El señor Lee, sobreviviente de la masacre de Tiananmén, expolítico famoso de Hong Kong y, ahora, activista a favor de los derechos humanos, cuenta a Bitter Winter que la lucha de Hong Kong por la democracia es igualmente crucial para Occidente.
por Marco Respinti
El viernes 29 de noviembre Hong Kong aterrizará en Milán, Italia. En el año en el que se conmemora el trigésimo aniversario de la masacre de la Plaza de Tiananmén y durante la protesta en Hong Kong, la revista Tempi será anfitriona de una charla-testimonio impartida por el señor Lee Cheuk-yan y el padre Gianni Criveller del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME, por sus siglas en inglés), un misionero católico que ha servido en China durante casi 30 años y ahora es director del Seminario Teológico Internacional en Monza, Italia. El título del evento es La libertad es mi patria: de la Plaza de Tiananmén a Hong Kong.
El propio señor Lee es sobreviviente de Tiananmén. Nacido en Shanghái en 1957, es líder sindical y secretario general de la Confederación de Sindicatos de Hong Kong, así como expresidente de la Alianza de Hong Kong en apoyo a los Movimientos Democráticos Patrióticos de China. De 1995 a 2016 fungió como consejero legislativo de Hong Kong. En diciembre de 2011, fundó, junto con otros tres consejeros legislativos, el Partido Laborista de Hong Kong, que posteriormente se convirtió en el tercer partido más grande en el campo pandemocrático y sirvió como su presidente hasta diciembre de 2015.
No se suponía que el señor Lee fuera a Italia. De hecho, Tempi había invitado al señor Albert Ho Chun-yan, abogado y actual presidente de la Alianza de Hong Kong en apoyo a los Movimientos Democráticos Patrióticos de China y presidente del Partido Demócrata —que también pertenece al campo antisistema— de 2006-2012. El señor Ho también es exconsejero legislativo de Hong Kong y ha sido director general del Museo 4 de junio, que conmemora la masacre de Tiananmén de 1989. Sin embargo, el señor Ho fue atacado el 19 de noviembre y brutalmente golpeado por un grupo de rufianes desconocidos en Hong Kong y por ello no pudo volar a Italia. En el verano pasado, el señor Ho, que ya había sido atacado y golpeado en 2006, fue etiquetado —junto con otras personas— por el Partido Comunista Chino (PCCh) como un “traidor chino contemporáneo”.
Tras la victoria aplastante de las fuerzas democráticas en las recientes elecciones de Hong Kong, Bitter Winter entrevistó al señor Lee en su visita a Italia.
Usted estuvo en la Plaza de Tiananmén hace 30 años. Sobrevivió a Tiananmén. ¿Puede hablarnos de su experiencia? ¿Cómo logró escapar y sobrevivir? ¿Qué fue lo que vio? ¿Cuál fue la reacción en Hong Kong a Tiananmén?
En Hong Kong, en 1989, hubo un enorme movimiento en apoyo al esfuerzo democrático en China. La Alianza de Hong Kong en apoyo a los Movimientos Democráticos Patrióticos de China se formó para organizar protestas y campañas. En aquel momento hubo la marcha del millón para apoyar la democracia en China y la Alianza de Hong Kong recaudó alrededor de 22 millones de dólares de Hong Kong para apoyar al movimiento. Yo fui electo líder de una delegación para llevar un donativo de un millón de dólares a Pekín. Visité a los estudiantes, trabajadores e intelectuales en la Plaza de Tiananmén después de llegar ahí el 30 de mayo de 1989. El 4 de junio me dijeron que dejara la Plaza de Tiananmén cuando el ejército estaba irrumpiendo. Fui al Beijing Hotel para tener una vista de la calle Changan. A lo largo de la calle había cadáveres y cuerpos heridos. Fue la hora más oscura de mi vida, cuando se hizo añicos cualquier esperanza de una China democrática. El 5 de junio reservamos un vuelo para periodistas y estudiantes y activistas de Hong Kong para que dejaran Pekín y poder decirle al mundo lo que había ocurrido. Abordé el avión, pero me obligaron a bajarme cuando el personal de seguridad subió a arrestarme. Me detuvieron durante tres días y solo me permitieron irme tras firmar una carta de confesión. Consideré que pude irme gracias a las enormes protestas a mi favor en Hong Kong. Desde entonces he dedicado mi vida a apoyar la democracia en China y he estado con la Alianza durante los últimos treinta años.
Los académicos han documentado cómo el PCCh se convenció de que la religión había sido el factor más importante en la movilización de las masas contra los partidos comunistas en varios países de Europa del Este, lo cual finalmente provocó la caída del Imperio soviético. La literatura sobre esta teoría se volvió lectura obligatoria para todos los grupos en la Escuela Central del PCCh. El actual presidente, Xi Jinping, sigue actuando sobre esta base. Es por eso que combate a las religiones con tanta dureza. Bitter Winter también lanzó un documental sobre esta teoría. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Después de la Plaza de Tiananmén, el PCCh lanzó una enorme campaña propagandística que acusaba que cualquier llamado a la democracia era un esfuerzo por dividir a China. Al hacer esto, apuntó al colapso de la Unión Soviética como ejemplo. El Partido Comunista le teme a cualquier ideología alternativa o religión diferente a su propia marca de nacionalismo. Prohibieron a Falun Gong, persiguieron a las iglesias domésticas, reprimieron a uigures y tibetanos y trataron de controlar a la Iglesia católica y su elección de obispos. Los obispos que desafiaron al régimen fueron encarcelados por varios años. En esta lucha, considero que no tiene ningún sentido que el Vaticano trate de llegar a algún acuerdo con el PCCh. El PCCh no solo le teme a la religión; también les teme a los marxistas y maoístas y disolvió y reformó muchas sociedades marxistas en las universidades después de que sus miembros estudiantes trataron de ayudar a los trabajadores a organizarse. La única ideología que está ahora presente en China es volverse rico y ser feliz.
