La autora dio el siguiente discurso el 14 de noviembre en el Foro de Ginebra 2019 sobre derechos humanos, organizado por el Departamento de Información y Relaciones Internacionales de la Oficina del Tíbet en Ginebra de la Administración Central Tibetana, bajo el título: La represión de alta tecnología de China y la libertad religiosa.
por Hilary L. Miller
Agradezco a la Oficina del Tíbet por invitarme a hablar hoy y al Sr. Frasi por moderar este panel. Es un honor estar acompañada por otras personas que han hecho de la promoción y protección de los derechos humanos la obra de su vida.
Me llamo Hilary Miller y trabajo para United Nations Watch, una ONG de derechos humanos cuya sede se encuentra aquí, en Ginebra. Monitoreamos el desempeño de las Naciones Unidas (ONU) con el criterio de su propia Carta y desafiamos a los Estados miembros que no llevan a cabo la justa aplicación de los principios de la Carta de Naciones Unidas. Por esta razón, UN Watch está particularmente preocupada por el Consejo de Derechos Humanos (CDH) de las Naciones Unidas, que está corrompido por dictadores y violadores brutales de los derechos humanos. Los miembros del Consejo con derecho a voto, que incluyen a Estados como Venezuela, Cuba y China, abusan de su poder en el máximo organismo mundial a favor de los derechos humanos para enmascarar sus transgresiones y evadir la crítica por su indignante historial en materia de derechos humanos al tiempo que trabajan de común acuerdo para aprobar resoluciones en las que se alaban a sí mismos.
El tema y el contexto
China es miembro del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas conformado por 47 naciones y desempeña un papel negativo por múltiples razones. China ha sido miembro prácticamente cada año desde que se creó el Consejo en 2006 y solo ha salido debido a la duración del periodo. Su prolongada membresía es absurda, dado que China es uno de los peores violadores de los derechos humanos que hay en el mundo.
Un informe de 2019 por parte de Freedom House califica a China como “no libre” y subraya cómo el Gobierno ha consolidado el poder a través de reprimir a periodistas, implementar una fuerte censura y vigilancia en Internet y al reprimir a los grupos religiosos, tal y como quedó evidenciado por la detención masiva de musulmanes uigures en los llamados “centros de reeducación política” en la provincia de Sinkiang.
Tomando en cuenta todo esto, es relevante preguntar: ¿por qué importa que China sea miembro del organismo de derechos humanos más importante del mundo? Hoy discutiré las distintas formas en las que China influye negativamente sobre el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. En primer lugar, China vota sistemáticamente de la forma incorrecta en lo que se refiere a las resoluciones sobre derechos humanos. En segundo, China interrumpe a los oradores invitados e intimida y acosa a los defensores de los derechos humanos durante las sesiones del Consejo. Además, históricamente, China ha presionado a los funcionarios de la ONU para que hagan cosas que contravienen el procedimiento ético de la misma. China también es conocida por inventar ONG falsas que respaldan su historial en materia de derechos humanos a pesar de los hechos en la realidad. Y, finalmente, China lanza hipocresía y mentiras, en coordinación con otros malos actores, en un esfuerzo por crear una falsa narrativa de la realidad de la situación de derechos humanos que prevalece en ese país.
Durante más de una década, UN Watch ha visto de cerca cómo la conducta de China en las Naciones Unidas es contraria a la Resolución 60/251, que reafirma que todos los Estados — independientemente de sus sistemas políticos, económicos y culturales— tienen el deber de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales.
China apoya resoluciones contraproducentes
Como se mencionó previamente, una forma en la que China afecta negativamente al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas es la forma como vota sistemáticamente de la manera equivocada en lo que se refiere a las resoluciones sobre derechos humanos.
En lo que toca a las resoluciones positivas que defienden a las víctimas que enfrentan algunos de los abusos más nefastos a los derechos humanos y que desafían a los Gobiernos que abusan de sus derechos humanos, China sistemáticamente vota en contra de dichas resoluciones.
Por ejemplo, en 2018, en una resolución que condenaba a Siria por las violaciones a los derechos humanos en Guta Oriental y por negar acceso humanitario al área, China votó en contra.
En una resolución sobre Irán que extendía el mandato del relator especial para que investigara los abusos a los derechos humanos en aquel país, China votó en contra.
