En nombre del nacionalsocialismo, el déspota Maduro ha empobrecido a todo un pueblo… con el dinero de Xi Jinping. Se trata de la absurda «Iniciativa Cinturón y Carretera».
Marco Respinti
El «caso de Venezuela» está trazando los contornos de una nueva «guerra fría», y una vez más China se está aliando con un régimen tiránico que literalmente ha matado de hambre a su propia población.
Todo comenzó en el año 1999, cuando Hugo Rafael Chávez Frías (1954-2013) se convirtió en presidente de Venezuela, imponiendo un régimen socialista autoritario que combinaba el marxismo-leninismo, el nacionalismo de izquierda y la «teología de la liberación». Chávez gobernó de esta manera hasta el día de su muerte, el 5 de marzo de 2013, a excepción de un paréntesis de tres días debido a un golpe de Estado fallido llevado a cabo en el año 2002. Le sucedió su heredero designado, Nicolás Maduro Moros, nacido en el año 1962. Anteriormente Ministro de Relaciones Exteriores desde 2006 hasta enero de 2013, Maduro ocupó el cargo de vicepresidente de la República desde octubre de 2012 hasta el 5 de marzo de 2013, luego fue designado presidente interino desde esa fecha hasta el 19 de abril y, finalmente, se convirtió en presidente de tiempo completo. Bajo su mandato, Venezuela ha pasado de la miseria en la que el chavismo la había reducido al abismo en el que hoy languidece. Venezuela es, de hecho, rica en petróleo, pero en la actualidad está abrumada por una crisis económica sin precedentes, envuelta en un tenebroso torbellino inflacionario y padeciendo una escasez crónica de necesidades básicas, entre las que se incluyen alimentos y medicinas. Todo por un sádico ejercicio del poder que denega todos los derechos humanos elementales.
Desafiado desde su período de presidencia interina, luego de la muerte de Chávez, el aparente heredero Maduro celebró elecciones especiales el 14 de abril de 2013 para dar por terminado el mandato de seis años de Chávez. Chávez fue, de hecho, elegido en el año 2012, pero murió a solo tres meses de haber iniciado su (cuarto) mandato. Al ganar esas elecciones, Maduro fue investido oficialmente el 19 de abril. Mientras tanto, las elecciones para la renovación de la Asamblea Nacional (el parlamento) del 6 de diciembre de 2015, fueron por primera vez en 16 años ganadas por una alianza conformada por partidos opositores. Maduro reaccionó el 1 de mayo de 2017, convocando una asamblea constituyente que redactaría una nueva constitución para reemplazar la de 1999. Posteriormente, el 30 de julio de 2017, mediante un decreto presidencial, convocó a elecciones especiales para la nueva Asamblea Nacional Constituyente, con el objetivo de superar el poder del parlamento. Dicho organismo ha sido reservado solo para los miembros leales a su régimen, excluyendo a la oposición. Considerada ilegítima, ni siquiera fue reconocida por el parlamento venezolano, ni por la mayor parte de los países a nivel mundial o las organizaciones internacionales. Respaldado por este fiel organismo, Maduro convocó a nuevas elecciones anticipadas el 20 de mayo de 2018, en lugar de en el plazo original de finalización del mandato presidencial en el mes de diciembre. El déspota, por supuesto, fue reelegido para un segundo mandato completo de seis años, pero en una atmósfera de descomunal protesta e ilegitimidad. El Sr. Luís Alberto Petit Guerra, exjuez y excoordinador de derecho civil y protección constitucional del área metropolitana de Caracas, le explicó a Bitter Winter: «Las elecciones presidenciales de 2018 fueron formalmente convocadas por la Asamblea Nacional Constituyente ilegítima, la cual pretendía reemplazar al parlamento legítimo. No obstante, en dichas elecciones, solo votó aproximadamente el 30% del electorado. Y, lo que es más, Smartmatic, la compañía que administra el voto electrónico venezolano, ha denunciado la manipulación llevada a cabo por Maduro de más de un millón de votos durante la elección de la Asamblea Constituyente». En estas circunstancias de usurpación del poder por parte de Maduro —la cual en realidad es una vacancia del poder— la Constitución venezolana establece que el presidente de la Asamblea Nacional deberá asumir temporalmente el cargo de Presidente de la República hasta el restablecimiento de la normalidad democrática. Y esto es lo que acaba de hacer el joven Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional desde el 5 de enero de 2019, quien el 23 de enero asumió la presidencia interina luego de la toma de posesión ilegítima de Maduro acaecida el 10 de enero.
