Daniel H. Williams es profesor de patrística y teología histórica en el Departamento de Religión de la Universidad Baylor en Waco, Texas. Williams, que es autor o editor de seis libros, también ha estado activo en la enseñanza en China desde el año 2006. Ha impartido conferencias en cinco importantes universidades en China continental, ha fungido como orador plenario en conferencias del Instituto de Verano de la Universidad Popular China y ha publicado varios artículos en el Journal for the Study of Christian Culture. En el verano de 2009 fue profesor visitante en la Universidad Popular en Pekín. Su libro Retrieving the Tradition fue traducido y publicado en 2011 por China Social Sciences Press y fue reimpreso en 2016. Actualmente es codirector del Centro de Helenismo y Antigüedad Tardía en la Universidad de Shandong en Jinan.
Los conocimientos del profesor Williams acerca del cristianismo primitivo en China van mucho más allá de la historia y la arqueología. Su trabajo demuestra que el cristianismo no es una religión “extranjera” en China y que, de hecho, llegó a China antes de llegar a algunos países europeos “cristianos”. Ya que el carácter “no chino” del cristianismo es un eterno argumento favorito de la propaganda anticristiana en China y una justificación de por qué debería tenerse a los cristianos bajo una estrecha vigilancia y limitarlos en sus libertades religiosas, el trabajo del profesor Williams es tanto oportuno como relevante para los temas que diariamente tratamos en Bitter Winter.
Profesor Williams, hay una cierta propaganda que muestra al cristianismo como una religión “extranjera” en China. Usted ha estudiado el llamado monumento nestoriano que se erigió en el año 781 cerca de Xi’an, en Shaanxi. ¿Cree usted que el monumento invalida esta teoría?
Es fácil exagerar la importancia del monumento. Sin embargo, tampoco debería de subestimarse. El monumento fue redescubierto en el año 1623 y ha desempeñado un papel históricamente activo desde ese primer redescubrimiento. En abril de 1690, los esfuerzos de los jesuitas en China, casi un siglo después de que el misionero jesuita italiano Matteo Ricci (1552-1610) entrara por vez primera al país, aún seguían buscando obtener la confianza absoluta del emperador en Pekín. Los cristianos chinos habían sido encarcelados recientemente en la provincia de Shantung (Shandong) como seguidores de un culto falso y sedicioso. Varios jesuitas franceses expresaron la esperanza de que fueran liberados a través de un oficial manchú de la corte, Xao X’ang. A pesar de los argumentos de los jesuitas en una entrevista que tuvieron con él, el emperador se rehusó a verse involucrado. Fue entonces que Xao (y no los sacerdotes) señaló al emperador que el monumento en Xi’an-fu “era un testimonio de que en tiempos pasados el cristianismo había florecido en China y había sido tratado de forma honorable por sus predecesores”. Aparentemente, esa declaración despertó tanto la curiosidad imperial que solicitó una copia de la inscripción del monumento. De ahí en adelante, el emperador adoptó un trato más indulgente hacia los cristianos en general.
Un año más tarde, el hermano menor del emperador visitó a los mismos sacerdotes con preguntas sobre el cristianismo. Específicamente, les pregunto si la religión que ellos representaban no era la misma que la que había entrado a China en el pasado. Los jesuitas dijeron que sí era la misma y explicaron que el monumento de Xi’an-fu era prueba de este hecho. Esto fue la base de una solicitud renovada para que el gobierno protegiera a los creyentes cristianos. Fue un año después de este evento que se emitió el Edicto de Tolerancia el 22 de marzo de 1692 por parte del emperador Kangxi (1654-1722) de la dinastía Qing donde se reconocía a la Iglesia católica romana, se prohibían los ataques a sus iglesias y misiones y se legalizaba que el pueblo chino practicara el cristianismo.
¿Quiénes eran exactamente estos nestorianos?
