A los medios de comunicación chinos se les ordenó difundir noticias falsas sobre Bielorrusia, y se puso en marcha una campaña en la que se enfatiza que el PCCh y Xi Jinping deben ser obedecidos incondicionalmente.
por Massimo Introvigne
Érase una vez la Unión Soviética, la cual presidía una Europa del Este comunista. Xi Jinping forma parte de una generación de líderes del Partido Comunista Chino (PCCh) cuyos sueños son perseguidos por el fantasma del colapso soviético. ¿Y si sucede lo mismo en China? El Partido Comunista de la Unión Soviética estaba convencido de que su poder duraría para siempre. Ese Partido ya ni siquiera existe. El PCCh continuamente analiza cómo eso fue posible y de qué manera puede preservar su poder y evitar que el comunismo vaya cuesta abajo en China, tal y como sucedió en la Unión Soviética y en sus países satélites.
Hace dos semanas, el PCCh fue tomado por sorpresa por lo que sucedió en Bielorrusia. A pesar de que las razones del presidente Lukashenko para esta relación privilegiada pueden ser más pragmáticas que ideológicas, el mismo ha apoyado constantemente al PCCh, incluso cuando fue criticado por su violación de los derechos humanos, y ha sido catalogado como un «socio excepcional» de China. Acertada o erróneamente, varios ideólogos chinos han proclamado que Bielorrusia es el único país europeo que sigue siendo fiel a su pasado socialista.
Esta lealtad al socialismo, según la lectura que hace el PCCh de la historia europea, debería garantizar la estabilidad, pero en realidad está sucediendo lo contrario. Voces procedentes del interior de China describen a los altos mandos del PCCh como profundamente preocupados e incluso paranoicos por los acontecimientos acaecidos en Bielorrusia. Es como si los fantasmas de la caída del Muro de Berlín y de países tales como Polonia, los países bálticos o Hungría, los cuales se incorporaron a la Unión Europea, volvieran a acechar de repente las noches de los líderes del PCCh.
Ante estos acontecimientos inesperados ha habido dos veloces reacciones. En primer lugar, a los medios de comunicación chinos se les ha ordenado difundir noticias falsas sobre Bielorrusia. Mediante la manipulación de imágenes y videos, afirman que las manifestaciones masivas apoyan a Lukashenko, superando en número a los eventos organizados por la oposición, a pesar de que lo contrario es obviamente cierto. El ejército de troles del PCCh está difundiendo activamente estas noticias falsas en las redes sociales, tanto en China como a nivel internacional. Esta vez, no obstante, sumándose a las preocupaciones del PCCh, ni siquiera el pueblo chino cree las mentiras, y en las redes sociales chinas aparecen reacciones mediante las cuales se ridiculiza la cobertura oficial de los eventos acaecidos en Bielorrusia.
La segunda reacción es reforzar la propaganda sobre la urgente necesidad de obedecer al PCCh sin condiciones, y evitar cualquier atisbo de crítica. Esta campaña no se debe únicamente a Bielorrusia. Probablemente fue preparada antes de los acontecimientos acaecidos en Minsk, y además es una respuesta al activismo de la ex ideóloga del PCCh Cai Xia, quien se encuentra en Estados Unidos y está multiplicando las entrevistas en las que les pide a los cuadros del Partido que se deshagan de Xi Jinping y de su culto a la personalidad.
El 20 de agosto, la sección del órgano de difusión del PCCh, el Diario del Pueblo, titulada «Teoría», publicó varios artículos en los que destacaba la necesidad de obedecer al PCCh y a su líder sin condiciones. Jiang Jinquan, subdirector de la Oficina de Estudios de Política Central del PCCh, escribió en el artículo principal lo siguiente: “debemos mantener firmemente la autoridad del Comité Central del PCCh, con el camarada Xi Jinping como núcleo, y un liderazgo centralizado y unificado, y asegurarnos de que todo el Partido actúe al unísono”. Jiang citó a Marx: «Un solo violinista se dirige a sí mismo, pero una orquesta necesita un director», a Engels: «Sin autoridad no puede haber una acción concertada», a Lenin: «En la historia, ninguna clase pudo alcanzar una posición dominante sin seleccionar a sus propios líderes políticos y representantes avanzados, los cuales son buenos organizando y dirigiendo movimientos», a Mao: «Todo el Partido obedece al Comité Central», y a Deng Xiaoping: «El Comité Central debe poseer autoridad». Basándose en estas luminarias comunistas, Jian concluyó que, «sin la autoridad del Comité Central del Partido y un liderazgo centralizado y unificado, todos dirían lo que querrían y manejarían sus propios asuntos, y no se podría hacer nada». Todos los miembros del PCCh deben considerar como su deber «la implementación resuelta de las decisiones tomadas por el Comité Central del Partido y evitar absolutamente lo que esté prohibido por el Comité Central del Partido. La implementación de las decisiones e indicaciones del Comité Central del PCCh debe llevarse a cabo sin condiciones, sin transigir y sin efectuar cambios».
Según cree el PCCh, esta es la manera de evitar que se repita en China lo que está sucediendo en Bielorrusia. Pero las palabras no son suficientes. Bitter Winter informó el mes pasado que el PCCh había anunciado una nueva versión de la Campaña de Rectificación de Yan’an de Mao (整風運動), una de las purgas internas más sangrientas en la historia del Partido. La purga está avanzando rápidamente. El 18 de agosto, Chen Yixin, secretario general de la Comisión Central de Asuntos Políticos y Legales y director de la Oficina Piloto de Educación y Rectificación del Equipo Nacional de Asuntos Políticos y Legales, anunció que la primera etapa de “estudio y aprendizaje” (學習學習教育環節) de la “Campaña de Rectificación” neo-Yan’an, ha sido completada y que ha comenzado la segunda etapa de “investigación y corrección de problemas” (查糾問題環節). Es muy posible que la caída de Gong Daoan, jefe de la policía de Shanghái desde el año 2017, quien actualmente está siendo investigado por «graves violaciones de la disciplina y la ley», forme parte de lo que promete ser una purga mucho mayor.