A pesar de lo que la mayoría de los medios de comunicación dicen y repiten, Guaidó no se ha “autoproclamado” presidente, sino que ha acatado escrupulosamente la ley constitucional venezolana para poner fin al abuso y conducir al país a elecciones libres.
La “Iniciativa Cinturón y Carretera” en un mundo aún bipolar
El choque entre Maduro y Guaidó obviamente ha dividido al mundo. Más de 50 países se han alineado con Guaidó. Entre los mismos se incluyen: Estados Unidos de América, Canadá, Australia, Brasil, Colombia, Argentina, Chile, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, Alemania, Austria, Bélgica, Croacia, Dinamarca, España, Estonia, Finlandia, Francia, Hungría, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Reino Unido, Suecia, Georgia, Islandia, e Israel. El 31 de enero, el Parlamento Europeo reconoció la legitimidad de Guaidó. El 7 de febrero, el papa Francisco le escribió una carta a Maduro llamándolo simplemente “señor” y no presidente. En contraste, Italia mantuvo una posición intermedia vergonzosa que objetivamente favorece al usurpador.
Respaldando a Maduro están Rusia, México, Nicaragua, Cuba, Corea del Norte, Turquía, Siria e Irán, además de Hezbolá y Hamás, pero el primer nombre en la lista de aliados del socialismo venezolano es China. De hecho, sin China, el régimen venezolano se habría derrumbado hace mucho tiempo.
El trasfondo de esta empresa conjunta entre los totalitarismos latinos y asiáticos está bien ilustrado por los extensos informes publicados por el periódico estadounidense The New York Times y por SupChina. Esta última es una agencia especializada en noticias relacionadas con el gigante asiático, la cual fue lanzada en el año 2016 por dos veteranos observadores de China, el columnista independiente y músico de rock chinoestadounidense Kaiser Kuo (郭怡廣), cuyo nombre real es Guō Yíguǎng, y el bloguero sudafricanoestadounidense Jeremy Goldkorn.
Fue Chávez quien inició la alianza. En el año 2001, Venezuela fue, de hecho, el primer país de habla hispana en firmar una «asociación de desarrollo estratégico» con Pekín, la cual posteriormente, en el año 2014, se transformó en una «asociación estratégica integral». El columnista político venezolano Daniel Lansberg Rodríguez escribe en The New York Times: «Desde entonces China le ha prestado a Venezuela unos 60 mil millones de dólares», lo que “[…] es principalmente reembolsado con petróleo». Este desvío de petróleo a China está alienando el tesoro del país. “A cambio, las empresas chinas han recibido acceso preferencial al mercado venezolano, así como lucrativas concesiones de infraestructura y manufactura. El flujo de los bienes chinos a Venezuela ha crecido exponencialmente; de menos de 100 millones de dólares en 1999 a 5,7 mil millones de dólares en 2014, sin contar ciertas compras gubernamentales como satélites y cargamentos de armas».
Recientemente, el periódico italiano de economía Italia Oggi observó que tanto China como Rusia —dos países unidos, aunque solo sea, por su apoyo al régimen de Maduro y por la represión contra la libertad religiosa— «[…] durante los últimos 10 a 15 años le han prestado más dinero que todos los demás al régimen de Caracas, con objetivos precisos pero diferentes». Moscú intenta apoyar a los países antinorteamericanos de América del Sur, Pekín quiere involucrar a Venezuela y a su petróleo en la «Iniciativa Cinturón y Carretera», la faraónica «oferta pública de adquisición mundial», puesta en marcha para rediseñar la globalización con «características chinas».
