En el año 2015, China anunció que pondría fin a su política, de décadas de duración, de sustracción de órganos de prisioneros ejecutados para ser utilizados en su próspera industria de trasplantes. No obstante, las cifras indican que los presos de conciencia siguen siendo víctimas de esta práctica inhumana.
por Torsten Trey
Para China, la medicina de trasplante es una espada de doble filo. Si bien el país se muestra impaciente por ejercer el liderazgo en este campo, no puede lograr dicho cometido sin atraer el escrutinio hacia lo que subyace detrás de sus milagrosos trasplantes de órganos. A partir del año 1999, la medicina de trasplantes en China experimentó un crecimiento explosivo. Este desarrollo antinatural no despertó sospechas hasta el surgimiento de denuncias de sustracción forzada de órganos, las cuales fueron realizadas por primera vez en el año 2006, atrayendo la atención y el escrutinio internacional sobre el país. Durante las décadas siguientes, los trasplantes de órganos en China se han convertido en una industria masiva, la cual produce órganos adecuadamente adaptados procedentes de donantes jóvenes y sanos, a pedido. La industria produce un suministro de órganos tan abundante que no solo los pacientes chinos reciben órganos, sino que decenas de miles de “turistas de órganos” provenientes de todo el mundo han viajado a China para someterse a trasplantes.
A principios del año 2015, China anunció reformas y afirmó que pondría fin a la práctica de décadas de duración de sustracción de órganos de prisioneros ejecutados. No obstante, China no mencionó el cese de la sustracción forzada de órganos de los presos de conciencia. En cambio, afirmó que únicamente utilizaría órganos obtenidos de un programa público de donación de órganos recientemente establecido. A pesar de la falta de transparencia y de la ausencia de verificación externa de tales reformas, las mismas han ganado aceptación y reconocimiento por parte de algunas organizaciones internacionales de trasplantes.
Cifras de registros de donantes
China informó que realizó más de 15 000 trasplantes de órganos durante el 2017, pasando a ser la segunda cantidad más alta a nivel mundial. Hasta ese momento, solo existían 375 000 donantes de órganos registrados oficialmente. La enorme cantidad de trasplantes parece impresionante. Sin embargo, es fundamental tener en cuenta que la cantidad de donantes de órganos registrados no equivale a las donaciones de órganos reales. Dado que el programa de donación de órganos fue puesto en marcha tan solo 4 años antes, existe un factor de tiempo a considerar. Para que un órgano pueda estar disponible para ser trasplantado, no solo primero debe fallecer el donante registrado, sino que también debe hacerlo de una manera que permita la donación de órganos. Sería de lo más inusual que una cantidad suficiente de personas muriera poco después de haberse registrado como donantes de órganos. Por otra parte, no todos los órganos procedentes de donantes de órganos registrados son elegibles para ser trasplantados. El Reino Unido y los Estados Unidos cuentan con 21 millones y 150 millones de donantes de órganos registrados, respectivamente. Sin embargo, el año pasado, el Reino Unido contó con tan solo unas 1300 personas que donaron sus órganos, mientras que, en Estados Unidos, unas 10 000 personas fueron donantes. Si se compara la cantidad de donantes de China con las del Reino Unido y EE. UU., las afirmaciones de China en las que asegura que los órganos utilizados únicamente son obtenidos de su programa de donantes, son logísticamente improbables. Según las cifras oficiales de China, la proporción de donaciones de órganos reales con respecto a la cantidad de donantes registrados es 140 veces mayor que en los otros dos países. El programa chino de donación de órganos tenía solo 4 años de antigüedad en el año 2017. Se han tardado varias décadas en crear el grupo de millones de donantes de órganos registrados en el Reino Unido y en Estados Unidos. Estos hechos, resumidos en la Tabla 1, plantean serias preocupaciones con respecto al origen de los 15 000 órganos trasplantados en China durante el año 2017. ¿Puede ser el recientemente creado programa de donación de órganos chino la única fuente de órganos?
