Luego del Levantamiento de los Bóxers, China les tuvo que pagar a las potencias extranjeras que derrotaron a los rebeldes una indemnización durante 39 años. En la actualidad, el PCCh afirma que las demandas internacionales por daños relacionados con el virus son «una nueva indemnización bóxer».
por Ye Jiajia
- Índice:
- De qué manera el Partido Comunista Chino manipula el nacionalismo
- El Levantamiento de los Bóxers y la indemnización bóxer
- El nacionalismo extremo ha revivido
- La educación nacionalista y el adoctrinamiento estimulan el odio
De qué manera el Partido Comunista Chino manipula el nacionalismo
La COVID-19 se ha convertido en una pandemia mundial debido a la ocultación de información sobre la epidemia por parte del Partido Comunista Chino (PCCh). Cada vez son más los organismos políticos y los representantes de la sociedad civil en diferentes países que están tomando medidas para reclamarle una compensación de billones de dólares al Gobierno chino. El 2020 resulta ser un año gengzi chino (庚子 年), el cual es el número treinta y siete en el tradicional ciclo del calendario lunar de sesenta años y ocurre cada sesenta años. Es un año en el que, se dice, la historia se repite. El Global Times, uno de los medios de comunicación portavoz del PCCh, volvió a publicar el 7 de abril un artículo titulado, «¿Quién está planeando otra indemnización bóxer?«, escrito por Li Haidong, un profesor de la Universidad de Asuntos Exteriores de China. Para incitar los sentimientos nacionalistas, el artículo sugiere que las demandas de indemnización de varios países son equivalentes a la indemnización que China tuvo que pagar tras el Levantamiento de los Bóxers acaecido en 1900.
En el mes de abril, durante una clase ideológica y política en línea bajo el tema “educación sobre seguridad del Estado”, una escuela secundaria emplazada en la ciudad de Heze de la provincia oriental de Shandong volvió a comparar la posición de los países occidentales con respecto a la crisis generada por la COVID-19 y el Levantamiento de los Bóxers.
“El profesor nos dijo que los países occidentales, liderados por Estados Unidos, se unieron para exigirle a China que pidiera disculpas y otorgara indemnizaciones, le dijo a Bitter Winter un estudiante de la escuela. El imperialismo no ha renunciado a su salvaje ambición de subyugar [a nuestro país]. Actualmente está repitiendo los agresivos actos efectuados mediante el Protocolo Bóxer y la indemnización bóxer. El profesor añadió que los países occidentales liderados por Estados Unidos estaban calumniando a China y culpaban de la crisis al pueblo chino”, afirmó el estudiante.
El Levantamiento de los Bóxers y la indemnización bóxer
El Levantamiento de los Bóxers casi ha sido olvidado en Occidente, pero sigue siendo un recuerdo vivo y doloroso en China. «Bóxers» era un apodo dado a los miembros de la Sociedad de la Justicia y la Concordia, un movimiento xenófobo y anticristiano que nació en Shandong en la última década del siglo XIX y se extendió a otras áreas de China. En el año 1897, los bóxers comenzaron a atacar iglesias y a asesinar tanto a misioneros extranjeros como a cristianos chinos. A fines de 1900, más de 30 000 cristianos habían sido asesinados por los bóxers.
Las protestas efectuadas por las iglesias cristianas dieron lugar a la intervención diplomática y luego militar de las potencias occidentales, unidas en la Alianza de las Ocho Naciones, entre las que se incluían Estados Unidos, el Reino Unido, Rusia, Alemania, el Imperio Austrohúngaro, Francia, Japón e Italia. Japón participó en la alianza porque los bóxers en Pekín habían atacado su embajada, tal y como lo hicieron con otras embajadas. Los Países Bajos, Bélgica y España no formaban parte de la Alianza, pero sus tropas también se involucraron en el conflicto. La emperatriz viuda Cixi (1835-1908) inicialmente se mostró hostil a los bóxers, pero luego cambió de opinión, y en 1900 apoyó el movimiento y le declaró la guerra a todas las potencias extranjeras.
Durante el Gobierno Qing de la emperatriz Cixi, muchos creían que los bóxers estaban protegidos por los espíritus y eran invulnerables. Cixi elogió a los bóxers, afirmando que eran «los leales hijos del Gobierno imperial» y creía que serían capaces de afirmar la autonomía china de todo tipo de presiones occidentales. Por orden suya, los bóxers se alzaron para «apoyar a la dinastía Qing y aniquilar a Occidente«, lo cual se convirtió en el eslogan principal del movimiento. «Aniquilar a Occidente» significaba aniquilar todo lo relacionado con la influencia y la cultura «occidental». Los bóxers asesinaron hombres, mujeres y niños occidentales, alegando que estaban autorizados a hacerlo por el Gobierno Qing. Los chinos que se habían convertido a las religiones «occidentales» experimentaron el mismo destino. Los bienes y propiedades occidentales fueron destruidos. Los bóxers asesinaron misioneros e ingenieros extranjeros, y cristianos chinos y sus familiares. Quemaron iglesias, destruyeron ferrocarriles, quemaron estaciones de tren, cortaron cables, quitaron postes eléctricos, destruyeron puentes, atacaron escuelas, destrozaron hospitales, destruyeron oficinas de correos y máquinas, hundieron barcos, quemaron farmacias occidentales, robaron bancos y atacaron oficinas de periódicos. Los bóxers asaltaron viviendas, asesinaron personas e incendiaron aldeas enteras. Durante un tiempo, la zona de Pekín y otras partes de China estuvieron envueltas en el «terror rojo» (ya que los bóxers usaban pañuelos rojos en sus cabezas y cinturones rojos alrededor de sus cinturas).