Con su petróleo exportado casi en su totalidad al exterior (China, Rusia y Cuba), en la actual Venezuela —el periódico italiano de economía continúa— «la inflación, a nivel de la República de Weimar, es de alrededor de un millón por ciento anual. La destrucción del poder adquisitivo ha dado como resultado un empobrecimiento general: en la actualidad, la tasa de pobreza supera el 90% de la población, la desnutrición infantil es generalizada y la tasa de crímenes es muy alta». Y Moscú «[…] ha enviado a 400 mercenarios rusos del contingente de Wagner a Venezuela, la misma unidad que ya había sido empleada en Siria y Donbass en lugar de los militares del ejército ruso», agrega Italia Oggi.
Pekín, según los cálculos realizados por Limes, la bien informada revista italiana de geopolítica, «desde el año 2005 […] ha otorgado préstamos a países latinoamericanos por 150 mil millones de dólares». Casi la mitad de este dinero fue destinado solo a Venezuela (la cual, entre otras cosas, según el periódico Affari Italiani, «[…] con el 73% del total es el mayor importador de armas rusas en toda América del Sur»). De esta manera, continúa Limes, Pekín «[…] también ha consolidado las relaciones políticas y económicas con Brasil, Argentina, Chile, Cuba, Ecuador y Bolivia». China «[…]también ha extendido al subcontinente los proyectos de infraestructura de las nuevas rutas de la seda, una iniciativa liderada por China que originalmente solo afectaba a Eurasia. Uruguay, Panamá, Costa Rica y Trinidad y Tobago ya han celebrado acuerdos con la República Popular para convertirse en un empalme de la ruta marítima, y Venezuela ha expresado en repetidas ocasiones su disposición a participar en la iniciativa», junto con El Salvador, quien ya parece tener los ojos de Pekín puestos en él.
Tecnologías de control social
A mediados de septiembre de 2018, Maduro realizó una visita oficial a China. Xi Jinping reiteró su apoyo político y, a cambio, el déspota de Caracas le entregó más petróleo. «Entre los 28 acuerdos económicos firmados por Pekín y Caracas durante la cumbre», explica Limes, “destacamos la venta realizada a una empresa china no especificada del 9,9% de la compañía petrolera chinovenezolana Sinovensa, de la cual la corporación petrolera nacional de China ya posee el 40%. La República Popular también perforará un depósito en Ayacucho en el cinturón del Orinoco (este de Venezuela) y financiará la empresa petrolera mixta Petrozumano con 184 millones de dólares”. Mientras tanto, el pueblo venezolano literalmente muere de hambre a causa de un Maduro con «características chinas».
Los tiranos de Pekín y Caracas también comparten otra pasión: el control obsesivo de sus ciudadanos, oprimiendo su libertad y sus derechos.
Un informe de investigación publicado por la agencia de prensa Reuters en noviembre de 2018 reveló que ZTE Corporation estaría ayudando al régimen socialista venezolano a instalar un sofisticado sistema de control social digitalizado. ZTE —anteriormente Zhongxing Semiconductor Co. Ltd.— es una empresa de telecomunicaciones establecida en el año 1985, en Shenzhen, en la provincia china sureña de Guangdong. El sistema de vigilancia es un relanzamiento de un proyecto que se remonta a abril de 2008, en la época de Chávez. Esto debe ser enfatizado. En la actualidad, algunos intentan culpar solamente a Maduro por todos los fracasos del régimen venezolano, y lo presentan como un «mal socialista» a fin de exonerar a Chávez, quien sería el «buen socialista». Este enfoque ha sido probado con la historia del comunismo soviético, donde Lenin (seudónimo de Vladimir Ilich Ulyanov, 1870-1924) habría sido el «buen comunista» y el «mal comunista» habría sido Stalin (seudónimo de Iosif Vissarionovich Dzhugashvili, 1878-1953). Tales argumentos buscan pasar por alto el hecho de que la pesadilla del gulag, llevada a la fama por Stalin, fue inventada por Lenin.
