Un estudiante australiano de 20 años se convirtió en una molestia para el Gobierno chino. Las acciones emprendidas en su contra le expusieron al mundo de qué manera el PCCh intenta controlar las universidades.
por Massimo Introvigne
Drew Pavlou bien puede llegar a ser el estudiante universitario más famoso del mundo. Tras protestar contra las violaciones a los derechos humanos llevadas a cabo por el Partido Comunista Chino (PCCh) en Hong Kong, el Tíbet y Sinkiang, la Universidad de Queensland decidió expulsarlo. En medio de la pandemia de COVID-19 y de la reacción internacional contra las infiltraciones chinas en Occidente, su caso se convirtió en una causa célebre y fue cubierto, entre otros, por The Washington Post y Foreign Policy.
No es la primera vez que la estrategia de intimidación del PCCh se vuelve en su contra. La Universidad de Queensland, con sede en Brisbane, la quinta más grande de Australia y una de las más renombradas por su excelencia académica, también es objeto de fuertes críticas. Este incidente está sacando a la luz la forma en la que el PCCh intenta controlar las universidades a nivel internacional, entre otras cosas a través de los Institutos Confucio, centros situados en los campus que enseñan el idioma y la cultura chinas, los cuales han sido ampliamente expuestos como medios de propaganda y espionaje. Ahora, Drew Pavlou le revela a Bitter Winter algunos detalles previamente desconocidos sobre lo que realmente sucedió.
Drew, eres un estudiante universitario de la Universidad de Queensland, tienes 20 años, y el PCCh ha decidido atacarte públicamente a través del Global Times y de otros medios de propaganda. ¿Cómo comenzó esta extraña confrontación entre una superpotencia global y un joven estudiante de Brisbane?
Fue en julio de 2019. Nunca estuve involucrado en protestas o manifestaciones públicas, pero leí mucho sobre Hong Kong y a partir de allí comencé a interiorizarme sobre lo que les estaba sucediendo a los tibetanos y a los uigures. También me di cuenta de que estos temas eran tabúes en mi universidad a causa de sus lazos con China. Debido a ello, organicé una pequeña manifestación. Al principio, éramos 15 estudiantes. Al final del día, la cantidad había ascendido a 60.
Y fuiste golpeado por matones adeptos al PCCh, ¿verdad?
Si. Fuimos atacados y algunos estudiantes fueron arrojados al piso y golpeados. Al principio había aproximadamente 300 activistas adeptos al PCCh, y al final del día ya eran aproximadamente 500. Para ese entonces, nos superaban en número de diez a uno. A pesar de que en la Universidad de Queensland hay estudiantes chinos listos para defender al PCCh en cualquier momento, la policía nos dijo que la mayoría de los contramanifestantes, y ciertamente los violentos que llevaban máscaras y gafas de sol, no eran estudiantes. Claramente, fue un ataque organizado, con un pequeño grupo de cabecillas diciéndoles a los demás qué debían hacer. Fue contraproducente, ya que lo que había comenzado como una pequeña protesta local terminó siendo cubierto por The New York Times.
¿La Universidad de Queensland se solidarizó contigo tras el ataque?
Por el contrario, comenzaron a trabajar en mi contra en silencio y me dijeron que no debía volver a organizar protestas contra el PCCh. Habíamos programado una segunda protesta para el 31 de julio de 2019 a las 12 del mediodía. “Casualmente”, me convocaron para una audiencia disciplinaria sobre un asunto no relacionado a celebrarse el 31 de julio de 2019, a las 12 del mediodía.
Asuntos no relacionados, sí. La Universidad de Queensland afirma que te comportaste mal en el campus en asuntos no relacionados con China…
Obviamente, después de la manifestación, comenzaron a vigilarme y a elaborar un expediente en mi contra. Me acusaron de robo porque en una ocasión tomé prestado un bolígrafo de la tienda de la universidad, escribí algo con él y lo volví a colocar en el mostrador. También me acusaron de utilizar lenguaje inapropiado en un acalorado debate en Internet sobre el suicidio de un estudiante que conocía. El profesor Clive Hamilton de la Universidad Charles Sturt, sumamente conocido en Australia, investigó los cargos y descubrió que iban desde lo trivial hasta lo absurdo. Está claro que la Universidad fue en mi contra por mi activismo contra el PCCh.
