Fuente: The Globe and Mail
Oficiales chinos han negado la existencia de los campos de reeducación y se han negado a aceptar inspecciones por parte de países extranjeros, lo que aumenta las preocupaciones sobre violaciones a los derechos humanos en China, informa el periódico canadiense The Globe and Mail. Una creciente cantidad de evidencias muestra que esos centros están muy extendidos y que están siendo utilizados para prácticas que los críticos llaman violaciones abusivas de los derechos humanos.
Muchos de los detenidos en los campos son musulmanes uigures y kazajos acusados de “pensamiento incorrecto” como parte de una campaña para desterrar las “tendencias radicales”. Bitter Winter ha informado anteriormente de la persecución que sufren los musulmanes uigures y la multiplicación de campos de adoctrinamiento en Sinkiang.
The Globe and Mail entrevistó a varias personas que han estado en los centros. Describieron fuertes intentos de adoctrinar a grandes números de personas en entornos que parecían cárceles militares, con guardias armados y estricta seguridad. Las cámaras seguían cada uno de los movimientos, incluso en los baños. Algunos detenidos recibieron medicinas desconocidas; otros intentaron el suicidio.
“¡Xi Jinping es extraordinario! ¡El Partido Comunista es extraordinario! Merezco ser castigada por no entender que solo el presidente Xi Jinping y el Partido Comunista pueden ayudarme”, fue uno de los estribillos que una mujer uigur, que estuvo en un centro el otoño pasado, fue obligada a repetir regularmente. La obligaron a decir en voz alta repetidamente que era una traidora, una separatista y una terrorista.
De acuerdo con un investigador entrevistado en el artículo, la ideología política está reconfigurando el habla cotidiana: en lugar de decir “Inshallah” o “si Dios quiere” como una referencia a planes futuros, muchos uigures “ahora dicen ‘si el Partido quiere’”.
En Sinkiang, las actividades de reeducación están siendo realizadas en una variedad de estructuras y centros, algunos menos formales —operando como escuelas, con estudiantes en el aula ya sea durante el día o en la noche—, mientras otros son complejos extensos con altos muros que los hacen parecer prisiones. Las autoridades los llaman centros para “entrenamiento vocacional” o “transformación a través de la educación”. Los estudiosos han llamado a la práctica una “desintoxicación aislada y coercitiva”.
En Sinkiang, a inicios de junio, las autoridades inauguraron una campaña de conferencias sobre el pensamiento de Xi Jinping titulada “Diez millones de profesores y alumnos con la misma asignatura para estudiar nuevos pensamientos”. Los cursos tendrán lugar en institutos y universidades por toda la región. Las conferencias también serán transmitidas por televisión e internet.