Un artículo publicado en Foreign Policy revela cómo China utiliza su influencia económica para evitar que los medios de comunicación extranjeros brinden información sobre persecución religiosa.
por Massimo Introvigne
El 14 de septiembre, un artículo escrito por Azad Essa en la prestigiosa revista Foreign Policy dio a conocer cómo funciona la política del Frente Unido para controlar a los medios de comunicación extranjeros en lo concerniente a persecución religiosa.
Azad Essa es un periodista que escribía una columna semanal sobre minorías étnicas y derechos humanos en la red de periódicos sudafricana Independent Media, la segunda más grande del país. A principios de septiembre, Essa dedicó su columna al hecho de que los líderes africanos reunidos en Pekín para el foro China-África guardaron silencio sobre la persecución religiosa llevada a cabo allí, particularmente sobre el confinamiento de un millón de musulmanes uigures en los temidos campamentos de transformación por medio de educación, una problemática con la que los lectores de Bitter Winter seguramente están familiarizados. Esto fue sorprendente, considerando que algunos líderes africanos comparten la misma fe musulmana sunita de los uigures, pero quizás menos sorprendente si se consideran las acusaciones generalizadas de que, además de las inversiones oficiales, el dinero de China va a menudo directamente a los bolsillos de los políticos africanos.
El artículo de Essa había sido publicado en algunos periódicos de Independent Media, cuando recibió una llamada en la que le decían que el mismo no estaría disponible en línea. Un día después de la llamada, su columna fue cancelada, con la explicación de que una renovación del periódico por parte del grupo, hacía que sus artículos ya no fueran adecuados.
Lo que realmente sucedió es que las empresas de propiedad del gobierno chino, que poseen un control del 20% de Independent Media, le pidieron a la gerencia que despidiera al perturbador periodista. China está invirtiendo miles de millones para asegurar su hegemonía política en África. También ha invertido en medios de comunicación, invitando a China, agasajando, apoyando a los periodistas africanos en apuros, y abriendo canales africanos y ediciones de medios de comunicación chinos directamente controlados por el Partido Comunista Chino (PCCh). Pero esto no fue suficiente, y las críticas al pésimo historial de derechos humanos de China aún fueron escuchadas en África, un continente estratégicamente crucial para el PCCh.
Debido a ello, el Partido decidió hacerse cargo directamente de los principales medios de comunicación africanos comprando sus acciones a precios superiores. Numerosos medios de comunicación africanos destacados están perdiendo dinero y han estado más que felices de venderle a los chinos. Esto fue cierto para el Grupo Nacional de Medios de Kenia, mientras que la Corporación de Televisión Nacional de China y el Fondo para el Desarrollo China-África realizaron inversiones considerables en los medios de comunicación de Independent Media. El Grupo StarTimes, descrito como el «operador de televisión digital de más rápido crecimiento y más influyente en África», cuenta con filiales en treinta países africanos diferentes. Teóricamente es de propiedad independiente, pero sus conexiones con China han sido reveladas por periodistas de investigación. Y así por el estilo.
Sin embargo, las inversiones del PCCh en los medios de comunicación africanos no tienen como objetivo la obtención de un rendimiento financiero. Tampoco forman parte de ayuda humanitaria. El PCCh quiere controlar las noticias relacionadas con China. Sabe que, a través de sucursales y grupos controlados directa o indirectamente, puede ingresar a las comunidades de medios de comunicación locales e influir también en otros medios.
La estrategia está dando sus frutos. Cada vez es más difícil encontrar en África a medios de comunicación dispuestos a informar sobre la persecución religiosa en China. Esto no es una coincidencia Y los mismos esfuerzos sistemáticos continúan, tal vez de una manera menos evidente y obvia, también en otras partes del mundo.