En un hecho representativo de la situación actual en Sinkiang, una familia musulmana fue separada, luego de que cuatro de sus miembros mujeres fueron detenidas por períodos indefinidos.
En mayo del año pasado, las autoridades chinas emitieron un documento en el que exigían la «erradicación» de la fe religiosa. En esencia, alentaban a los ciudadanos comunes a informar si descubrían a alguien practicando cualquier forma de creencias religiosas.
Un mes después, una mujer musulmana fue arrestada junto con otras catorce personas. Todos ellos recibieron sus sentencias de prisión en menos de tres meses. Un oficial de policía le dijo al hijo de la mujer, Salamet (seudónimo), que no podía verla porque no era receptiva a sus «estudios».
En enero de este año, a Salamet y a su padre se les permitió hablar con ella mediante una videoconferencia de cinco minutos de duración. Temerosa de las consecuencias de decir algo errado, repetía constantemente que estaba bien. Salamet no ha podido volver a verla desde entonces. Su padre se ha sentido desconsolado y también tuvo que ser hospitalizado durante un tiempo.
Y luego, las cosas empeoraron aún más en el mes de marzo. Esta vez, fue la esposa de Salamet quien fue arrestada. Otras seis personas también fueron detenidas junto con ella. Todos están recluidos en un centro de detención local, pero hasta la fecha, nadie sabe el motivo de la detención.
Una vez más, cuando Salamet vio a su esposa a través de una videoconferencia, la misma no dijo nada, excepto que estaba bien. Salamet pudo notar que su esposa se encontraba bajo coacción y que no podía decir lo que pensaba. Ambos sabían que la conversación estaba siendo monitoreada y que podría haber más consecuencias negativas si hablaban sobre algo más.
La situación en su casa era ahora más grave ya que, con su madre y su esposa detenidas, alguien tenía que cuidar de su padre enfermo y de sus dos hijos. Salamet intentó renunciar a su trabajo, pero fue amenazado para que no lo hiciera. La renuncia de un puesto deber estar acompañada por una razón oficial para ser tomada en cuenta, y en el caso de Salamet, sería considerado como una queja contra las autoridades del PCCh.
El año pasado, su cuñada también fue detenida, pero hasta la fecha, nadie sabe por qué y tampoco ha sido liberada. En el año 2015, Alena (seudónimo), esposa del sobrino de Salamet, Sadiq (seudónimo), fue detenida porque alguien informó que practicaba la zalá regularmente. Su caso nunca fue a juicio, pero aún así la sentenciaron a cinco años de encarcelamiento.
Salamet afirma que Sinkiang es como una gran prisión. «La experiencia de mi familia es una verdadera representación de lo que sucede con innumerables familias aquí. Los uigures estamos siendo perseguidos y nuestros derechos humanos no son respetados en absoluto», dijo.
Informado por Li Zaili