El confinamiento masivo de uigures de Sinkiang en campos de internamiento provocó que una enorme cantidad de hijos y padres de los detenidos quedaran abandonados y sin medios de subsistencia.
por Chang Xin
El Partido Comunista Chino (PCCh) ha detenido a millones de uigures y a miembros de otras etnias musulmanas en campamentos de transformación por medio de educación emplazados en Sinkiang, obligándolos a trabajar de forma gratuita, mientras que sus hijos y padres quedan abandonados a su suerte. Bitter Winter habló con algunos de ellos en la prefectura de Turfán de la región.
Una mujer uigur de aproximadamente 80 años le dijo a Bitter Winter que en el año 2018, su hijo y su nuera fueron enviados a un campo de internamiento por haber asistido a servicios de culto y usado una vestimenta tradicional. La misma quedó al cuidado de sus cuatro nietos, el más pequeño de los cuales es un bebé. Al no tener a alguien que pudiera trabajar su tierra, en la cual cultivan uvas, tuvo que alquilarla por una pequeña cantidad para poder pagar las necesidades diarias.
En la prefectura hay una gran cantidad de familias como la suya. La anciana le dijo a Bitter Winter que más de 50 personas de su aldea se encontraban detenidas en campamentos. El cultivo de uvas es la principal fuente de ingresos de los agricultores de Turfán, pero dado que numerosos uigures, quienes solían trabajar la tierra y recoger y vender uvas, han sido detenidos, las familias locales han sufrido pérdidas financieras sustanciales.
«Tengo que encargarme de todo el trabajo de cultivo de uvas, pero apenas puedo arreglármelas», le dijo con impotencia a Bitter Winter otra mujer uigur. «Deseo que liberen a mi esposo para que pueda ayudarme, pero es solo un sueño». Desde que su esposo fuera detenido en abril de 2018 por asistir a servicios de culto, la mujer ha estado haciéndose cargo de su hogar y cuidando a sus dos hijos sola. Alquiló la mitad de sus 1,6 acres de tierra para poder percibir algunos ingresos y dejó la otra mitad para ella.
«Es sumamente difícil hacerse cargo y cuidar a dos niños sola, pero simplemente reprimo el estrés y lloro cuando me siento abrumada. No hay mucho que pueda hacer al respecto», afirmó la mujer, mirando con preocupación las uvas secas que aún tenían que ser vendidas.
Cada semana tiene que asistir a tres clases que se imparten en el comité de la aldea para estudiar el pensamiento del presidente Xi Jinping, la «unidad nacional» y otros contenidos similares. «Los funcionarios gubernamentales me dijeron que mi esposo estudia dentro del campamento las mismas cosas que yo estudio afuera, y que como ambos estamos estudiando, podría llegar a ser liberado antes de cumplir su condena», afirmó con esperanza.
Los padres de un hombre uigur de más de 20 años fueron detenidos en el año 2018. Como el mismo no podía hacerse cargo de los más de 16 acres de tierra de la familia se vio obligado a observar con impotencia cómo las uvas se iban convirtiendo en desechos. Cada acre solía aportarles un ingreso anual de entre 60 000 y 120 000 yuanes (aproximadamente de 8400 a 16 800 dólares) en promedio, pero la tierra ahora está cubierta de malezas más altas que el emparrado de la viña.
Dos niños, de 5 y 6 años, pertenecientes a otra familia uigur, se encuentran en una situación aún más grave. Sus padres fueron detenidos en el año 2017 y los mismos quedaron al cuidado de sus abuelos, quienes fueron arrestados y detenidos un año después. Los dos niños actualmente se encuentran al cuidado de parientes.
Según una fuente local, el padre de los niños fue arrestado por usar barba y su madre por usar una falda negra y un velo.
Luego de que en el año 2017, el padre, el tío, la tía y otros familiares de una mujer uigur de 25 años fueran enviados, uno tras otro, a los campamentos, la misma ha quedado a cargo de sus hermanos menores y de su madre, la cual padece una enfermedad cardíaca. Dado que el Gobierno confiscó todas las propiedades de su familia, la joven también debe pagar los gastos de subsistencia de sus familiares detenidos en los campamentos.
«Al principio lloraba todos los días, pero no podía cambiar nada; solo podía intentar sobrevivir», afirmó la angustiada joven. «Ahora, solo me esfuerzo por ganar dinero bajo una presión insoportable».