Pero ellos siguen llamándose a sí mismos comunistas y tratan de adoctrinar a las personas hacia el comunismo; es decir, “el comunismo con características chinas”, que es la antigua ideología marxista modificada para el siglo XXI, con la adición de nuevos males que pueden haber aprendido de Occidente en la forma de nuevos tipos de materialismo y tiranía. Muchos tienden a considerar que el PCCh es incorregible. ¿Qué piensa usted?
Sí, el PCCh es incorregible y es por eso que necesitamos trabajar para su caída. La Unión Soviética solía ser incorregible también, pero, de repente, colapsó. El 4 de junio de 1989, el día de la masacre de la Plaza de Tiananmén, también fue el día de las primeras elecciones libres en Polonia. ¿Quién podría pensar, en la década de los ochenta, que Lech Walesa, de Solidarność (Solidaridad), habría sido posteriormente electo como presidente de Polonia en una elección libre? Sin embargo, el problema que subyace a esta pregunta es que, para muchos, ya que el PCCh es incorregible, es mejor estar con el ganador. No obstante, el asunto es si los valores universales siguen importando.
Usted ha servido en el Consejo Legislativo de Hong Kong durante varios años. ¿Qué tan real ha sido hasta ahora la “independencia” de Hong Kong?
En los últimos 22 años, desde la devolución de la antigua colonia británica por parte del Reino Unido a China en 1997, no ha habido avances en la democracia, como se prometió bajo la Ley Básica. Estamos atorados en un sistema donde el Jefe Ejecutivo es mitad elegido por grupos empresariales y élites profesionales, la mayoría de ellos pro-Pekín, y solo mitad por la población general. Bajo un sistema tan injusto tanto con la administración como con el Consejo Legislativo controlado por Pekín a través de sus compinches, la Región Especial no pudo implementar los cambios sociales para los desfavorecidos y para la clase trabajadora ni resistirse a la interferencia por parte de China. Tuvimos que recurrir a organizar movimientos de protesta para llevar a cabo cambios y resistirnos a las interferencias de Pekín. La lucha por la democracia fue frustrada todavía más por China en 2014, cuando el Congreso Nacional del Pueblo del PCCh (el órgano más importante dentro del partido) trató de intervenir en nuestro proceso de reforma democrática y decidió que los candidatos a la elección popular para Jefe Ejecutivo debían ser aprobados por un comité pro-Pekín. Eso significaba que los ciudadanos de Hong Kong podían escoger a sus representantes políticos solo de entre los candidatos preaprobados por el PCCh. Afortunadamente, el Consejo Legislativo rechazó la propuesta: de hecho, nosotros únicamente necesitábamos la tercera parte de los votos para bloquearla.
¿La victoria del campo pandemocrático en la elección del 24 de noviembre cambia la situación?
Esto es un gran impulso para el movimiento de protesta, ya que las elecciones fueron vistas como un referéndum sobre la Jefa Ejecutiva, la Sra. Carrie Lam Cheng Yuet-ngor y las brutalidades de la policía. Sin embargo, en términos de poder político, los Consejos Distritales sirven solamente como cuerpos consultivos a nivel distrital. Aun así, es una importante base de poder para la sociedad civil. El movimiento de protesta continuará, ya que la exigencia de que haya justicia para todos frente a la violencia de la policía no ha sido satisfecha todavía, sin mencionar la posibilidad aún más remota de que haya una verdadera reforma democrática.
En septiembre de 2020, Hong Kong elegirá al nuevo Consejo Legislativo (LegCo, en inglés). ¿Será ese el verdadero punto de inflexión?
No existen posibilidades de que haya cambios sustanciales en la composición del LegCo, ya que el voto popular no es el único factor que determina el resultado y hay poco espacio para la mejora en el voto por parte de los sectores empresarial y profesional.
Entonces será importante ver lo que ocurra en las próximas semanas. El PCCh no puede simplemente dejar ir a Hong Kong y ceder ante los manifestantes, quienes no parecen estar dispuestos a detenerse…
El pueblo de Hong Kong se encuentra en las primeras líneas de batalla defendiendo la libertad y los valores democráticos; esto es, los valores universales que abraza el mundo democrático. Nuestra lucha es también su lucha. Me enfurece cuando los líderes europeos hablan únicamente sobre el comercio con China y los derechos humanos siguen siendo solamente un asunto marginal. Cuando el dinero triunfa sobre los valores, Occidente se muestra hipócrita y el autoritarismo de Xi Jinping gana.