En China, los grupos y las personas religiosas provenientes del extranjero son atacados por ser considerados por su régimen totalitario «enemigos que luchan por el territorio ideológico».
por Wang Yichi
Desde la entrada en vigor de los nuevos Reglamentos sobre Asuntos Religiosos en el año 2018, el Partido Comunista Chino (PCCh) ha intensificado sus esfuerzos para luchar contra la «infiltración religiosa extranjera» e imponer su control absoluto sobre los grupos religiosos y sus miembros.
«La religión está subvirtiendo el sistema socialista»
A mediados de octubre del año pasado, la Agencia de Asuntos Religiosos de Zhengzhou, la capital de la provincia central de Henán, convocó al personal clerical perteneciente a las cinco religiones oficiales a una capacitación para imbuirlos con tácticas de resistencia a la «infiltración religiosa extranjera».
Uno de los participantes le dijo a Bitter Winter que, durante la reunión, los funcionarios les dijeron que los grupos religiosos extranjeros «participan en actividades religiosas en China para subvertir el régimen del PCCh y el sistema socialista».
A los participantes de la capacitación también se les dijo que el Gobierno chino considera varias actividades religiosas como «infiltración religiosa extranjera»; como por ejemplo, difundir información religiosa en radio y televisión, enviar o transportar materiales espirituales a China continental, ofrecer apoyo financiero para renovar o construir iglesias y templos, imprimir libros religiosos o capacitar al personal clerical, enviar personal para ayudar a desarrollar iglesias, reclutar estudiantes religiosos chinos en el extranjero para que se capaciten en colegios administrados por iglesias extranjeras, la comunicación cultural y académica tendiente a propagar las religiones en los colegios o universidades religiosas de China, y similares.
Según un funcionario gubernamental que también había asistido a la capacitación, desde noviembre de 2018, por lo menos 70 misioneros extranjeros procedentes de Japón, Corea del Sur y otros países han sido deportados de Zhengzhou. Entre ellos, una pareja estadounidense que había vivido en China durante más de diez años tuvo que exiliarse a mediados de junio de 2019 y se le prohibió el ingreso a China de forma permanente.
«El PCCh ha intentado por todos los medios posibles eliminar las iglesias, pero fracasó», le dijo a Bitter Winter un miembro del clero de la Iglesia de las Tres Autonomías. “Actualmente, utilizan una amplia variedad de herramientas para controlarlas. El primer paso es controlar a sus líderes y luego pedirles que adoctrinen a las congregaciones. De esta manera, el Estado se asegurará de que todas las iglesias en China se extingan”.
Los creyentes son interrogados y torturados
Además de deportar a los misioneros extranjeros, el PCCh está clausurando lugares de culto relacionados con el extranjero. Hace seis años, un pastor estadounidense estableció una iglesia doméstica en Dalian, una ciudad portuaria subprovincial de la provincia nororiental de Liaoning. Una fuente que solicitó permanecer en el anonimato le dijo a Bitter Winter que el Gobierno había acosado a la iglesia repetidamente, obligando a la congregación a mudarse frecuentemente. Más tarde, la iglesia siguió funcionando oculta tras la fachada de una empresa, pero ni siquiera así pudo escapar de la persecución del régimen.
En enero de 2019, el líder chino de la iglesia fue convocado por la Agencia de Seguridad Pública. El mismo se vio obligado a rescindir el contrato de alquiler del edificio donde se encontraba emplazada la iglesia. Los oficiales también le preguntaron sobre el paradero del pastor estadounidense y de los miembros de la congregación, amenazándolo con acusarlo de haber cometido un delito e impedir que sus hijos asistan a la escuela si se negaba a revelar la información. Incluso le ordenaron escribir los nombres de todos los estadounidenses que conocía y le dijeron que si se ponía en contacto con algún ciudadano estadounidense, debería informar inmediatamente a la policía.
Tras un prolongado interrogatorio, durante el cual el líder de la iglesia fue golpeado y cegado con luces sumamente brillantes por negarse a responder preguntas, fue enviado a un centro de detención durante siete días, acusado de «organizar y difundir ilegalmente la religión» y «perturbar el orden social».
En el distrito de Gongnong de la ciudad de Hegang, en la provincia nororiental de Heilongjiang, una iglesia coreana fue allanada y luego clausurada el 9 de noviembre de 2019.
En el mes de abril, la brigada de seguridad nacional y el Departamento de Trabajo del Frente Unido allanaron una iglesia doméstica emplazada en el poblado de Yuanbao, administrado por la ciudad a nivel de condado de Shangzhi de Heilongjiang, que tenía contactos con Corea del Sur. Todas las pertenencias de la iglesia fueron confiscadas.
“Los policías irrumpieron en la iglesia y hurgaron y destrozaron todo como si se tratara de bandidos. Se llevaron todos los bienes, entre los que se incluía un televisor, computadoras, libros y discos”, recordó un fiel de la iglesia. «Mientras sostenía en sus manos varios libros religiosos extranjeros, un policía nos amenazó, afirmando que esas publicaciones eran motivo suficiente para condenarnos a tres años de prisión».
A la iglesia se le prohibió celebrar reuniones y a cada funcionario de la aldea se le ordenó vigilar a diez creyentes, para asegurarse de que no volvieran a reunirse.
“El PCCh gobierna como una dictadura. Te controla y te prohíbe creer en Dios”, afirmó un miembro de la congregación. “La libertad religiosa solo se trata de un espectáculo para los extranjeros. El Gobierno reprime a las iglesias por temor a que las mismas tengan más influencia sobre las personas que él”.