Las autoridades de Hubei han sellado y demolido templos budistas, cortando la fuente de sustento de los creyentes y dejándolos sin hogar.
Cai Congxin
Desde que en febrero de 2018 entraran en vigencia los Nuevos Reglamentos sobre Asuntos Religiosos, las autoridades chinas han intensificado la represión llevada a cabo contra templos budistas tradicionales, y algunos de los mismos han sido sellados y clausurados. Bitter Winter había informado anteriormente que solo en el condado de Yangxin, bajo la jurisdicción de la ciudad de Huangshi, en la provincia china central de Hubei, habían sido clausurados más de 100 templos. Detrás de las escenas de cada templo clausurado yace el dolor y la tristeza de innumerables creyentes.
Un templo fue sellado y su propietaria intentó suicidarse
El Templo de Linggan (cuya traducción literal es: «Templo de la Inspiración») está emplazado en el poblado de Yitang del condado de Yunmeng, bajo la jurisdicción de la ciudad de Xiaogan, en Hubei. La propietaria del templo, de unos sesenta años, gastó 100 000 yuanes (aproximadamente 14 900 dólares) para construir el Salón Sanbao del templo. Recién el año pasado pudo devolver todo el dinero utilizado para construir dicho salón.
El 12 de octubre de 2018, dos funcionarios de la Agencia de Asuntos Religiosos del condado se presentaron en el Templo de Linggan y lo sellaron, alegando que no poseía un certificado de registro de lugar de actividad religiosa. Prohibieron la quema de incienso y la celebración de servicios conmemorativos, y los fieles dejaron de asistir al mismo. Esto representó una seria amenaza para el sustento de la propietaria del templo y para dos creyentes ancianos, uno de ellos de aproximadamente noventa años, el cual necesitaba medicación, que durante muchos años vivieron en el templo.
Para que la prohibición del templo fuera levantada lo antes posible, la propietaria del mismo realizó múltiples consultas en la Agencia de Asuntos Religiosos del condado, pero los funcionarios fueron retrasando el proceso.
A fines de enero de este año, sumamente estresada, la propietaria del templo desarrolló presión arterial alta y tuvo que ser hospitalizada, gastando más de 5000 yuanes (alrededor de 750 dólares) en concepto de gastos médicos, los cuales tuvo que pedir prestados.
Al ser dada de alta del hospital y enfrentando una pesada carga financiera, la propietaria del templo se mostró cada vez más abatida: la clausura del templo llevada a cabo por el Gobierno la colocó en una situación desesperada. Al no hallar una salida, intentó suicidarse envenenándose. Temiendo que su intento de suicidio pudiera ser relacionado con la clausura del templo, los funcionarios de la Agencia de Asuntos Religiosos del condado permitieron que el templo fuera reabierto. No obstante, siguieron sin permitir la quema de incienso ni la celebración de servicios conmemorativos budistas.
“En la actualidad, solo podemos confiar en las modestas donaciones de los fieles para subsistir a duras penas. Podemos tomarnos un día a la vez», afirmó la dueña del templo con suma impotencia.
Un templo fue demolido por la fuerza, dejando a un anciano abad sin hogar
Igualmente miserable es la difícil situación que está atravesando un abad de aproximadamente setenta años del Templo de Baima (cuya traducción literal es: «Templo del Caballo Blanco»), emplazado en el poblado de Chenhe de la ciudad de Yingcheng, en la provincia de Hubei.
En noviembre de 2018, funcionarios de la Agencia de Asuntos Religiosos de la ciudad afirmaron que el templo era ilegal y le exigieron al abad que lo demoliera. El abad no estaba dispuesto a hacerlo, por lo que, más de un mes después, varios funcionarios gubernamentales llevaron excavadoras y camiones al lugar para demoler el templo por la fuerza.
El abad discutió con los funcionarios y les dijo que había gastado decenas de miles de yuanes para renovar el templo, y que si el mismo era demolido, el Gobierno debería compensarlo.
“¡No habrá ningún tipo de compensación! ¡Demuélanlo!”, ordenó un funcionario gubernamental.
Inmediatamente, los trabajadores de la demolición sacaron del Templo de Baima cinco grandes estatuas de Bodhisattva, y luego utilizaron excavadoras para arrasar el templo por completo.
El abad del templo afirmó con tristeza: «Había planeado pasar mi vejez en el templo. Ahora, en un instante, el templo se ha convertido en un montón de ruinas. ¿A dónde se supone que debo ir para establecerme en el futuro?”
Un abad fue dejado a merced del clima invernal
Casi al mismo tiempo, más de diez funcionarios y oficiales de policía del poblado de Lidian, bajo la jurisdicción de la ciudad de Anlu, se presentaron en el Templo Budista de Jile local (cuya traducción literal es: «Templo Budista de la Felicidad»). Un funcionario afirmó: “Actualmente, el Estado está restringiendo las creencias religiosas para aniquilar el crimen de pandillas y eliminar el mal. No cuentan con un permiso del Gobierno, por lo tanto, el templo es ilegal, y debe ser clausurado». El funcionario le advirtió al abad del templo que no tenía permitido usar una túnica de monje cuando se encontrara fuera del templo.
El abad respondió que ya en el año 2014 había solicitado un certificado de registro de lugar religioso, pero que el Gobierno continuamente se había negado a emitirlo.
La policía afirmó que habían ido al lugar para cumplir con sus deberes oficiales, y que el abad no debía desobedecer. Posteriormente, cerraron por la fuerza la entrada del templo y la habitación del abad, sellando las instalaciones con cinta.
En la fría estación invernal, el abad fue dejado sin ropa de abrigo y ropa de cama adecuada para poder dormir en una habitación adyacente al templo.