Ha sido publicado el «Informe anual del 2018 sobre la persecución llevada a cabo por el Gobierno comunista chino contra la Iglesia de Dios Todopoderoso». La situación está empeorando.
Marco Respinti
Es bastante curioso que un régimen que profesa ser materialista y laico por elección, vocación, práctica y convicción, al mismo tiempo pretenda decidir qué es una religión. ¿Y además pretende decidir cuáles son las «buenas» y las «malas» religiones?
Realmente, no existen religiones «buenas» para el Partido Comunista Chino (PCCh). No obstante, el Estado ateo considera que algunas de ellas son peores que otras y, por lo tanto, las reprime con mayor ferocidad e intensidad. Estas son las que el PCCh concibe como «religiones no verdaderamente religiosas». Y estas religiones “peores”, al importar desde Occidente el enfoque ideológico típico de las organizaciones catalogadas como «sectas», son definidas por el PCCh como xie jiao. Como ahora todos saben muy bien, esta expresión típicamente china no significa en absoluto lo que Occidente, con intención despectiva, define como «secta» (la expresión china, en sí misma antigua, significa en realidad, «enseñanzas heterodoxas»), pero el PCCh hace todo lo que está en su poder para superponer las dos expresiones, con el objetivo de obtener la completa descalificación de todas las realidades religiosas que precisamente define como xie jiao. Después de todo, ¿qué es un xie jiao? Simplemente lo que el poder político define como xie jiao.
El éxito es su delito
Por lo tanto, xie jiao son las «malas» religiones por excelencia ya que, en la lógica del PCCh, las mismas son las «religiones no verdaderamente religiosas». Por esta razón, aduciendo engañosas razones de «salud pública», el régimen, quien se siente particularmente molesto con ellas, se ha fijado como objetivo el erradicarlas (estas son las palabras de Xi Jinping) «como si fueran un tumor». Al igual que un tumor no tiene derechos, tampoco tienen derechos los miembros de grupos que son maliciosamente catalogados como xie jiao, a fin de intentar inocular a la opinión pública, primero a la china y luego a la internacional, con la idea de que son «sectas», es decir, grupos «malvados» por definición, que por lo tanto no merecen ningún tipo de compasión. El PCCh puede «justificar» la totalmente excesiva obstinación y crueldad con la cual persigue a los miembros de los grupos catalogados como xie jiao, solo asumiendo que los miembros de los grupos religiosos que particularmente coloca en la mira realmente no son, después de todo, seres humanos, sino portadores de una mentalidad y de una ética intrínsecamente perversas.
No obstante, aunque camuflada, la virulencia de la represión perpetrada contra esos grupos tiene, después de todo, una raíz muy evidente. Estos son grupos recientemente fundados que, en un corto período de tiempo, a veces incluso en muy poco tiempo, han obtenido una gran cantidad, en algunos casos, una enorme cantidad de miembros. Las falsas acusaciones esgrimidas contra ellos sobre la base de noticias falsas, las cuales los describen como perturbadores del orden público, solo pueden explicarse considerando que esos grupos son la negación obvia de la afirmación ideológica sobre la que se basa el régimen chino, simplemente por el hecho de existir y de reunir una considerable cantidad de miembros en pocos años. En resumen, el PCCh considera que estos grupos son sediciosos y subversivos únicamente porque niegan la premisa atea sobre la que descansa el régimen chino, así como también por su inalterable convicción de que, al ser antinatural, la religión está condenada a la extinción. El crecimiento diario de los grupos definidos y perseguidos como xie jiao, a menudo incluso en detrimento de las principales religiones e Iglesias, representa la derrota diaria del PCCh. Si el PCCh tolerara a esos grupos, debería admitir su propia derrota. Por esta razón «no puede» tolerarlos. Como siempre, la alternativa a rendirse a la realidad, admitiendo estar equivocados, es la violencia: exactamente la moneda con la que el PCCh recompensa a las religiones que tienen la «culpa» de ser exitosas.
Menos que seres humanos
Entre los grupos definidos como xie jiao se encuentra la Iglesia de Dios Todopoderoso. De hecho, entre los grupos perseguidos como xie jiao, la Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT) es el que actualmente paga el precio más alto por desacreditar la premisa atea sobre la que se basa el régimen chino. El tributo de sufrimiento y sangre que la IDT paga todos los días es, de hecho, enorme. El informe anual del 2018 sobre la persecución llevada a cabo por el Gobierno comunista chino contra la Iglesia de Dios Todopoderoso, actualmente publicado por la Iglesia, lo demuestra.
Según estadísticas incompletas, entre los años 2011 y 2017, la IDT (la cual fue fundada en el año 1991 y catalogada como xie jiao a partir del año 1995 en adelante) ha padecido el arresto de al menos 400 000 de sus miembros. De los mismos, 101 son los casos bien documentados de creyentes de la IDT que han muerto como resultado de la persecución.