Una iglesia que está luchando por su supervivencia actualmente, la Iglesia de Oriente —a la cual, erróneamente, a menudo se le da el nombre de Iglesia nestoriana— tuvo la distinción de llevar el Evangelio a lo largo de la más grande extensión de territorio en la historia de la Iglesia; ciertamente, una extensión mucho más grande que la que abarcaron las iglesias bizantina y romana. Para finales del siglo III, el cristianismo había llegado a parte de Arabia y a la parte noroeste de la India. Un siglo después pueden encontrarse cristianos en Khorassan (este de Irán) convirtiendo a grupos tribales turcos que se habían trasladado a la región que actualmente se conoce como la parte norte de Afganistán y la parte sur de Uzbekistán. Las iglesias en el Oriente habían comenzado a formar su propia identidad en idiomas y culturas distintas a las de la Iglesia en Alejandría, Éfeso, Calcedonia o Constantinopla.
Aparte de las más evidentes diferencias de geografía e idiomas, la Iglesia de Oriente evolucionó con sus propias características eclesiásticas/políticas. Esta rama de la fe católica jamás tuvo un apoyo logístico “constantino” o consiguiente de largo plazo. Su Iglesia tampoco llevó jamás la carga de convertirse en una teocracia. No tenemos ejemplos de que el cristianismo se convirtiera en una religión de “Estado” en Asia Central. Aunque había reyes y emperadores en Persia, en Bactriana, China y Mongolia que en ocasiones toleraban o incluso apoyaban su misión, los cristianos sufrieron décadas de persecución con el desafortunado resultado de que su documentación histórica no tiene la misma riqueza de recursos que las iglesias latinas y griegas. Por ende, la Iglesia de Oriente jamás utilizó la fuerza o las restricciones políticas para extenderse. Simplemente continuó a lo largo de las principales rutas comerciales, sirviendo a pequeñas comunidades de fe, quienes hablaban sogdiano —la lingua franca de las Rutas de la Seda—, así como uigur, turco antiguo, ongut y chino. Parece que utilizaron el siriaco en muchas de sus expresiones litúrgicas, pero el cristianismo (a diferencia del islam) nunca se apegó a un solo idioma. A lo largo de su historia, las Escrituras cristianas jamás se han vinculado a una sola lengua.
Para principios del siglo IV ya había sedes metropolitanas en la península arábiga, en la doble ciudad de Seleucia-Ctesifonte, la antigua capital persa (que se encuentra a 19 millas al noroeste de Bagdad), en Arbela y Basora (también en Irak), en Merv (o Marv) (en Turkmenistán), en Terán, en Herat (en la parte occidental de Afganistán) y en Sistán (parte este de Irán), que se habían establecido para el año 424, cuando muy tarde. No más allá del siglo VI un testigo cristiano se había establecido en la parte occidental de China: con el tiempo, se establecieron diócesis metropolitanas en Xi’an y en Pekín, olvidadas hace mucho tiempo.
Sin duda, las múltiples regiones geoetnográficas donde la expresión y las prácticas cristianas existían habrían variado entre sí, quizá de una manera significativa como para que el cristianismo se adaptara a las costumbres e idiomas de localidades específicas. Al mismo tiempo, deberíamos esperar similitudes esenciales en cuanto a liturgia, teología, etcétera, entre las iglesias en Irán y en la parte occidental de China. No solamente porque existen similitudes fundamentales inherentemente compartidas, sino debido a la extensa red que se mantenía entre obispos y obispos “metropolitanos” (obispos de área). Quizá más que cualquier otro medio, la comunicación cruzada y la comunión fueron los elementos más fuertes para preservar la continuidad de la fe y la práctica.
Y, una vez más, el monumento nestoriano de Xi’an parece ser particularmente importante. ¿Podría proporcionar más detalles?
