La policía torturó a nueve trabajadores de una Iglesia doméstica dela provincia de Hainan. La mayoría de ellos sufrieron heridasinternas.
Un miembro de la Iglesia Sola Fide del condado autónomo de Changjiang Li, en la provincia china de Hainan, habló hace poco con Bitter Winter sobre su experiencia hace cinco años al ser detenido y torturado por la policía.
En la tarde del 2 de noviembre de 2013, la policía irrumpió en las casas de varios miembros de la Iglesia y detuvo a nueve de ellos sin que mediara orden judicial alguna.
Fueron trasladados a una oficina del Gobierno local de la ciudad en la que los presionaron para que firmaran declaraciones renunciado a sus creencias. Los funcionarios les dijeron que habían sido detenidos porque “cada vez más personas creen en Jesús y ya nadie cree en el Partido Comunista”.
Dado que todos se negaron a firmar las declaraciones, fueron encerrados en dos celdas separadas y los agentes de policía recibieron órdenes de “golpearlos hasta matarlos”.
“Los agentes de policía utilizaron cuerdas para atarme las manos y tirar de ellas con fuerza en direcciones opuestas, mientras me colocaban bastones eléctricos debajo de los brazos. Luego, se turnaron para darme puñetazos en el área del riñón y la cintura. También me golpearon varias veces con bastones eléctricos. Convulsioné debido a la corriente eléctrica. La policía me golpeaba mientras preguntaba: “¿Vas a firmar?”.
La paliza continuó porque los detenidos siguieron negándose a firmar. “Me golpearon hasta el punto de que perdí el equilibrio. El dolor era insoportable. Sentía que mis riñones podrían estar perforados y que no lograba controlar la orina. Los oficiales me golpearon en los riñones y la cintura intencionalmente, no tocaron otras partes de mi cuerpo. Pensé que estaría muerto antes de que acabara la noche”.
Los oficiales dejaron de torturarlos a las 5:00 de la madrugada, al ver que ya no aguantaban más.
Siete de los nueve cristianos detenidos resultaron gravemente heridos y no podían caminar. Miembros de su congregación los llevaron al hospital y un médico les dijo que sus riñones y otras partes del cuerpo estaban gravemente afectados y debían ser hospitalizados. Como no tenían dinero, los creyentes torturados volvieron a sus hogares para tratarse con hierbas medicinales.
Sus problemas no terminaron allí. El 11 de noviembre, las autoridades citaron de nuevo a los nueve y les prohibieron organizar reuniones de creyentes y difundir el evangelio, porque consideraban que celebraban reuniones ilegales. Un funcionario explicó que fueron golpeados para que aprendieran, para ayudarlos.
Las autoridades siguen vigilándolos. Las visitas de la policía local o de los funcionarios son especialmente frecuentes en las fiestas cristianas o cuando el Gobierno central emite directrices sobre la religión. Se les pregunta con insistencia sobre su creencia en Dios y se les advierte que no difundan el evangelio, de lo contrario serían detenidos y encarcelados.
Informado por Lin Yijiang