Fuente: Associated Press
Associated Press informa que, desde la primavera pasada, autoridades chinas en la región de Sinkiang han encarcelado a grandes cantidades de musulmanes chinos en campos de reclusión, donde a los detenidos se les obliga a renegar de sus creencias islámicas, criticarse a sí mismos y a sus seres queridos, y darle gracias al Partido Comunista en el poder. Aquellos que lo hacen con mayor docilidad son recompensados y los que se niegan a hacer lo que les dicen, son castigados con confinamiento solitario, golpes y privación de la comida.
El Departamento de Estado de los Estados Unidos estima que los que están siendo retenidos en los campos “son por lo menos unos diez mil”. Una televisora de Turquía dirigida por exiliados de Sinkiang dice que al menos casi 900 000 fueron detenidos, citando documentos del gobierno filtrados.
Los campos se han multiplicado rápidamente durante el año pasado, casi sin procesos judiciales o papeleo legal. El programa de reclusión busca reconfigurar el pensamiento político de los detenidos, borrar sus creencias islámicas y rehacer su misma identidad personal. Una comisión de los Estados Unidos sobre China consideró a la campaña de detenciones de Sinkiang como “el más grande encarcelamiento de una minoría en el mundo actual”.
Los oficiales chinos han evitado por todos los medios hablar sobre los campos, pero algunos son citados por los medios del Estado diciendo que los cambios ideológicos son necesarios para combatir el separatismo y el extremismo islámico. Cuando se le pidió hablar de los campos, el ministro de relaciones exteriores chino dijo no haber oído nada de la situación. Este mes, el fiscal general de China, Zhang Jun, urgió a las autoridades de Sinkiang a convertir lo que el gobierno llama “transformación a través de la educación” en un “esfuerzo total” para combatir el extremismo.