Hay muy poco que decir sobre el redescubrimiento del llamado “monumento nestoriano”, excepto que nos proporciona información única sobre el cristianismo que ya había llegado y estaba llegando a China y que no puede encontrarse en ninguna otra parte en textos históricos o inscripciones en piedra. Algunos historiadores se apresuran a limitar el tamaño y el alcance de la influencia cristiana primitiva en China. Sin embargo, ¿quién habría adivinado la naturaleza de su recepción, la profundidad de su participación y difusión sin el monumento? También había familias influyentes y jefes del ejército que eran partidarios del nestorianismo y proporcionaron un enorme apoyo a su promoción en la sociedad de la dinastía T’ang. Los nestorianos llegaron a China en una época muy favorable para la propagación de religiones extranjeras. Antes del año 635 d. C., muchos comerciantes de origen persa vivían en Xi’an y sin duda había nestorianos entre ellos. Cuando aumentaron en número, el obispo Alopen dirigió una misión que llegó a la ciudad capital de la dinastía T’ang China, para servir a la comunidad nestoriana que vivía ahí. Alopen y su equipo fueron recibidos calurosamente por parte de la corte de la dinastía T’ang, se les otorgó permiso para traducir sus sutras y enseñar su doctrina. Esto estaba en sintonía con la amplia política de tolerancia y el interés por parte de la dinastía T’ang de promover las religiones extranjeras. Cuando Alopen llegó a Chang-an, los budistas —que habían competido con el taoísmo y el confucionismo para obtener seguidores en la sociedad T’ang— ya tenían cinco siglos de crecimiento sucesivo en China. El complejo escenario religioso de la sociedad T’ang —donde el budismo, el taoísmo y el confucionismo dominaron la escena religiosa por siglos— significó que los nestorianos no llegaron a China cuando había un vacío filosófico y espiritual.
En el año 638, Alopen, con la ayuda de auxiliares chinos, completaron el primer libro cristiano en ese idioma: The Sutra of Jesus the Messiah (El sutra de Jesús el Mesías). No era una traducción sino, más bien, una adaptación libre para satisfacer las necesidades de las iglesias en Xi’an. Los académicos indican que probablemente el original estaba en idioma persa o sogdiano, y no en siriaco. El término “Uo-li-si-liam”, por ejemplo, parece ser una transliteración de Jerusalén en lengua persa.
En este primer libro cristiano en chino, Alopen puso gran empeño en mostrar que el cristianismo no contenía nada subversivo para las antiguas tradiciones de China. Señaló que la lealtad al Estado y la piedad filial hacia los padres no eran contrarios a la enseñanza cristiana. El retrato del emperador T’ai Tsung (627-649), tal como se desprende del monumento nestoriano del año 781, se pintó, de hecho, en la pared de la iglesia monástica nestoriana, mismo que nos recuerda el retrato del emperador Justiniano (483-565) en la iglesia bizantina de Rávena.
Sin embargo, este clásico chino primitivo no era meramente una apología a favor del cristianismo. Era una introducción a la fe cristiana. La vida de Cristo desde su nacimiento hasta su pasión fue presentada por vez primera a los lectores chinos. Existen buenas razones para creer que habían varios monasterios nestorianos fuera de Chang-an. En Loyang se erigió un monasterio nestoriano en el distrito de Shau-hsien, y debió haber habido monasterios nestorianos también en Tuan-huang, Ling-wu y, tal vez, en Szechuan.
Y, sin embargo, poco tiempo después, el cristianismo nestoriano fue eliminado de China, o eso es lo que leemos en varios libros de texto. ¿Qué fue lo que ocurrió exactamente?
Es bien sabido que el cristianismo nestoriano sufrió un grave revés durante el reinado de la emperatriz usurpadora Wu (624-705), una mujer de gran energía y habilidad. En el año 690 se proclamó a sí misma como la fundadora de una nueva dinastía Chou. Con la caída de la dinastía T’ang hubo un rápido declive del nestorianismo en China. Se reportó que en el año 1986, un monje de Najran que había sido enviado por el patriarca nestoriano a China dijo: “El cristianismo está extinto en China; los cristianos nativos han perecido de una forma u otra; la iglesia que tenían ha sido destruida y solamente queda un cristiano en el territorio”. No obstante, históricamente se ha puesto demasiado peso sobre este único testimonio y no debería tomarse seriamente como un informe preciso sobre toda la Iglesia nestoriana china.
