Ante el temor generado por los inspectores internacionales que investigan abusos contra los derechos humanos en Sinkiang, las autoridades adoptan estrictos métodos tendientes a ocultar sus actividades e intimidar a las familias para que guarden silencio.
Los campamentos de «transformación por medio de educación» chinos, dirigidos a la minoría étnica musulmana uigur, han atraído recientemente la atención mundial y han generado la condena internacional, y como consecuencia de ello se ha solicitado que equipos de inspección investiguen presencialmente la situación de estos. A fin de estar preparados para la posible llegada de inspectores, las autoridades provinciales de Sinkiang están intensificando los esfuerzos para ocultar la verdad relacionada con los campamentos.
Según una fuente procedente de la prefectura Autónoma Kazaja de Ilí en Sinkiang, los funcionarios locales le ordenaron al personal que recopile información clave sobre cada detenido y que la compile en un tarjeta de archivo secreta. Aquellos detenidos cuyos «delitos» se consideren relativamente menores podrían ser transferidos, para detención continua, a instalaciones menos parecidas a las de una prisión, y que se asemejen más a viviendas de bajo costo.
Nuestras fuentes informan que funcionarios de alto cargo han enfatizado ante el personal que trabaja en el proyecto que su trabajo debe permanecer en secreto. Una fuente informa que le han dicho: «No revele ni una palabra de lo que está haciendo porque los medios de comunicación extranjeros podrían sacar provecho de ello». La recopilación de información es controlada de cerca y está prohibido comunicarse con el mundo exterior mientras se esté trabajando. Cuando una tarea es completada, se destruye todo el papel de desecho y el personal «tiene prohibido sacar incluso la mitad de un trozo de papel».
El esfuerzo por ocultar los detalles relacionados con la represión llevada a cabo contra uigures también se está extendiendo a los familiares de los detenidos. Nuevos documentos revelan la extrema presión que se ejerce sobre los familiares para que guarden silencio.
Bitter Winter obtuvo una copia de una Notificación dirigida a familiares de detenidos, la cual es enviada a las familias de estos en Sinkiang. La notificación les informa a los familiares que, “las familias de ‘Estudiantes’ [un eufemismo que se refiere a los reclusos] deben cumplir con los requisitos de confidencialidad. No se les permite reportar, en persona o en línea, ninguna información que contradiga las políticas del Partido y del Gobierno”. La notificación también estipula que “los familiares de los ‘estudiantes’ deben respetar las leyes y regulaciones nacionales, no deben generar ni difundir rumores y deben participar en actividades grupales, obedecer al Partido, estar agradecidos al Partido y seguir al Partido».
Las familias se responsabilizan por el destino de sus seres queridos. Se le asigna un puntaje integral a cada familia, basado en el cumplimiento de dicha familia con respecto a la notificación. Posteriormente, ese puntaje es utilizado para determinar cuándo se “graduará” el estudiante-prisionero. Para proteger a los prisioneros y asegurar su liberación, los familiares de los detenidos deben apoyar activamente al Gobierno, tanto de palabra como de hecho.
Tal y como Bitter Winter ha informado anteriormente, las autoridades del Partido Comunista Chino (PCCh) están trasladando a cientos de miles de uigures detenidos a prisiones emplazadas en otras provincias, a fin de lograr que el programa de detención masiva y reeducación sea menos visible. Según fuentes, hasta 500 000 prisioneros uigures que cumplan largas condenas podrán ser transferidos a las mismas.
Medios de comunicación extranjeros han informado que las autoridades de Sinkiang están eliminando pruebas de los campamentos de «transformación por medio de educación», anticipándose a la llegada de inspectores internacionales. También se afirma que los funcionarios están obligando a los residentes locales a «memorizar y a escribir, de memoria, las respuestas proporcionadas por el Gobierno a las posibles preguntas que podría realizar un equipo de inspección». Algunos residentes se han visto obligados a practicar canciones y bailes uigures y a fingir un entorno alegre tendiente a dar la impresión de que «no existe ninguna clase de actividad contraria a los derechos humanos en los campamentos», y que «los residentes locales están viviendo y trabajando en un ambiente de paz y alegría».
Informado por Li Zaili