No se les permite tener sus propios lugares de adoración ni unirse a los lugares de adoración chinos. Además, han sido puestos bajo vigilancia y son blanco de investigaciones secretas.
por Gu Xi
La intensa represión del Partido Comunista Chino (PCCh) hacia los lugares de adoración que tienen lazos con el extranjero con el pretexto de “impedir la infiltración extranjera a través de la religión” también tiene un impacto en la vida de los estudiantes internacionales en China.
Un grupo de más de 80 estudiantes africanos de una ciudad en la provincia nororiental de Liaoning contó a Bitter Winter que les había costado trabajo encontrar un lugar donde practicar su fe.
En septiembre, la persona a cargo de la iglesia de las Tres Autonomías a la cual habían asistido originalmente recibió una orden del Gobierno donde se prohibía a los extranjeros participar en reuniones en la iglesia.
Los estudiantes no podían entender el razonamiento del Gobierno: “Simplemente queremos tener un lugar donde congregarnos”, dijo con descontento uno de los estudiantes.
“En nuestro corazón, no estábamos dispuestos a ver que se fueran”, dijo un creyente chino de la iglesia. También reveló que, en un simposio sobre “infiltración antirreligiosa” que llevó a cabo el Gobierno local en el mes de agosto, los funcionarios preguntaron a la persona a cargo de la iglesia si los estudiantes estaban llevando a cabo actividades relacionadas con el extranjero. Los estudiantes internacionales fueron expulsados de la iglesia poco tiempo después.
El Gobierno también presionó o amenazó a otros sitios de reunión cristianos. Cuando los estudiantes africanos solicitaron que se les permitiera asistir a reuniones en otra iglesia de las Tres Autonomías, también recibieron una negativa. Hasta la fecha, aún no han encontrado un sitio apropiado donde congregarse.
Más de 40 estudiantes africanos de una universidad en la provincia central de Hubei se encuentran en la misma situación. Desde octubre del año pasado, el sitio de reunión controlado por el Gobierno –donde asistían a reuniones– recibió amenazas en repetidas ocasiones por parte de funcionarios gubernamentales que exigieron al director de la iglesia que expulsara a los estudiantes internacionales.
Los estudiantes ahora se ven forzados a practicar su fe en secreto y a disfrazar sus reuniones como si fueran fiestas de cumpleaños.
Uno de los estudiantes dijo que no entendía cómo el Gobierno podía afirmar que hay “libertad de creencias en China”. “No entiendo por qué los gobernantes de China no permiten a los extranjeros llevar a cabo reuniones religiosas”, dijo el estudiante, desconcertado. “Esto nos ha obligado a practicar nuestra fe en secreto”.
En medio de las crecientes represiones hacia los grupos religiosos que tienen vínculos con el extranjero, los estudiantes y maestros internacionales están sometidos a un control aún más estricto. Bitter Winter obtuvo documentos emitidos por universidades en las provincias de Heilongjiang, Jilin, Henán y otras partes, todos los cuales requirieron que se intensificara la vigilancia de los estudiantes y maestros internacionales y se investigara su condición religiosa. De igual modo, los documentos llaman a que se lleven a cabo revisiones estrictas de los procedimientos de contratación del personal de enseñanza extranjero y de las actividades de intercambio académico de las escuelas relacionadas con el extranjero.
Un administrador de una universidad en Jiujiang, una ciudad de nivel prefectura en la provincia suroriental de Jiangxi, dijo que, en apariencia, el Gobierno trata a los estudiantes africanos de una forma muy decente, pero que, en realidad, los monitorea en secreto. “Si se descubre que alguna persona es demasiado cercana a ellos, ambas partes serán vigiladas e investigadas. Sin embargo, la mayoría de los estudiantes africanos no tienen la menor idea de que están siendo monitoreados”, explicó el administrador.
“Tan pronto se descubra que los estudiantes africanos asisten a reuniones en iglesias domésticas o que difunden el evangelio a otros estudiantes, serán expulsados de la escuela”, continuó el administrador, y añadió que la escuela ya expulsó a un estudiante africano por difundir el evangelio a sus compañeros de clase chinos. Posteriormente, el estudiante fue deportado a su país de origen.
En septiembre, a un profesor surcoreano, que previamente trabajó en una universidad en la ciudad de Yanji de Jilin, no se le permitió regresar a China porque en octubre de 2018, después de irrumpir en un sitio de reunión cristiano en la calle Chaoyang de la ciudad, la policía descubrió que él y otros maestros surcoreanos asistían a la iglesia. Algunos de los maestros fueron deportados posteriormente.