El informe de investigación titulado: «Extracción sangrienta/La matanza –una actualización», publicado por David Kilgour, David Matas y Ethan Gutmann en el año 2016, proporciona más información sobre los volúmenes no oficiales de trasplantes de órganos realizados en China cada año. Tomando en cuenta todos los datos disponibles procedentes de los hospitales chinos donde se realizan trasplantes, la cantidad de camas de trasplantes en cada hospital, la cantidad de veces que se utiliza una cama de trasplante cada año, y la tasa de utilización de camas, el informe estimó que la industria de trasplantes de órganos en China realiza no menos de 60 000-100 000 trasplantes de órganos al año. Si los 15 000 órganos para trasplante declarados oficialmente en realidad fueron obtenidos de donaciones voluntarias de órganos, ¿entonces de dónde se obtuvieron los 45.000-75.000 órganos restantes?
Manipulación de datos y mentiras
Existen más problemas de credibilidad relacionados con este programa de donación de órganos. El supuesto programa de donación voluntaria de órganos comenzó a ser implementado en todo el país recién en agosto del año 2013. La organización Médicos contra la Sustracción Forzada de Órganos (DAFOH, por sus siglas en inglés) supervisó el registro de donación de órganos en China durante 18 meses, desde el año 2014 hasta el año 2016. DAFOH observó que, en un solo día, entre el 30 de diciembre y el 31 de diciembre de 2015, fueron ingresados exactamente 25 000 donantes de órganos en el registro. Otro ingreso de más de 88 300 donantes de órganos fue registrado durante una sola semana en diciembre de 2016. Estos dos casos de aumento abrupto del registro de donantes en un país tradicionalmente renuente a donar órganos, suscita serias inquietudes y lleva a pensar que el aumento en la cantidad y el momento en el que se llevaron a cabo dichos registros, a fines de año, se debe a una manipulación de datos. La siguiente gráfica muestra el historial anómalo de entradas en el registro de donación de órganos. La falta de integridad en los datos es evidente.
Las declaraciones y promesas que los funcionarios chinos realizaron ante la comunidad internacional de trasplantes con respecto a la reforma de su política de trasplante de órganos, reflejan el mismo nivel de integridad que el que refleja su registro de donación de órganos. Por ejemplo, en febrero de 2017, funcionarios chinos asistieron a una conferencia sobre trasplantes en el Vaticano y declararon que el turismo de trasplantes está prohibido en China, que no existe un turismo de trasplantes en China y que, si se descubriera que un médico u hospital atiende a “turistas de trasplantes”, su licencia sería revocada. Algunos miembros de la comunidad internacional de trasplantes creyeron estas declaraciones categóricas.
Nueve meses después, en noviembre de 2017, un equipo de filmación de la cadena de TV coreana Chosun visitó China para llevar a cabo una investigación in situ sobre el turismo de trasplantes, utilizando el pretexto de buscar trasplantes de riñón para familiares. El equipo filmó su visita al Centro Oriental de Trasplante de Órganos emplazado en Tianjin con una cámara oculta. El directorio del hospital enumera tres salas internacionales dedicadas al trasplante de órganos de turistas. De hecho, el hospital ha agotado su propia capacidad, y se ve obligado a alquilar un piso en un hotel cercano para poder alojar a pacientes coreanos. Una enfermera del hospital reveló que existían incluso más receptores de órganos procedentes de Medio Oriente que de Corea del Sur. Cuando se le preguntó si el Gobierno prohíbe el turismo de órganos, la enfermera respondió que el Gobierno chino finge no saber nada al respecto.
Impedimentos sistémicos
En última instancia, debe reconocerse que el éxito de cualquier sistema de donación de órganos, sin importar cuán sofisticado o bien diseñado esté, debe comenzar con elementos externos al sistema en sí. Un programa exitoso de donación de órganos requiere una sociedad cuyos miembros estén dispuestos a donar órganos. Una sociedad solo estará dispuesta a donar órganos si confía en que su salud, su bienestar y su dignidad como donantes de órganos no serán objeto de abuso. No hay motivo para gozar de tal confianza en el contexto de la sociedad china, la cual se caracteriza por una ausencia del estado de derecho.
