacadas.
En la provincia de Hunan, numerosas preguntas sobre la muerte de dos niños siguen sin ser respondidas. En lugar de buscar respuestas, la policía persigue a la familia agraviada.
El creciente número de muertes en las cárceles o bajo custodia policial es otro motivo de preocupación en cuanto a la situación de los derechos humanos en China. Dos familias cuentan sus historias.
Obligados a elegir entre la lealtad a su fe o al PCCh, quienes optan por lo primero pagan un alto precio: suspensión, expulsión y represión de por vida.
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