Algunas personas objetan lo que el informe no oculta, pero, de hecho, afirma de manera abierta y clara: que las estadísticas están incompletas. No obstante, esta objeción es endeble, ya que la severidad de la persecución impide realizar una encuesta exhaustiva, y esto significa que lo que el informe puede determinar es solo una parte de la horrible realidad que está experimentando la IDT.
La primera noticia del informe es un dato impactante. El año 2018 ha visto cómo la situación se agrava y empeora cada vez más. Aproximadamente 24 000 miembros de la IDT han sido perseguidos solo a causa de sus creencias religiosas y por participar en actividades normales, tales como asistir a reuniones y predicar el Evangelio. Además, al menos 300 millones de yuanes (aproximadamente 45 millones de dólares) han sido ilegalmente incautados: la suma incluye tanto dinero de la Iglesia como propiedades y activos personales y, en la mayor parte de los casos, los ahorros personales de toda una vida les fueron confiscados a personas cuyo único delito fue ser miembros de la IDT.
En 30 provincias, regiones autónomas y municipios de China Continental, por lo menos 12 000 miembros de la IDT han padecido hostigamiento, incluyendo el hecho de ser forzados a firmar «declaraciones de garantía» a través de las cuales el régimen les exige que abandonen y se retracten de su fe y prometan abstenerse de cualquier involucramiento con la Iglesia en el futuro. Básicamente, esto equivale a una guerra psicológica contra los creyentes. Desde el punto de vista del PCCh, luchar contra la religión es un deber. Pero, ni siquiera desde el punto de vista del PCCh se justifica desmoralizar a los creyentes. De hecho, las personas que firman “declaraciones de garantía” siempre pueden volver a practicar su fe en secreto. Por lo tanto, lo que el PCCh quiere lograr a través de esas declaraciones es la humillación de los creyentes al obligarlos a ser mentirosos ante su Dios y al exponer públicamente su traición. Este es solo uno de los medios utilizados para lograr la «deshumanización» de los miembros de la IDT.
Tortura y muerte
De los casi 24 000 miembros de la IDT que fueron perseguidos en el año 2018, el nuevo informe sobre la persecución contabiliza al menos 11 111 personas detenidas. Entre ellas, 6757 han permanecido detenidas por períodos cortos o largos. 685 han sido cruelmente torturadas de diversas maneras y han sido sometidas a adoctrinamiento forzado (otra forma de humillación y «deshumanización» implementada ante la «necesidad» de «rehumanizarlos» según la ideología comunista). Además, 392 miembros de la IDT han sido sentenciados, la mitad de ellos a 3 años de prisión o más.
El punto culminante fue alcanzado en el caso de Bao Shuguang y de otros siete miembros de la IDT procedentes de la provincia de Shandong, quienes fueron sentenciados de 10 a 13 años de prisión. Esto está espectacularmente en línea con la arbitrariedad que un falso estado de derecho permite en China. El artículo 300 del Código Penal Chino castiga a las personas por el «delito» de participar en y/o «utilizar» un xie jiao con 3 a 7 años de prisión «o más». Esta vaga expresión, «o más», es, por supuesto, el medio «legal» por medio del cual las autoridades se permiten a sí mismas decidir las sentencias a su elección, es decir, la legalización de la ilegalidad.
Pero los arrestos no son suficientes para satisfacer al PCCh. Tal y como indica el informe del año 2018, al menos 20 miembros de la IDT han muerto como resultado de la persecución. Entre ellos, siete han muerto en unidades de interrogación extrajudiciales, tales como los campamentos de transformación por medio de educación.
Por supuesto, esta deplorable situación ha despertado la preocupación de las organizaciones internacionales defensoras de los derechos humanos, y el informe de la IDT del año 2018 sobre la persecución se ocupa de ellas en una sección específica. Las ONG cuestionan al PCCh de manera regular y este es un esfuerzo sumamente noble, a pesar de que el régimen no parece estar dispuesto a cambiar su actitud.
No obstante, algunas cosas positivas se desprenden del informe. A causa de la cruel represión y persecución llevadas a cabo por el PCCh, cada vez son más los miembros de la IDT que deben huir al extranjero y solicitar el estado de refugiado. Obtenerlo no es una tarea fácil, pero países como Canadá y Nueva Zelanda muestran signos alentadores con tasas de aprobación de solicitudes de asilo que alcanzaron el 90% y el 100% respectivamente. Y, el 26 de noviembre de 2018, Zou Demei, una de los miembros de alto rango de la Iglesia, quien había huido a EE. UU., obtuvo una decisión favorable de la Junta de Apelaciones de Inmigración y, por consiguiente, a su caso se le concedió recurso de reconsideración.