Una mujer sufrió un constante abuso físico y mental mientras estuvo en prisión por su fe en Dios.
En mayo de 2018, la policía de la ciudad de Jiujiang de la provincia de Jiangxi arrestó a una mujer, Aizhen (seudónimo) por su fe cristiana. Los oficiales también le arrebataron el teléfono y le confiscaron su motoneta, su computadora y sus joyas, por un valor de 7800 yuanes o más de 1000 dólares.
Durante su interrogatorio, fue interrogada sin descanso y no se le permitió dormir. Tampoco tenía permitido comer ni beber. Cuando se negó a firmar una declaración diciendo que no cree en Dios, fue golpeada repetidamente en la cara con zapatos de cuero. Pero fue en prisión donde sufrió el peor abuso que se pueda imaginar en solo un mes.
En prisión, los guardias disciplinarios la amarraban a un poste utilizado para secar la ropa bajo el sol abrasador. Los mismos la golpeaban por todo el cuerpo con palos de plástico y libros.
Otro método utilizado fue atarla o inmovilizarla en un baño. Nuevamente, la golpeaban en todo el cuerpo hasta que quedaba entumecida y no podía caminar. En un incidente, le golpearon los muslos con un peine de plástico hasta que su piel se volvió azul. Otros reclusos también fueron incentivados a visitar el baño y someterla a graves torturas físicas y mentales.
Por la noche, los guardias hacían arreglos para que los prisioneros durmieran junto a ella y la pellizcaran por todas partes, impidiéndole dormir y causándole una angustia severa al mismo tiempo. También colocaban insectos sobre ella para que pudieran reptar y morderla todo el tiempo. Durante el día, la obligaban a quitarse la ropa del torso y sentarse desnuda en la sala principal mientras todo era filmado por cámaras de vigilancia.
Aizhen fue liberada el 10 de junio y, hasta la fecha, no ha firmado ninguna declaración negando a Dios. Sin embargo, el abuso al que fue sometida la ha dejado dañada y no puede extender su brazo izquierdo.
Informado por Lin Yijiang