Luego de sancionar a los funcionarios del PCCh que reprimen a los tibetanos, a los uigures de Sinkiang y a otros pueblos túrcicos, Washington sanciona al mayor proveedor de herramientas tecnológicas para la represión del régimen.
por Marco Respinti
Esta es la tercera entrega de una creciente confrontación entre Estados Unidos y China, la cual se está volviendo cada vez más dura. Primero, Estados Unidos les prohibió el acceso a su país a los funcionarios del Partido Comunista Chino (PCCh) que reprimieron a los tibetanos y sancionó a cuatro altos funcionarios del Partido por las persecuciones perpetradas en Sinkiang (la cual los uigures y otros habitantes túrcicos prefieren llamar Turquestán Oriental). Este fue un primer paso hacia la aplicación de la «Ley Global Magnitsky», la cual le permite al Gobierno de Estados Unidos sancionar a funcionarios extranjeros implicados en abusos contra los derechos humanos en cualquier parte del mundo. El 15 de julio, el Departamento de Estado de Estados Unidos le impuso restricciones de visado a ciertos empleados de empresas tecnológicas chinas que abusan de los derechos humanos.
«El día de hoy, el Departamento de Estado está imponiéndoles restricciones de visado a ciertos empleados de empresas tecnológicas chinas que brindan apoyo material a regímenes implicados en abusos contra los derechos humanos a nivel mundial», afirmó el secretario de Estado Mike Pompeo en un comunicado de prensa. De hecho, «según la Sección 212 (a) (3) (C) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad, un extranjero será inadmisible en Estados Unidos si el Secretario de Estado tiene razones para creer que su ingreso ‘podría generar consecuencias potencialmente adversas para la política exterior de Estados Unidos’».
En China, la vigilancia masiva de alta tecnología es una abrumadora realidad del control diario destinado a reprimir y controlar al pueblo. El régimen comunista logra este objetivo sacando provecho de las soluciones tecnológicas de vanguardia ofrecidas por las empresas chinas, las que a su vez obtienen beneficios. Se trata de un ejemplo paradigmático de «capitalismo de amigos», es decir, una caricatura de la libertad económica, en la que el Estado y un oligopolio/monopolio productivo van de la mano para imponerle su voluntad a un mercado reducido a un parpadeo. Además, en el caso de China, el «capitalismo de amigos» es una herramienta efectiva y favorita de control político.
Un caso sumamente conocido es el de Huawei, el gigante de las telecomunicaciones que posee más de un vínculo con el PCCh y sirve como trampolín para un salto de calidad similar a la ciencia ficción, pero demasiado real, en la vigilancia masiva. El mismo incluso ofrece acceso directo a la vida de personas que no residen en China a través de sus futuristas torres de Internet 5G.
«Entre las empresas afectadas por la acción de hoy», explica el Sr. Pompeo, «se encuentra Huawei, un brazo del Estado de vigilancia del PCCh, el cual censura a los disidentes políticos y permite la existencia de campos de internamiento masivo en Sinkiang y la servidumbre por contrato de su población enviada a lo largo de toda China. Ciertos empleados de Huawei le brindan apoyo material al régimen del PCCh, el cual comete abusos contra los derechos humanos».
Las restricciones de visado impuestas por el Departamento de Estado de EE. UU. por supuesto están dirigidas al personal de Huawei que vive en China, pero también les envía una advertencia a los socios de esa empresa en otros países. «Las empresas de telecomunicaciones de todo el mundo», añade el Sr. Pompeo, «deberían considerarse advertidas: si están haciendo negocios con Huawei, están haciendo negocios con abusadores de los derechos humanos».
Una vez más, el Departamento de Estado de EE. UU. cita preocupaciones morales y relacionadas con los derechos humanos para implementar su iniciativa, afirmando que Washington «ha sido durante mucho tiempo un faro de esperanza para los pueblos más oprimidos del mundo y una voz para los que han sido silenciados» y ahora «es especialmente expresivo y proactivo en lo que respecta a los abusos contra los derechos humanos cometidos por el Partido Comunista Chino, los cuales se encuentran entre los peores del mundo».