Previo a la renovación del acuerdo entre el Vaticano y China, el régimen se asegura de que no salga de China ningún tipo de información sobre las represiones llevadas a cabo contra los objetores de conciencia católicos.
por An Xin
El 28 de abril, Bitter Winter informó que el padre Huang, un sacerdote de la diócesis de Mindong, en la provincia de Fujian, fue torturado para forzarlo a unirse a la Asociación Patriótica Católica China (APCC). El hecho de que esta información haya llegado a países extranjeros ha hecho que las autoridades chinas entren en pánico. Especialmente antes de la renovación del acuerdo entre el Vaticano y China del 2018, el cual expira en el mes de septiembre. El arzobispo Claudio Maria Celli, uno de los principales negociadores del acuerdo, cree que el mismo debería ser renovado por uno o dos años .
Una fuente informada proveniente de la diócesis de Mindong le dijo a Bitter Winter que agentes de seguridad pública locales visitaron al padre Huang para investigar cómo se habían filtrado los detalles de su tortura, alegando que el informe elaborado por Bitter Winter «socavó la unidad de la Iglesia católica china» y fue el resultado de la «infiltración de fuerzas extranjeras».
Tal y como reveló un infiltrado en el Gobierno, debido a que la tortura del padre Huang captó la atención en el extranjero, el Ministerio de Seguridad Pública de China ordenó hallar a los que filtraron dicha información a cualquier costo. También le exigieron al padre Huang firmar una declaración en la que negaba el hecho de que el Gobierno lo había sometido a un método de tortura conocido como “agotar a un águila”, mediante el cual no se le permitió dormir durante cuatro días, para que se uniera a la APCC.
“Dado que el acuerdo entre el Vaticano y China del 2018 expira muy pronto, el Partido Comunista Chino (PCCh) teme que el papa le pida que explique el incidente acaecido con el padre Huang al momento de negociar su renovación”, comentó un sacerdote católico que solicitó permanecer en el anonimato. “Debido a ello, el padre Huang fue obligado a redactar una declaración en la que niega haber sido torturado. Quieren tener un elemento útil para negociar durante las negociaciones”.
“Esperamos que el papa reconsidere la renovación del acuerdo”, continuó afirmando el sacerdote. “¿El acuerdo provisional benefició o perjudicó a las iglesias existentes en China? ¿Tenemos más espacio para desarrollarnos o hemos perdido libertad? Deseamos que el papa vea claramente la esencia del PCCh y su actitud hacia el catolicismo. El régimen busca hacerse cargo de todo lo relacionado con el catolicismo en China, transformar a los miembros del clero no registrados y controlar las iglesias sin interferencia del Vaticano. Su objetivo es eliminar el catolicismo”.
El Gobierno continúa vigilando de cerca al padre Huang, y cualquier persona que se ponga en contacto con él puede ser considerado un filtrador y convertirse en un objetivo de investigación. Los teléfonos móviles de los miembros del clero y de los feligreses que saben de la tortura también están siendo monitoreados a fin de evitar que se comparta información.
Según una fuente, un sacerdote no registrado procedente de otra provincia llamó a una feligresa de Mindong para preguntarle sobre la tortura del padre Huang. Debido a que el teléfono de la misma estaba siendo monitoreado, las autoridades se enteraron de la llamada y le advirtieron que no revelara detalles sobre el incidente.
A pesar de la vigilancia, algunos miembros del clero no registrados desean revelar detalles sobre la intimidación a la que son sometidos los sacerdotes católicos. «Los hechos relacionados con persecuciones deberían darse a conocer en el extranjero», le dijo a Bitter Winter un miembro del clero no registrado. “Es necesario contar con más supervisión de la comunidad [internacional]. Desde que se informó sobre la tortura del padre Huang, el Gobierno dejó de utilizar este método para obligar a otros sacerdotes a unirse a la APCC, al menos por ahora”.