Algunas personas insisten en que la Iglesia nestoriana fue una iglesia de expatriados persas y del centro de Asia. Como resultado, se argumenta que no fue una forma china de cristianismo y que eso no prueba que el cristianismo tenga raíces antiguas en China. ¿Cómo respondería usted a esta objeción?
El hecho mismo de que la liturgia religiosa del monumento nestoriano se escribiera en chino es suficiente para mostrar que debió haber habido un número de chinos en las congregaciones nestorianas. Además, en la persecución de religiones que se llevó a cabo en el año 845 descubrimos que, además de monjes extranjeros de origen persa y del centro de Asia había diversos monjes chinos que servían en la Iglesia nestoriana. Al igual que los budistas y los taoístas, a ellos también se les conminó a que regresaran a la vida laica y retomaran sus actividades originales y pagaran impuestos. No se sabe hasta qué grado el cristianismo sobrevivió en China, pero la erradicación de cualquier secta religiosa es notoriamente difícil. No existen preguntas sobre su presencia en Asia Central. Escritores siriacos e historiadores musulmanes primitivos mencionan a comunidades cristianas en Asia Central. En el siglo XIII, cuando Rabban Sauma (ca. 1225-1294) viajó desde China por toda Asia Central en su camino hacia Occidente, reportó sobre las comunidades cristianas con las que se quedaba. También en el siglo XIII se registró una reunión entre un líder cristiano (Tarsā) y el taoísta Changchun (1148–1227) durante los viajes de este último por Asia Central para conocer a Gengis Kan (r. ca. 1162-1227).
Nuestro conocimiento de la Iglesia de Oriente en China ha aumentado gracias a diversos textos cristianos en chino hallados en Dunhuang entre una gran pila de textos budistas. Estos documentos probablemente vinieron de un monasterio cristiano en Dunhuang (antiguamente, Shazhou). Incluyen himnos y sermones. Los últimos claramente fueron compuestos para una audiencia china utilizando material escritural en siriaco, pero no son traducciones literales. Su principal propósito era mostrar a las autoridades confucianas que el monoteísmo cristiano era filosóficamente sólido y que los cristianos se apegaban a los más elevados principios morales y éticos.
Y los lazos entre China y Samarcanda eran, por lo menos, continuos e importantes. ¿Qué hay de los cristianos ahí?
Samarcanda parece haber sido el principal centro de la Iglesia de Oriente en Asia Central al momento de la llegada de los cristianos sirios orientales a la capital china de Xi’an en el año 635. Pudo haber habido un centro metropolitano más lejos al este en Kashgar (Kāshi) hacia el siglo VIII o IX, pero no fue sino hasta el siglo XII que tuvimos la confirmación de uno. Aunque no se ha descubierto ninguna construcción cristiana en Samarcanda, Marco Polo (1254-1324) reporta haber visto una iglesia rotonda dedicada a Juan Bautista cuando visitó la ciudad en 1272. El alto oficial armenio Sempad (1208-1276) también había visitado la ciudad en el año 1248 y describe haber visto una iglesia en la que vio una pintura de Jesús y los tres Reyes Magos.
En Urgut, que se localiza a 40 km al sur de Samarcanda en Uzbekistán, se han encontrado diversas inscripciones en piedra escritas en siriaco y con cruces talladas que datan del siglo IX. Recientes excavaciones arqueológicas en los alrededores han revelado una estructura que ha sido identificada como una construcción cristiana que podría ser el lugar donde se encontraba un monasterio descrito por el cronista musulmán Ibn Hawqal (?-978) cuando visitó el área alrededor del año 969. Escribe: “Cerca de Samarcanda se ve un monasterio de los cristianos donde se reúnen y tienen sus celdas. Me encontré con muchos cristianos procedentes de Irak, quienes se mudaron aquí debido a que es una ubicación buena y remota y debido al clima saludable”. También al sur de Samarcanda, procedente de la ciudad heftalita de Penjikent, en Tayikistán, se encuentra un ostracon del siglo VIII con líneas de la versión peshita de los Salmos, escritas en siriaco. Y en Termez en Uzbekistán, cerca del río Oxus, arqueólogos descubrieron dos iglesias y un bautisterio.
