Ni siquiera durante el brote de coronavirus el régimen de China mitiga sus campañas de persecución de los grupos religiosos que no controla.
por An Xin
Según un infiltrado en el Gobierno de la provincia nororiental de Jilin, en el mes de febrero, la Agencia de Asuntos Religiosos de la provincia emitió un documento en el que les exigía a los departamentos de asuntos religiosos de todas las localidades «rectificar» las iglesias domésticas, utilizando «el sistema de red de tres niveles y de responsabilidad de dos niveles«. Los funcionarios locales deben investigar los lugares pertenecientes a iglesias domésticas y recopilar información sobre cuándo se establecieron, quién está a cargo de los mismos y qué tan grandes son sus congregaciones. Según los superiores, esto era necesario para sentar las bases de una futura operación de represión unificada.
La fuente también le dijo a Bitter Winter que el Gobierno planea unir fuerzas con la agencia de seguridad pública, con la de asuntos civiles y con otros departamentos a fin de reprimir a las iglesias domésticas investigadas. Además, los seminarios, las clases de capacitación, los jardines de infantes, y las escuelas regulares y dominicales dirigidas por iglesias domésticas están siendo investigados y serán clausurados. Las actividades religiosas en línea deben ser reprimidas y se debe fortalecer el control y la transformación por medio de educación de los directores y de las congregaciones de las iglesias domésticas que fueron clausuradas para evitar que reanuden las actividades religiosas.
El 20 de febrero, el grupo de control de coronavirus establecido por el Gobierno de Nenjiang, una ciudad a nivel de condado de la provincia nororiental de Heilongjiang, emitió una orden en la que prohibía explícitamente que tanto los individuos como las organizaciones proporcionaran lugares para «efectuar actividades religiosas ilegales» en nombre de la prevención de la propagación de la epidemia. Según la orden, el Departamento de Trabajo del Frente Unido debe «clausurar resueltamente los lugares religiosos ilegales» y todos los municipios y comunidades deben intensificar sus esfuerzos para inspeccionar e investigar dichos lugares y sus actividades, reportándolos inmediatamente a las instituciones de seguridad pública. A los residentes se les pide que denuncien dichos lugares de manera proactiva y se les promete ser recompensados con 5000 yuanes (alrededor de 700 dólares).
La decisión de detener todas las reuniones públicas en medio de la propagación de un virus mortal es incuestionable. No obstante, en China, la epidemia es utilizada para reprimir a las personas de fe y clausurar los lugares de culto.
El Partido Comunista Chino (PCCh) persigue desde hace mucho tiempo a las iglesias domésticas por considerarlas «elementos inestables» que amenazan al régimen al negarse a ser controladas por el mismo. Entre finales de octubre y enero, se clausuraron más de diez sedes pertenecientes a iglesias domésticas emplazadas en Hangzhou, la capital de la provincia oriental de Zhejiang. En el distrito de Jianggan de la ciudad, el 5 de enero se clausuró una iglesia doméstica. Los funcionarios locales afirmaron que estaban siguiendo las órdenes del Gobierno central de clausurar todas las iglesias domésticas. Un miembro de la congregación le dijo a Bitter Winter que el Gobierno había instalado cámaras de vigilancia para monitorear la iglesia y había prohibido que los creyentes volvieran a reunirse. Antes de la clausura, el lugar había padecido más de diez represiones organizadas por el Gobierno.
El 27 de octubre, cinco funcionarios gubernamentales allanaron un lugar perteneciente a la Iglesia Local emplazado en Hangzhou y dispersaron a la congregación. Los mismos amenazaron con demoler la vivienda del anfitrión y encarcelarlo si continuaba celebrando reuniones religiosas. Posteriormente, el hombre en cuestión se vio obligado a escribir una declaración en la que prometía no volver a organizar actividades religiosas.
A principios de enero, varios funcionarios irrumpieron en una iglesia doméstica emplazada en la ciudad de Daqing de Heilongjiang, tomaron fotos de su directora y la obligaron a escribir una declaración en la que prometía no volver a organizar reuniones religiosas.
«Desde el año 2018, los funcionarios de la comunidad vienen a filmarme a mí y a mi casa», le dijo a Bitter Winter la directora de la iglesia. «He cambiado varios teléfonos móviles y tarjetas SIM, pero siempre saben a dónde voy. Cada vez que visito a un compañero creyente, me siguen y me acosan. Me vigilan dondequiera que vaya».
Una iglesia doméstica emplazada en el distrito de Guangfeng de Shangrao, una ciudad a nivel de prefectura de la provincia suroriental de Jiangxi, fue acosada durante mucho tiempo por funcionarios gubernamentales. En el mes de diciembre, el Gobierno contrató a dos personas para que vigilaran la entrada de la iglesia a diario a fin de impedir que los creyentes se reunieran. Un mes después, el sitio fue clausurado.