La falta de un «final global» relacionado con la práctica de la sustracción forzada de órganos está emparejada con algunas ilegalidades presentes en el ordenamiento jurídico chino. En el año 1984, China implementó disposiciones para autorizar la sustracción de órganos de presos que habían sido ejecutados. Contrariamente a la promesa anunciada de poner fin a la práctica realizada en el año 2015, estas disposiciones habilitantes no han sido abolidas y siguen estando vigentes como ley. Por otro lado, no existe una ley en China que prohíba la sustracción de órganos de presos ejecutados y de presos de conciencia. Si bien el anuncio habla de un final de este abuso, el marco legal imperante en China indica que la sustracción de órganos de presos ejecutados y de presos de conciencia sigue siendo legal. Dicha cuestión es alarmante.
En enero de 2017, el periódico Financial Times citó al Presidente de la Corte Suprema de China, el cual había declarado que el Partido Comunista se encuentra «por encima de la constitución china». En el sistema de salud chino, donde los hospitales son autosuficientes y la asistencia médica está privatizada, la motivación y el correspondiente temor generados por la búsqueda de ganancias y el uso indebido del proceso de donación de órganos son especialmente graves. Esto es aún más grave en el contexto de la industria del trasplante de órganos en China, la cual se ha vuelto sumamente comercial en las últimas dos décadas.
Hasta que no se aborden estos impedimentos sistémicos relacionados con la donación de órganos, cualquier programa de donación voluntaria de órganos en China estará destinado a fallar.
El gigante oculto
El programa voluntario de donación de órganos en China pudo haber fracasado, pero las actividades de trasplante de órganos han continuado llevándose a cabo de forma ininterrumpida desde el año 2000. Tal y como señalamos anteriormente en nuestro artículo académico titulado «El Genocidio Frío de Falun Gong», el desarrollo de la industria china de trasplante de órganos se alineó con la política de genocidio contra Falun Gong implementada por el régimen comunista chino. Bajo esta campaña, una gran cantidad de practicantes de Falun Gong son detenidos en secreto, de forma indefinida y arbitraria, y son sometidos sistemáticamente a análisis de sangre y a revisiones médicas. Teniendo en cuenta su número y vulnerabilidad, son los únicos que permiten explicar el origen de las vastas cantidades de órganos vivos que abastecen a la industria del trasplante de órganos en China. Esta explicación está respaldada por una cantidad significativa de testimonios brindados por testigos y admisiones registradas en hospitales chinos, así como también por funcionarios del PCCh.
En el documental producido por la cadena surcoreana de TV Chosun, mencionado anteriormente, una enfermera de pabellón les aseguró a los periodistas, en menos de 30 minutos, que su familiar podría recibir un riñón dentro del plazo de una o dos semanas. A su vez, se les informó que el tiempo de espera podría reducirse a tan solo dos días si realizaban una «donación» adicional al hospital. La misma enfermera también les aseguró que los órganos pertenecían a donantes jóvenes y sanos. Los periodistas filmaron el hospital durante la noche, y observaron que su sala de operaciones estaba en funcionamiento las 24 horas del día.
Conclusión
La falta de transparencia y responsabilidad en la industria china de trasplantes, la ambición de China por liderar el mundo en lo que respecta a trasplantes de órganos, la ausencia de un estado de derecho en dicho país, y la aceptación sin cuestionamientos de la narrativa china por parte de algunas esferas pertenecientes a la comunidad internacional, han creado un entorno de impunidad donde fue posible perpetrar crímenes de lesa humanidad, tales como el genocidio frío impulsado por el Estado contra Falun Gong. Las circunstancias que dieron como resultado el lento genocidio llevado a cabo en China, actualmente están siendo analizadas en círculos académicos. Es hora de que la comunidad internacional mire más allá del engañoso velo de la llamada «reforma del sistema de salud» implementada en China, confronte la evidencia y los datos disponibles, y haga pública la práctica china de sustracción forzada de órganos, la cual no solo es un acto poco ético, sino que también es utilizada como una herramienta rentable en el proceso de genocidio frío.