¿Algunos descubrimientos arqueológicos sugieren una conexión con China?
Sí, y por supuesto, habrá más descubrimientos en el futuro. En 1995, el himno cristiano “Gloria in excelsis Deo”, que se escribió en sogdiano alrededor del siglo VIII, se localizó en Turfán. Sabiendo que el sogdiano fue una de las principales lenguas de las Rutas de la Seda es probable que este documento llegara a China y fuera utilizado por una congregación cristiana. Una versión china del himno también se tradujo del siriaco.
En 2009, el descubrimiento de un sitio cristiano en China se ha verificado como un sitio histórico de la Iglesia Asiria de Oriente en China (una vez más, los llamados nestorianos). En las Grutas de Longmen en la provincia central de Henán se encontró un depósito para las cenizas y los huesos de los cristianos. Se describe como un nicho en una pared de piedra con una cruz arriba de él.
Tal vez algunas personas consideren que esto es importante únicamente para los historiadores y los arqueólogos. Usted parece sugerir que estos descubrimientos arqueológicos importan para el presente del cristianismo en China. ¿Podría explicar por qué?
Sí, está costando trabajo que se entiendan las implicaciones de estos descubrimientos. Cada vez que el cristianismo se identifica como un fenómeno occidental que, de hecho, es ajeno al suelo chino, se propaga todavía más una mitología que ha prevalecido durante mucho tiempo. Se trata de una mitología que sirve para debilitar cualquier lazo entre la China moderna y la antigua presencia cristiana. Sin embargo, la mitología se alimenta mejor de medias verdades o de interpretaciones históricas que proporcionan evidencias inconclusas, como la de que el cristianismo primitivo fracasó finalmente en China porque nunca se integró lo suficiente con el pueblo chino. Esto es, el Ta’Xin permaneció demasiado ajeno y misionero como para volverse chino. Por supuesto, este es un punto que de todos modos es difícil de comprender de manera concluyente. El único lugar en el mundo donde el cristianismo no es extranjero es Jerusalén.
Un punto de vista opuesto, algunas veces conectado a la “mitología”, es que después del siglo VIII el cristianismo se volvió demasiado sincrético y adoptó términos, imágenes simbólicas, etc. budistas o taoístas. Las iglesias finalmente perdieron su propia identidad a medida que se esforzaron por ser asiáticas. Además de la falta de evidencias para semejante punto de vista, es un error asumir que las estrategias sincréticas deben padecer el eclipse de su identidad original. La prevalencia de los maniqueos en Asia es un buen ejemplo. Duraron más tiempo en contextos asiáticos que en el Imperio romano a pesar de su afición por absorber costumbres religiosas en cuanto a vestimenta y prácticas de los budistas u otros a su alrededor, pues era simplemente cuestión de cuál era el clima geográfico, social y político que encontraban donde su fe cristiana pudiera florecer de la mejor manera.
¿El hecho de que este cristianismo fuera perseguido no debería llevarnos a concluir que se percibía como extranjero e incompatible con el ethos chino?
De hecho, otro elemento mitológico es que como supuestamente el cristianismo fue expulsado de China por dinastías posteriores o por la persecución, esto indica que no debió haber sido compatible para el pueblo chino. Podríamos vernos tentados a pensar que las fes cristianas que vinieron mucho después con los holandeses, los ingleses, los estadounidenses y otros son simplemente otra corriente que está tratando de privar a China de su verdadera identidad y cultura. En respuesta, yo quisiera afirmar que los cristianos provenientes de Europa y de Norteamérica tuvieron su origen en el cristianismo que comenzó en el Imperio romano, y una gran parte de este se convirtió en lo que se denomina “occidental”. Los cristianos que llegaron a China y que sufrieron la persecución y la pérdida religiosa tuvieron su origen en una raíz de la genealogía cristiana distinta pero paralela; esto es, la persa, la siria y la árabe. Es a estos lugares a los que se refiere el “Ta-Xin” del monumento nestoriano.