En una resolución sobre Burundi que condena a las fuerzas gubernamentales por violaciones a los derechos humanos, China votó en contra.
Y en una resolución sobre Myanmar que condenaba fuertemente las crasas violaciones a los derechos humanos contra musulmanes rohinyá en el estado de Rakáin y extendía el mandato del relator especial para investigar el reconocimiento del Gobierno de asesinatos extrajudiciales, China fue uno de los siete países en el mundo —junto con Venezuela, Irak, Pakistán, Kirguistán, Burundi y Cuba— en votar en contra.
Además, tristemente, el Consejo también adopta a menudo resoluciones contraproducentes que socavan los derechos humanos. China siempre vota para apoyar esas resoluciones negativas. Por ejemplo, en 2018, el Consejo adoptó su resolución anual sobre derechos humanos y medidas coercitivas unilaterales. Es un mandato del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas iniciado por Cuba que define todas las sanciones estadounidenses y europeas en contra de los regímenes deshonestos como violaciones a los derechos humanos.
El relator especial que implementa este mandato, Idriss Jazairy, habitualmente defiende a los peores regímenes del mundo al mostrarlos como víctimas de las malvadas sanciones occidentales. Por ejemplo, en 2016 emitió un informe donde culpaba a las sanciones estadounidenses sobre Sudán por dañar el derecho a la vida, el derecho a la salud, el derecho al desarrollo, el derecho al agua potable, el derecho a trabajar, el derecho a la educación, los derechos de los adultos mayores, los derechos de las personas con discapacidad, los derechos de las mujeres, los derechos de los niños y el derecho al alimento. No obstante, no dijo nada sobre el hecho de que el país era gobernado por un dictador opresor y genocida, Omar al Bashir, que es buscado por la Corte Penal Internacional por crímenes contra la humanidad. Del mismo modo, en 2017, Jazairy emitió un informe que hacía la sorprendente afirmación de que el Gobierno ruso de Vladimir Putin es una víctima de violaciones a los derechos humanos. Ha emitido informes similares que defienden a otros regímenes violentos.
A nadie sorprende que China vote habitualmente a favor de semejantes mandatos politizados, creados típicamente por Cuba, y cuyo único propósito es socavar los derechos humanos universales y fortalecer a los regímenes perpetradores.
Así pues, la forma en la que China vota y las resoluciones que apoya son indicadores claros e importantes de cómo juega un papel negativo en el Consejo de Derechos Humanos.
China interrumpe a los oradores en las sesiones del Consejo
Otra forma en la que China afecta negativamente al Consejo radica en su conducta durante las sesiones; la delegación china, sin ninguna base legítima o causa de obstrucción, interrumpe regularmente a los oradores que buscan exponer los abusos a los derechos humanos en China. UN Watch ha visto este esfuerzo deliberado por frenar la libertad de expresión en múltiples ocasiones a lo largo de la última década.
En marzo de 2011, UN Watch trajo al Dr. Yang Jianli —un activista de los derechos humanos, sobreviviente de la masacre de la Plaza de Tiananmén, presidente de Iniciativas de Poder Ciudadano para China, becario de Harvard y miembro de la junta directiva de UN Watch— para que hablara acerca del fracaso de China en defender los derechos humanos básicos. Poco después de comenzar, la delegación china interrumpió al Sr. Yang en una cuestión de orden para afirmar que el orador no estaba abordando el tema que se estaba debatiendo, que era un punto de la agenda específicamente designado para discutir “las situaciones de derechos humanos que requieren la atención del Consejo”.
En otro incidente en marzo de 2014, UN Watch llevó a Ti-Anna Wang para que testificara delante del Consejo sobre la detención que hizo China de su padre Wang Bingzhang, un activista de los derechos humanos y líder democrático que ha estado cumpliendo cadena perpetua desde 2002. Justo un minuto después de que la señorita Wang comenzó su discurso, la delegación de China objetó que ella únicamente tenía permitido abordar “situaciones abstractas de derechos humanos” y no casos específicos, como el del encarcelamiento de su padre.
