Matriculados para estudiar fuera de Sinkiang, los estudiantes de etnia uigur son sometidos a un intenso adoctrinamiento y «hanificación», con la intención de apartarlos de su religión y cultura.
por Wang Yichi
Para acelerar la «hanificación» de los musulmanes étnicos, el Gobierno chino recluta estudiantes de la Región Autónoma Uigur de Sinkiang para que estudien en otras partes de China. El Estado cubre su matrícula y todos los gastos, y personal especialmente asignado los acompaña en los viajes desde y hacia Sinkiang y además los ayuda y supervisa.
En el año 2010, el Ministerio de Educación emitió un documento titulado Medidas administrativas para las clases de enseñanza secundaria impartidas en el interior del país y compuestas por estudiantes de Sinkiang, las cuales tiene como objetivo «fortalecer la educación para la identificación de los estudiantes con la gran patria, la nación, la cultura china y el camino del socialismo con características chinas; y reforzar la educación para promover los puntos de vista marxistas de la patria, la nación, la religión, el materialismo y el ateísmo».
Una escuela secundaria emplazada en el centro de China alberga a cientos de estudiantes procedentes de Sinkiang. Si bien parecieran disfrutar de lo que puede considerarse un «trato favorable», en realidad, han perdido su libertad y corren peligro de perder su identidad étnica. Bitter Winter habló con varios de ellos, así como también con algunos de sus profesores.
Temerosos de hablar de religión
El inicio de la charla con los estudiantes no fue fácil. Parecían asustados y nerviosos. «No somos religiosos, no sabemos nada sobre religión», los estudiantes se apresuraron a decir que no eran musulmanes, agitando las manos cuando se les preguntaba si procedían de familias religiosas.
Después de un tiempo, los estudiantes se fueron relajando gradualmente, bajaron la guardia y comenzaron a abrirse. Admitieron que echaban de menos su hogar, que extrañaban a sus familias en casa y que se sentían oprimidos por la escuela.
«La escuela no permite ninguna forma de fe. Tenemos prohibido asistir a la mezquita. Seremos expulsados si alguien sospecha que podríamos llegar a ser religiosos”, afirmó un niño de segundo año. «Preservamos en gran medida nuestras costumbres comiendo nuestra comida tradicional cada vez que podemos».
La administración de la escuela le pidió al joven que se uniera a la danza del dragón –siendo la misma una tradicional danza china de la etnia han, que suele realizarse durante celebraciones festivas tales como el Año Nuevo chino–. “Preferimos nuestros bailes tradicionales. No me gusta el dragón», explicó el niño, añadiendo que para los musulmanes practicantes, la adoración de ídolos es considerada una blasfemia.
El amor por el Partido y el país es lo primero
«Los estudiantes de Sinkiang son sometidos a adoctrinamiento forzado», afirmó un profesor de etnia han de la escuela. «Su tarea principal no es estudiar, sino aprender a amar al país y al Partido».
Según una joven de primer año, el 1 de octubre, el Día Nacional chino, los estudiantes chinos de etnia han locales fueron liberados de la escuela por el día festivo, mientras que a los estudiantes de Sinkiang se les exigió asistir a una ceremonia de izamiento de la bandera y jurar lealtad al Gobierno; además se les ordenó que miraran las celebraciones dedicadas al 70 aniversario de la fundación de la China Comunista y que escribieran sus impresiones.
Los jóvenes también se vieron obligados a mirar películas patrióticas, tales como «La fundación de una república» y «El comienzo del gran resurgimiento«.
«El Gobierno quiere que los jóvenes de Sinkiang estudien la ideología comunista desde temprana edad, evitando así que aprendan su cultura, tradiciones e idioma», comentó un musulmán local. «Al no permitir que estos jóvenes practiquen su fe, el Estado intenta ‘normalizarlos’».
El establecimiento educativo parece una cárcel
Los movimientos y actividades de los estudiantes de Sinkiang están fuertemente controlados, en duro contraste con las libertades a las que tienen derecho los estudiantes chinos de etnia han en la escuela.
Entre las medidas discriminatorias se encuentra un dispositivo de reconocimiento de huellas dactilares exclusivamente utilizado para monitorear a los estudiantes uigures, quienes deben realizar el procedimiento de escaneo cada vez que ingresan o salen del establecimiento educativo, del cual se les permite salir solo una vez cada dos semanas durante un plazo de dos horas. Si quieren ir a algún lugar por más tiempo, los estudiantes deben obtener las firmas de tres profesores. Además, la escuela asigna un profesor para que los acompañe.
“Como regla general, nuestros profesores se quedan con nuestros teléfonos móviles. Se nos permite utilizarlos solo durante las vacaciones escolares”, explicó una joven de etnia uigur. “Solo podemos llamar a nuestras familias desde nuestros teléfonos móviles. Si efectuamos llamadas desde números locales y nuestros familiares responden, podrían meterse en problemas, incluso podrían ser enviados a un campamento, porque las llamadas procedentes de fuera de Sinkiang son controladas y consideradas ‘peligrosas’».
“Los estudiantes de etnia han saludan a sus profesores de manera relajada, mientras que los jóvenes de Sinkiang son muy cautelosos; siempre se inclinan ante los mismos. Nunca los he visto jugar ni perseguirse por diversión», comentó uno de los profesores de la escuela. El profesor se siente triste por estos estudiantes, ya que nadie los defiende y están lejos de sus padres, muchos de los cuales han sido enviados a campamentos de transformación por medio de educación. «Pareciera que estos jóvenes viven en un mundo de depresión», afirmó el profesor.
Enormes tasas por abandonar los estudios
Y tiene razón: al vivir bajo un constante estrés, algunos estudiantes comenzaron a mostrar signos de depresión. Aunque se sienten oprimidos, tienen miedo de abandonar los estudios, ya que el reglamento de la escuela establece que los que se van antes de tiempo tienen que pagar la llamada «cuota estatal de cultivación»; la cual asciende a más de 10 000 yuanes (más de 1400 dólares) por año.
Esta suma de dinero es una enorme carga para la mayor parte de las familias de Sinkiang. «A los estudiantes no les gusta estudiar aquí. Quieren volver a sus hogares, pero tienen que quedarse porque no pueden pagar las altas cuotas”, afirmó un profesor de mediana edad de la escuela.
«El Gobierno no los dejará irse de todos modos», continuó afirmando el profesor. «No quieren que los estudiantes regresen a Sinkiang ya que desean seguir ‘normalizándolos’. Al tener su propio idioma y religión, los uigures son vistos por el PCCh como una fuerza peligrosa que luchará por su independencia. Y esto sería difícil de controlar. Por lo tanto, el régimen ha decidido ‘normalizar’ a la generación más joven enviándola al interior, sin importar cuánto cueste el proceso. A fin de cortar sus raíces uigures, quieren que su educación sea impartida en idioma chino, rodeados de la tradicional cultura han desde temprana edad».