El reconocido abogado de derechos humanos que defendió a los seguidores del Falun Gong fue condenado a cuatro años y medio de presión. Pekín vuelve a violar la ley con arrogancia.
por Marco Respinti
Hoy, 28 de enero de 2019, el Tribunal Popular Intermedio Número 2 de Tianjin —la mayor metrópolis costera del norte de China y una de las nueve ciudades principales del país, vecina de la provincia de Hebei y la municipalidad de Pekín— condenó al Sr. Wang Quanzhang, de 42 años, a cuatro años y medio de prisión. Lleva más de tres años detenido sin juicio y, según el derecho penal chino, el tiempo que ha pasado en prisión preventiva debería descontarse de su condena. Sin embargo, en este momento nadie sabe si su detención preventiva se iniciará contra la sentencia.
Después del juicio a puerta cerrada, al que no pudo acceder ningún periodista o diplomático extranjero, Wang, quien fuera detenido en julio de 2015, junto con otros 300 abogados, activistas y personal de asesoría legal en la represión de 709, fue “declarado culpable de subvertir el poder del Estado”.
Tras la audiencia de juicio previa de Wang, celebrada el 26 de diciembre de 2018, las Naciones Unidas declararon que su derecho al debido proceso tenía que ser respetado ya que “había preocupaciones graves respecto a los derechos humanos”. La solicitud cayó en saco roto. De hecho, el Sra. Wang Yaqiu, investigador de Human Rights Watch en Hong Kong, define el juicio de Wang Quanzhang como una “burla”. Fue un juicio en el que el acusado incluso se vio obligado a despedir a su abogado defensor designado por el Estado.
El verdadero “delito” que ha cometido este prominente abogado de derechos humanos ha sido defender a activistas y víctimas de las incautaciones de tierras, así como a seguidores del Falun Gong, perseguidos por el PCCh por sus creencias religiosas. El Partido pretende acabar con ellos y el Falun Gong ha sido durante años el objetivo favorito de la ominosa práctica de extracción de órganos humanos, con la cual el régimen chino ha matado a miles de personas. En la actualidad, el Falun Gong sigue siendo “el principal proveedor de órganos” en China, seguido de los uigures musulmanes y los miembros de la Iglesia de Dios Todopoderoso.
Durante el juicio, la esposa de Wang, Li Wenzu, fue confinada a su casa en Pekín. Estaba bajo arresto domiciliario después de que la policía la sorprendiese marchando por un camino de 62 millas (unos 100 km) desde Pekín hasta Tianjin para pedir la liberación de Wang y la llevó de vuelta a su casa a la fuerza. Ahora permanece en casa con el hijo de cinco años que tiene con Wang.
El caso de Wang es el epítome y la reificación de lo que representa un estado totalitario. Cuando una norma contraria a la ley se utiliza para detener a un abogado porque dicho abogado respeta la ley de justicia natural en favor de las personas perseguidas ilegalmente, nadie puede sentirse a salvo. Esto queda demostrado por el hecho de que uno de los abogados de Wang Quanzhang, el Sr. Yu Wensheng, fue despojado de su licencia y detenido en enero de 2018 por “incitar a la subversión”.
Uno de los principios legales fundamentales de todo el mundo es que hasta el peor de los delincuentes tiene derecho a la defensa. Cuando se infringe este principio básico, la justicia se convierte en un juguete del poder ilimitado y cualquier cosa puede ocurrir.
Sin duda, enfrentarse a un tirano es una tarea compleja y arriesgada. Es precisamente lo que Wang Quanzhang ha hecho con valentía para defender a los indefensos. La cuestión es que siempre se suele confiar en que se respetará la norma más básica del juego limpio internacional, porque hasta los más déspotas suelen respetarla para mantener las apariencias. A lo largo de la historia, muy pocos gobernantes se han atrevido a hacer daño sin intentar ocultarlo. Incluso los peores tiranos intentan cuidar las apariencias para legitimar su poder despiadado.
No es el caso de la China de Xi Jinping: hace daño y no se avergüenza de reconocerlo abiertamente. Arrogancia china. Con la condena ilegal de un abogado que defiende los derechos fundamentales frente a los tiranos, el Partido Comunista Chino ha tocado fondo.