Una creyente fue reprendida por financiar la construcción de una iglesia y las autoridades exigieron demolerla.
En marzo de 2014, Li Susu (seudónimo), cristiana de una iglesia doméstica de la ciudad de Guangyuan, Sichuan se enteró de que su cáncer entró en remisión y decidió retribuirle a Dios por darle otra oportunidad de vivir. No había iglesias cristianas en ninguna de las aldeas del área, por lo que contribuyó con 350 000 yuanes para la construcción de una iglesia de 100 metros cuadrados en el terreno de su casa, la cual estaría concluida a fines de 2015.
Del 14 al 16 de enero de 2016, cristianos, pastores y presbíteros de tres pueblos cercanos se reunieron felices en la nueva iglesia, e incluso un pastor de la ciudad de Xi’an llevó 200 Biblias para distribuir entre los cristianos locales.
Según una fuente interna, la inauguración de la iglesia fue secretamente fotografiada, y los dirigentes del pueblo se reunieron más tarde para discutir el asunto de la nueva iglesia. Se decidió cerrarla inmediatamente y quitar la cruz del techo y el púlpito dentro de la iglesia. Se organizó otra reunión, donde los líderes del departamento de seguridad mencionaron específicamente el nombre de Li Susu, afirmando que fue demasiado audaz al atreverse a construir una iglesia de Dios frente a la nariz del Partido Comunista; por lo que fue acusada de contrarrevolucionaria.
No mucho después de la reunión, 14 dirigentes de la aldea se unieron para coaccionar a Li Susu, exigiendo que ella misma demoliera la iglesia que había construido en tres días. Li Susu se negó. Mucha gente en el pueblo habló en su nombre con la esperanza de que el gobierno no derribara la iglesia.
Presionados por el gobierno, los amigos y parientes de Li Susu quitaron el atril, cortaron la cruz y dividieron el interior de la iglesia en secciones más pequeñas. A pesar de que se conservó la edificación de la iglesia, las instalaciones interiores quedaron arruinadas e inutilizables; los dirigentes del pueblo confiscaron 22 mesas y bancos nuevos. Li Susu y su esposo fueron obligados a ir a la municipalidad para firmar una garantía de que a partir de ese momento no celebrarían ninguna actividad religiosa en la iglesia.
Fuentes revelaron que después de que Li Susu fue obligada a firmar la garantía, lloró mientras volvía caminando hacia su hogar. Afirmó que solo había querido darles a los otros cristianos un lugar para congregarse y orar y que nunca había pensado que, al final, la iglesia quedaría en ruinas y que no se les permitiría orar allí. Las autoridades siguen rastreando y monitoreando el teléfono móvil de Li Susu, al igual que sus movimientos.
Informado por Yao Zhangjin