La política de «defensa conjunta de diez hogares» se está extendiendo rápidamente a través de Sinkiang y aterrorizando tanto a las minorías como al pueblo chino de etnia han.
Recientemente, Bitter Winter informó sobre la «defensa conjunta de diez hogares», la cual ha sido instaurada en varias regiones de Sinkiang. Grupos de diez hogares chinos de etnia han se ven obligados a comprar equipos de control antidisturbios para mantener a raya a las minorías de etnia uigur.
Ahora tenemos los detalles sobre la manera en la que estos grupos están siendo entrenados. Desde mayo de 2018, la política ha sido implementada por completo en la ciudad de Shihezi de Sinkiang. La policía lleva a cabo «simulacros antiterroristas» con regularidad e incluso los dueños de negocios deben participar en ellos.
Al igual que lo que sucede con los hogares, los dueños de negocios se han visto obligados a gastar una gran cantidad de dinero para comprar el equipo necesario. Eso incluye extintores de incendios, botones de alarma (antipánico), ropa de protección, garrotes y demás. Autoridades pertenecientes a varios departamentos se turnan para inspeccionar el equipo de cada negocio, e incluso si se descubre un solo artículo faltante, el mismo será clausurado.
Tan pronto como los policías hacen sonar los silbatos, se espera que el propietario y sus empleados se presenten en un lugar designado dentro de 30 segundos, armados con el equipo completo. Aquellos que no lo hacen son castigados. Por la primera violación, se da un recordatorio. Por la segunda, el negocio del propietario es clausurado durante tres días. La tercera es la violación final permitida, ya que por ella las personas que la cometen son enviadas a campamentos de «transformación por medio de educación».
En junio, el dueño de una tintorería tardó en salir después de oír el silbato. Como consecuencia de ello fue clausurada y el propietario, que fue enviado a un campamento, todavía se encuentra detenido.
Esto ha creado una atmósfera de pánico y temor entre los dueños de negocios y los trabajadores. Una mesera que trabaja en un restaurante se quejó, «Estamos asustados y nerviosos todos los días. Siempre estamos alertas y temerosos de enfrentar serias consecuencias si no escuchamos el sonido del silbato proveniente del exterior. Nuestro jefe también nos ha recordado en varias ocasiones que, si no queremos que lo envíen a un campamento o que clausuren el restaurante, debemos prestar atención».
La camarera recuerda un incidente reciente. «Esa vez, mientras estaba ocupada en el trabajo, un colega me dijo que creía haber escuchado un silbido afuera. Sin dudarlo, me apresuré a salir. Pero tan pronto como miré a mi alrededor, vi que no había nadie. El silbido había sonado para diez tiendas situadas detrás de nosotros. Esto ha sucedido muchas veces, y este temor nos está volviendo locos».
Informado por Li Zaili