¿Por qué haría esto una universidad líder?
Este es el quid de la cuestión. La Universidad de Queensland está estrechamente vinculada con China y con el PCCh. Puede que sea la universidad de lengua inglesa más amigable con el PCCh del mundo. Alberga un Instituto Confucio, el cual es sumamente influyente en lo que respecta a definir cómo se habla sobre China allí. El vicerrector de la Universidad, el profesor Peter Høj, se desempeñó hasta el año 2018 como consultor principal de Hanban, la organización perteneciente al Gobierno chino a cargo de los Institutos Confucio en todo el mundo, y recibió un premio a manos del entonces vice primer ministro de China por ello. El cónsul general chino en Brisbane, Xu Jie, es profesor honorario en la Universidad de Queensland, aunque luego de que estallaran las críticas, las cuales también estaban relacionadas con mi caso, se anunció que su nombramiento no será renovado. Quizás lo más importante es que la Universidad admitió que «las cuotas pagadas por los estudiantes chinos representan aproximadamente el 20% de los ingresos de la Universidad de Queensland». En última instancia, se trata en gran medida de dinero.
¿Cómo reaccionaste ante la censura?
Demandé al cónsul y profesor Xu Jie como responsable del ataque. Decidí postularme para el puesto de representante de los estudiantes en el Senado de la Universidad. Las potencias apoyaron a otro candidato, el cual convirtió en foco de su campaña el hecho de que mi elección dañaría las relaciones con China. También recibí amenazas de muerte y, en una ocasión, fui agredido físicamente durante la campaña. Una vez más, las tácticas agresivas fracasaron y fui electo. Tras las elecciones, continuaron las amenazas en mi contra. Publiqué en línea una sátira sobre el Instituto Confucio, y la Universidad contrató a un importante bufete de abogados, Clayton Utz, quien amenazó con demandarme por una enorme cantidad de dólares si no retiraba la publicación de inmediato. La primera sesión del Senado se desarrolló el pasado mes de febrero. Todos esperaban que se centrara en la COVID-19, y en cómo la Universidad protegería a los estudiantes de la pandemia. En lugar de ello, la sesión estuvo dedicada, en gran parte, a que las autoridades de la Universidad intentaran (sin éxito) destituirme y declarar mi elección inválida.
¿La pandemia calmó un poco las tensiones?
En realidad, las empeoró. Me uní a la protesta contra los retrasos de la Universidad en detener las actividades del campus y coloqué notas en las puertas del vicerrector Høj y del Instituto Confucio. Inmediatamente fui acusado de racismo antichino, a pesar de que, de hecho, había criticado al Instituto Confucio por ser representante del PCCh, no del pueblo chino, por el cual siento simpatía y respeto. Durante el cierre de emergencia, y solo unos días antes de que mi caso contra el cónsul Xu Jie fuera programado en la corte, recibí un documento de 186 páginas en el que se exigía mi expulsión y se me convocaba a una audiencia para el 20 de mayo. Originalmente, la Universidad afirmó que no tenía derecho a ser representado por un abogado allí. Luego de que uno de los abogados más famosos de Australia, Tony Morris, se ofreciera a representarme de forma gratuita y montara un escándalo, ahora parece que se le permitirá asistir a la audiencia.
¿Qué sucederá después?
El veredicto será anunciado en el mes de junio. No soy optimista en cuanto al resultado, ya que el sistema disciplinario de la Universidad es controlado por las mismas personas que me atacaron en primer lugar. No obstante, si me expulsan, lo cual sería catastrófico tanto para mi vida personal como para mi carrera, mi abogado está totalmente decidido a llevar el caso a los tribunales civiles, hasta llegar a la Corte Suprema de Queensland si fuera necesario. Y confío en que jueces reales e independientes harán verdadera justicia.
China suspendió la importación de cuatro grandes proveedores de carne australianos en represalia al llamamiento llevado a cabo por Australia para que se efectúe una investigación independiente sobre los orígenes del virus. ¿Esto influirá en su caso?
Creo que se está desarrollando una guerra civil entre la élite australiana. A algunos les gustaría apaciguar a China por razones económicas. Otros se dan cuenta de que no podemos seguir siendo intimidados por China a través del chantaje económico. Mi caso es una batalla dentro de esta guerra, cuyo resultado es sumamente incierto.