Otra teoría es que los cristianos chinos, tan pronto como el islam se manifestó, se convirtieron a él en masa llevando a la cercana extinción del cristianismo, lo cual supuestamente prueba que el islam es menos extranjero para el ethos chino que el cristianismo. ¿Confirman esto los registros históricos?
Ningún académico reciente acepta esta perspectiva. Es necesario voltear a ver a Asia Central durante la Pax Mongolica para comprender que el cristianismo no fue totalmente eclipsado por el islam en el periodo comprendido entre los siglos VIII y XII. A principios del siglo XIII varias tribus asiáticas tuvieron a los cristianos entre ellos. Entre estas tribus se encontraban los naiman, los merkit, los ongut, los kerait, los tangut y los kara kitai. No obstante, cualquier sugerencia de que tribus enteras se habían convertido al cristianismo debería tratarse con precaución. Desde mediados del siglo XIII hemos oído hablar de que había cristianos entre los mongoles a partir de reportes de emisarios papales y comerciantes que viajaban por Asia Central a la corte del Gran Kan. En particular, los misioneros latinos Giovanni da Pian del Carpine (1182-1252) y Guillermo de Rubruck (c. 1220-1293), a su llegada entre los mongoles, reportan sobre su tolerancia religiosa y la influencia de cristianos “nestorianos” que vivían en tierras mongolas. Supuestamente, Rubruck cuenta cómo atestiguó el bautizo de sesenta personas en la víspera de Pascua y que en la iglesia cerca de Karakorum los “nestorianos” celebraban la eucaristía. Ciertamente, a medida que el poder mongol se debilitó, la situación para los cristianos se volvió mucho más precaria. Sin embargo, escuchamos una vez más cómo los cristianos occidentales se encontraron con los cristianos asiáticos y que los últimos todavía existían en cantidades suficientes como para que se hicieran reportes sobre sus iglesias.
En conclusión, ¿diría usted que todo el mundo debería aceptar ahora como un hecho que el cristianismo no es una reciente importación a China sino que ha estado ahí desde tiempos inmemoriales?
Lo que yo diría es que a pesar de las grandes distancias que las separan de sus tierras espirituales, las comunidades cristianas florecieron a lo largo de Asia Central y China. Que así haya sido es un testimonio de su fortaleza y de su sentido de identidad como minorías en entornos hostiles. El cristianismo siempre fue una religión minoritaria en estas zonas y, sin embargo, su mensaje y su influencia ciertamente fueron reconocidos por diversos gobernantes a lo largo de los siglos. Decir que los jingjiao, los nestorianos chinos, se extinguieron es imposible de probar; no obstante, se asume ampliamente. Es igualmente posible que el remanente del cristianismo asiático más antiguo haya sido lentamente asimilado por las misiones europeas que siguieron entrando a Asia y a China a lo largo de los siguientes siglos. Si esta es una forma precisa de exponer la situación, entonces no ha de sorprendernos que quede poco de los Jingjiao o del cristianismo “nestoriano”. No obstante, seguirá siendo un hecho histórico que las raíces de la presencia china del cristianismo se remonten a la antigüedad. Si algunos chinos dicen que el cristianismo es ajeno a China, entonces es igualmente apropiado decir que es ajeno también a todo Occidente. El mensaje cristiano llegó a Irlanda más o menos al mismo tiempo que entró a China. Debemos reconocer que el cristianismo tiene una herencia antigua en Occidente al igual que en Oriente. En todo caso, la diferencia entre ambos es que la “luz” cristiana se está extinguiendo lentamente en Occidente, mientras que en Oriente, puede que sea perseguida, pero está creciendo rápidamente y teniendo un impacto en la cultura china.