A fin de frenar el virus, los niños chinos estudian en aulas virtuales y se insta a los empleados a trabajar desde sus hogares, pero las personas de fe tienen prohibido reunirse en línea.
por Deng Jie
A fin de contener la propagación del COVID-19, una gran cantidad de lugares de culto existentes en numerosos países dejaron de organizar reuniones regulares y comenzaron a transmitir servicios en línea. Para las personas de fe en China no existe esta opción: todas esas actividades han sido catalogadas como ilegales por las autoridades.
Tras el cierre de sus lugares de culto en medio de la epidemia, los creyentes que viven en el continente sintieron la necesidad de comunicarse y buscar orientación espiritual y consuelo. Esperaban poder hacerlo en línea, pero pronto se enfrentaron a las prohibiciones y medidas represivas gubernamentales.
El 23 de febrero, siguiendo las instrucciones de sus superiores, los Dos Consejos Cristianos Chinos de la provincia oriental de Shandong emitieron una notificación en la cual prohibían la transmisión en directo de servicios religiosos.
Un expredicador de la Iglesia de las Tres Autonomías procedente de la provincia suroriental de Jiangxi, quien continúa predicando fuera de la Iglesia estatal, le dijo a Bitter Winter que, a principios de febrero, justo cuando comenzaba a celebrar una reunión en línea, la policía de Internet cerró por la fuerza la sala de chat que estaba utilizando.
El predicador afirmó que impartió sermones en línea durante años, pero que desde el año 2016, el Gobierno comenzó a imponerles restricciones cada vez más severas a las actividades religiosas en línea y las salas de chat que había creado eran frecuentemente cerradas. La situación empeoró a partir del año 2019: la mayor parte de sus cuentas en línea fueron bloqueadas.
En septiembre de 2018, la Administración Estatal de Asuntos Religiosos de China emitió un proyecto regulatorio titulado Medidas para la gestión de la información religiosa en Internet, el cual estipula que “ninguna organización o individuo, incluidos aquellos autorizados, podrán transmitir o difundir actividades religiosas, entre las que se incluyen rezar, quemar incienso, rendir culto o recibir el bautismo en línea, en forma de texto, foto, audio o video”.
Al mes siguiente de la publicación del documento, los creyentes de toda China recibieron mensajes de advertencia en los que se les decía que no debían utilizar palabras sensibles, tales como «amén» o «Jesús» en salas de chat y grupos en línea, y se les prohibía publicar versículos de la Biblia o enlaces relacionados con religiones. De lo contrario, sus comunidades en línea serán prohibidas y serán convocados por las autoridades.
La información religiosa siempre ha sido uno de los objetivos de la censura en línea del Partido Comunista Chino (PCCh). En un documento interno del Gobierno publicado por la liga Hinggan, una subdivisión a nivel de prefectura de la Región Autónoma de Mongolia Interior, y expuesto por Bitter Winter, se les exige a las autoridades locales garantizar «la gestión estricta de la información religiosa publicada en Internet». Los mismos deben utilizar «oficiales de información religiosa en línea» y desarrollar un plan cohesivo tendiente a controlar la opinión pública mediante la investigación de todas las actividades religiosas en línea.
Notificaciones gubernamentales en las que se prohíbe celebrar reuniones religiosas en línea (proporcionada por una fuente interna).
Numerosos creyentes han sido sancionados por violar estos estrictos requisitos relacionados con la censura. En diciembre de 2018, un predicador de la Iglesia de las Tres Autonomías procedente del condado de Yifeng, administrado por la ciudad de Yichun, en Jiangxi, volvió a publicar un video sobre la persecución religiosa llevada a cabo por el Gobierno, por el cual fue criticado públicamente y se vio obligado a escribir una declaración de autocrítica.
En septiembre del año pasado, la policía investigó a una internauta procedente de la provincia nororiental de Liaoning por subir una versión en inglés del Corán. Se la interrogó sobre sus afiliaciones religiosas y los motivos que tuvo para hacerlo, y todas sus publicaciones en línea fueron verificadas para obtener más información religiosa sobre la misma. La mujer fue obligada a escribir las llamadas declaraciones de arrepentimiento y garantía.
“Nuestros pastores nos dijeron que no publicáramos ningún mensaje relacionado con la religión, de lo contrario, la policía nos arrestará», le dijo a Bitter Winter un miembro de la Iglesia de las Tres Autonomías procedente de la Nueva Zona de Jinpu de la ciudad de Dalian, en Liaoning.