Y, en marzo de 2018, cuando UN Watch trajo nuevamente al Dr. Yang Jianli para que se dirigiera al Consejo de Derechos Humanos —conformado por 47 naciones— sobre la represión de China contra el derecho a la libertad de expresión y de palabra, la delegación china interrumpió a Yang momentos después de iniciar. En una cuestión de orden, afirmaron falsamente que el Dr. Yang no estaba abordando el tema correcto, que eran los derechos humanos universales tal y como se consagran en la Declaración de Viena de 1993 y fueron más allá al final del discurso en un derecho de réplica para decir que “las ONG y las personas con motivos ulteriores utilizan este foro para llevar a cabo sus propósitos malvados”.
En julio de 2019, UN Watch fue testigo de otro caso del patrón regular que sigue China de obstruir a los oradores, cuando en dos ocasiones interrumpieron a la célebre música y activista de Hong Kong a favor de la democracia, Denise Ho. En ambos intentos por interrumpir sus comentarios, la delegación china argumentó que ella estaba “difamando” a China por hablar en contra de su interferencia en Hong Kong.
Estos esfuerzos descarados y repetidos por interrumpir a los activistas de derechos humanos, cuyo único motivo es exponer la verdad, revelan cómo China abusa de su posición en el Consejo para silenciar a las voces críticas y, de una manera más general, socava los derechos humanos.
China acosa e intimida a los defensores de los derechos humanos
China no solo busca silenciar la disensión al interrumpir a los oradores, sino, también, al acosar e intimidar a los defensores de los derechos humanos. Un informe de 2015 de Reuters puso los reflectores sobre los esfuerzos que hace China por aminorar el escrutinio sobre su historial en materia de derechos humanos con su uso cada vez mayor de la intimidación y el espionaje para silenciar a los críticos en las Naciones Unidas.
Así ocurrió cuando Ti-Anna Wang habló a favor de UN Watch en marzo de 2014. Un informe que se publicó en el New York Times detalla a fondo el acto de espionaje de China dirigido a la señorita Wang, que fue llevado a cabo por un representante de una ONG con lazos cercanos al Gobierno. La señorita Wang recordó el incidente en la siguiente narrativa: “Me encontraba sentada frente a un escritorio utilizando mi computadora cuando, sin que yo me diera cuenta, uno de los hombres chinos utilizó una tableta para tomarme fotografías sin mi autorización. Después de que un miembro del personal de la Secretaría de las Naciones Unidas le dijo que dejara de hacerlo, me di la vuelta y, unos minutos después, vi que él seguía fotografiándome. Tenía oculta la tableta dentro del traje, pero la cámara estaba apuntando directamente a mí. Los equipos de seguridad finalmente lo escoltaron para que saliera de la habitación, inspeccionaron las fotografías y confirmaron que había varias fotografías mías, de la pantalla de mi computadora y de mis pertenencias personales. Evidentemente, me sentí violada y me causó indignación”.
En respuesta a este flagrante esfuerzo de intimidar y acosar a la señorita Wang, UN Watch dirigió una carta al entonces presidente Baudelaire Ella del Consejo de los Derechos Humanos donde instaba a la Oficina del CDH a que condenada este “acto de deliberada intimidación en represalia contra nuestra delegada por su cooperación con los mecanismos de derechos humanos de las Naciones Unidas”.
En otro incidente que ocurrió el año pasado cuando el Dr. Yang hablaba ante el Consejo, un miembro de la delegación china fue pillado tomándole fotografías afuera de la sala de plenos durante más de 10 minutos.
China presiona a funcionarios de Naciones Unidas para que actúen en contra de los derechos humanos
Aunque China tiene un claro historial de que utiliza a las ONG y a los delegados como sus representantes para intimidar y acosar a los activistas, también han presionado a funcionarios de las Naciones Unidas para que violen el procedimiento ético de dicho organismo.
Así pasó en mayo de 2017, cuando la oficina de derechos humanos de las Naciones Unidas, a petición de China, peligrosamente entregó los nombres de cuatro activistas programados para asistir a una sesión del Consejo de Derechos Humanos. UN Watch respondió inmediatamente escribiendo una carta al entonces alto comisionado Zeid Raad Al Hussein sobre cómo la práctica de revelar por anticipado los nombres únicamente sirve para envalentonar a los Estados miembro, en particular, a China, en su esfuerzo por acosar a los defensores de los derechos humanos. Nuestra carta declaraba lo siguiente: “China es particularmente conocida por acosar a quienes se expresan en su contra en el CDH. Así pues, cualquier política que permita que China (o cualquier otro Estado miembro) descubra qué disidentes asistirán a una sesión del CDH antes de la sesión, permite las duras prácticas de intimidación de China. Esto es contrario al propósito mismo de la ONU y del CDH, instituciones que tienen como propósito proteger los derechos humanos y exponer —y no facilitar— los abusos. Ningún disidente político debería ser sometido al acoso o a la intimidación por viajar a Ginebra para hacer campaña a favor de los derechos humanos en las Naciones Unidas”.