El programa de ZTE en cuestión registra la información de identificación de los ciudadanos, almacenando datos significativos sobre su comportamiento político, social y económico, a fin de poner toda esa información a disposición de un régimen que se asemeja al chino en términos de represión de las libertades fundamentales.
Para lograr tal control de la información de los ciudadanos, algunos empleados de ZTE serán colocados en una unidad especial de Cantv, la Compañía Anónima Nacional de Teléfonos de Venezuela, la cual es la proveedora estatal venezolana de servicios telefónicos y de Internet a cargo de la gestión de la base de datos desarrollada con la tecnología importada de china. Cabe señalar que ZTE está involucrada, junto con el gigante Huawei Technologies Co. Ltd (creada en el año 1987, también en Shenzhen), en el espinoso asunto de espionaje contra ciudadanos chinos. ZTE y Huawei también están involucradas en el potencial control del mundo a través de la tecnología futurista de 5G (es decir, la “5ta generación” de Internet), que está provocando que los Gobiernos y los académicos de todo el mundo planteen interrogantes y defensas contra estas empresas.
Neocomunistas sumamente ricos
China —tal y como se mencionó anteriormente— no es el único país que apoya el despótico régimen de Maduro. Turquía, quien apoya a Venezuela por razones económicas y políticas, al menos ha tenido la decencia de condenar abiertamente a los infames campamentos de transformación por medio de educación en los cuales al menos un millón de uigures se encuentran detenidos por el delito de ser creyentes y pertenecer a minorías étnicas. La condena de Turquía probablemente se debe principalmente a que los uigures son una población túrcica con ciertos lazos ancestrales y culturales con los turcos de Asia Menor. Pero este hecho no deslegitima las protestas de Turquía contra el comportamiento de China.
Un último aspecto une los despotismos chino y venezolano. Italia Oggi es nuevamente la fuente que informa sobre un estudio según el cual «[…] en Venezuela, entre los años 1999 y 2011, el porcentaje de la economía administrada por entes privados aumentó de 65 a 71%». No obstante, esto no significa que el país le ha dado la espalda al socialismo para lanzarse al «capitalismo»: solo significa que Venezuela está poblada por «[…] una plétora de ‘especuladores socialistas’». Estos individuos han sido y pueden ser capaces de refinanciar su socialismo moribundo, derrotado por la historia, a través del mercado —administrado de manera inmoral— sin, no obstante, cambiar, aunque sea levemente, la estructura de un solo partido que impide la libertad política y la democracia. Esto es lo que, en Bitter Winter, ya he llamado como neopostcomunismo. El mismo también describe perfectamente al régimen de «nuevos ricos» de China, el cual ofrece un ejemplo clásico de esa caricatura de libertad económica denominada «capitalismo de amigos«. Por otra parte, siempre es perfectamente compatible con la violación de los derechos humanos, de hecho, requiere tal violación. Además, el régimen venezolano se encuentra en el centro de un sistema criminal que ayuda a explicar la inquebrantable lealtad mostrada a Maduro por el ejército y por amplios sectores de la clase política.
El 12 de febrero, The Wall Street Journal anunció una resonante «conversión» de China, la cual, preocupada por sus inversiones en caso de un posible cambio de Gobierno en Venezuela, supuestamente intentó reunirse con Guaidò. Pero se trató de una primicia falsa. La agencia de prensa rusa Sputnik, la voz del Gobierno de Moscú, se apresuró a refutar la historia al día siguiente. La empresa conjunta tendiente a pisotear los derechos humanos continúa.
Última actualización en el 21 de febrero de 2019