Luego de un enfrentamiento que causó más de 100 000 víctimas, las potencias extranjeras derrotaron a China y a los bóxers. Ambos bandos cometieron atrocidades durante el enfrentamiento, y las ejecuciones masivas de civiles chinos que se creía que eran bóxers por parte de tropas extranjeras sigue siendo un recuerdo doloroso en China.
El 7 de septiembre de 1901, la emperatriz Cixi acordó un tratado de paz conocido como el Protocolo Bóxer. China tuvo que aceptar la presencia de tropas extranjeras en su territorio, la ejecución de numerosos oficiales considerados responsables de la rebelión y el pago de una «indemnización bóxer». Este último debía pagarse a las potencias extranjeras que habían participado en el enfrentamiento en cuotas y durante 39 años, y la suma ascendía a 333 millones de dólares de esa época, una suma que algunos historiadores creen que sería equivalente a 61 mil millones de dólares en la actualidad. Dicha indemnización se justificó como una compensación por las víctimas entre los expatriados y comerciantes extranjeros, y los cristianos y creyentes de grupos religiosos tanto extranjeros como chinos, así como también por los enormes gastos que las naciones extranjeras tuvieron que cubrir para enviar sus tropas.
En los libros de texto chinos, el Protocolo Bóxer se describe como un «tratado desigual» que humilló a la nación y la hizo perder su soberanía. La indemnización bóxer se describe como una marca de vergüenza nacional. Este incidente siempre ha sido utilizado por el PCCh como una importante herramienta de educación «patriótica» tendiente a avivar el odio nacionalista contra los países occidentales.
El nacionalismo extremo ha revivido
En la actualidad, a través de la continua propaganda nacionalista, el PCCh ha logrado convertir la crisis del coronavirus en una batalla patriótica contra los países occidentales. La escritora china Fang Fang recientemente publicó su Diario de Wuhan, una crónica diaria de vida y muerte que escribió en su ciudad natal durante la epidemia de coronavirus. La misma fue duramente condenada por los nacionalistas chinos, quienes la reprendieron por «darle un cuchillo a las fuerzas occidentales para que lo utilicen contra China» y por ser una «traidora» que difamó la heroica imagen de Wuhan.
En medio de la pandemia, en varios países occidentales, algunos chinos llegaron a levantar una pancarta para celebrar el brote en los Estados Unidos. Incluso los internautas chinos han comentado que esta es una consecuencia perniciosa resultante de la educación basada en el odio del PCCh.
Las consecuencias de una pandemia internacional causada por el PCCh han sido convertidas por el PCCh en un movimiento patriótico en el que se le pide al pueblo chino que ame a China y se oponga a Occidente. Las agencias de propaganda y adoctrinamiento del PCCh han repetido una y otra vez que Occidente es el enemigo de China, mencionando la indemnización bóxer como evidencia.
La educación nacionalista y el adoctrinamiento estimulan el odio
El adoctrinamiento, la incitación y el uso del sentimiento nacionalista siempre han sido las armas mágicas utilizadas por el Gobierno del PCCh para resolver las crisis.
Luego del incidente de la Plaza de Tiananmén, Estados Unidos y otros países occidentales declararon sanciones contra el régimen del PCCh. No obstante, el PCCh luego describió estas sanciones como una prueba de que «los países occidentales no han renunciado a su salvaje ambición de subyugarnos [a nuestro país]», tal como sucedió con la indemnización bóxer.
Esto se repitió durante la guerra comercial sino-estadounidense. El PCCh proclamó que «las fuerzas estadounidenses antichinas no han renunciado a su salvaje ambición de subyugar a China», «Estados Unidos está celoso del ascenso de China», «los altos precios de China y los altos precios de la vivienda son causados por la guerra de divisas de Estados Unidos», «el uso dado a la guerra comercial por parte de Estados Unidos para bloquear a China tiene como objetivo impedir que China se vuelva poderosa», y así sucesivamente.
Regularmente, el PCCh utiliza el nacionalismo para resolver los problemas internos causados por su propia autocracia. Durante las protestas a favor de la democracia en Hong Kong, el PCCh culpó una vez más a los hongkoneses por ser antipatrióticos y separatistas. Las demandas democráticas de millones de hongkoneses se atribuyeron a la interferencia de fuerzas occidentales malintencionadas. Algunos estudiantes chinos publicaron comentarios violentos en los que le pedían al Gobierno chino que «utilice tanques para aplastar a los hongkoneses«.
El reportero ciudadano Li Zehua, quien fue arrestado por haber filmado la situación epidémica en Wuhan, comparó a los jóvenes chinos con el personaje principal de la película clásica The Truman Show: Historia de una vida, quien vivió rodeado de mentiras durante toda su vida. Y una gran cantidad de comentaristas, como por ejemplo, el profesor Xu Yunren, quien está llevando a cabo una investigación a largo plazo sobre el totalitarismo, utilizaron el formato de esta película para analizar el entorno sociopolítico de China.
El Sr. Liu Xiaobo, un difunto activista defensor de los derechos humanos y reconocido escritor, analizó en un artículo las medidas autocráticas del PCCh: control sobre la opinión pública y adoctrinamiento basado en el odio. El PCCh frecuentemente utiliza el nacionalismo para sembrar odio, vergüenza y complejo de inferioridad y de superioridad en la mente del pueblo chino, difundiendo mentiras y prejuicios contra los países occidentales. El Levantamiento de los Bóxers, un complejo acontecimiento histórico, es reducido a un enfrentamiento sin matices entre chinos inherentemente «buenos» y extranjeros «malos», y es propuesto como paradigma para interpretar la crisis actual.