China inventa ONG falsas
Además de su pésimo historial de votación, de interrumpir a los oradores, de acosar a los defensores de los derechos humanos y de presionar a los funcionarios de la ONU, China debilita la misión y el propósito del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas al inventar ONG falsas para defender su historial en materia de derechos humanos.
En el caso de Ti-Anna Wang, el hombre acusado de espiarla era miembro de la Asociación China para la Preservación y el Desarrollo de la Cultura Tibetana o CAPDTC (por sus siglas en inglés), un grupo con sede en Pekín que se estableció en 2004 con vínculos cercanos al Departamento de Trabajo del Frente Unido del Partido Comunista Chino.
Además, China creó una serie de ONG falsas para elogiar su historial en materia de derechos humanos tras la adopción del resultado del Examen Periódico Universal sobre China en la sesión del Consejo de marzo de 2019. Por ejemplo, los delegados de un grupo convenientemente denominado la “Asociación China para el Entendimiento Internacional” afirmaron que todas las personas en la provincia de Sinkiang tenían igual acceso a los mismos derechos y a un desarrollo pleno y alabaron el impacto positivo del Gobierno sobre los centros interculturales de la región. También, durante la sesión de marzo, el CAPDTC —el mismo grupo que espió a la señorita Wang— afirmó falsamente que todos los tibetanos tenían libertad y que el Gobierno central y el Gobierno autónomo del Tíbet habían trabajado juntos para preservar la cultura tibetana. China no solo inventa grupos falsos para que creen mentiras y evoquen falsas alabanzas, sino que también abastece de mentiras.
China exuda hipocresía y grandes mentiras
Una forma final en la que China influye negativamente en el Consejo es la manera en la que deliberadamente miente con el fin de manipular los hechos de la realidad, especialmente en lo relacionado con la situación de los musulmanes uigures. UN Watch fue testigo de esto en julio de 2019, apenas hace unos meses, cuando China escribió una carta con 50 cofirmantes —incluyendo los regímenes brutales de Rusia, Venezuela, Irán y Siria, entre otros— dirigida a la alta comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, que alteraba la realidad del trato que ha dado a los uigures en la provincia de Sinkiang. En lugar de condenar a China por arrestar por la fuerza a más de un millón de uigures en las llamadas “escuelas profesionales y de capacitación”, la carta la elogia por emprender una serie de medidas contraterroristas en la región y por sus “notables logros en el campo de los derechos humanos” y sus muchas “contribuciones a la causa internacional de los derechos humanos”.
Y estas mentiras van más allá de la correspondencia formal entre diplomáticos y delegados. Hace apenas unas semanas, durante la sesión de septiembre del Consejo de Derechos Humanos, la propaganda china abarrotó los salones de Naciones Unidas aquí en Ginebra. Miles de personas pasaron por un despliegue que pregonaba el trato justo de China hacia los tibetanos, los uigures y 1300 millones de personas, que, dijeron, gozan plenamente de los derechos humanos en China.
Para concluir, el historial de votación de China y su conducta maliciosa en las Naciones Unidas muestran a qué grado tiene un impacto negativo sobre el Consejo de Derechos Humanos. Que durante tanto tiempo haya sido miembro del Consejo de Derechos Humanos —el máximo organismo de derechos humanos en el mundo, compuesto por 47 naciones— es absurdo, alarmante y necesita ser expuesto.
Esa es la misión y el propósito mismo de UN Watch: asegurarse de que los malos actores como China no obtengan una aprobación en lo que se refiere a la defensa de los derechos humanos. En este esfuerzo, nos pronunciamos en contra de China por las múltiples razones que abordé hoy en lo que se refiere a que contraviene la Resolución 60/251 y abandona su responsabilidad de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Gracias por permitirme hablar hoy sobre un asunto tan importante. Agradezco la oportunidad y los muchos mensajes que me llevo de este panel.