Un libro escrito por el politólogo estadounidense Carsten Vala responde a la pregunta de por qué algunas Iglesias domésticas son “toleradas” y otras son perseguidas en China.
por Massimo Introvigne
Las Iglesias domésticas protestantes son diferentes a los grupos catalogados como xie jiao o “enseñanzas no ortodoxas” en China. Estar activo en una xie jiao es un delito que, de acuerdo con el Artículo 300 del Código Penal Chino, se castiga con una pena de cárcel que va de los tres a los siete años “o más” y el Partido Comunista de China (PCCh) no escatima esfuerzos en erradicar por completo estos grupos y en perseguir sin misericordia a sus miembros. Las Iglesias domésticas son grupos protestantes que se niegan a unirse a la Iglesia de las Tres Autonomías controlada por el Gobierno. Teóricamente son ilegales, pero participar en sus actividades no es un crimen en sí mismo y han sido, alternadamente, toleradas y reprimidas por el PCCh en los últimos cincuenta años. Dicho de forma más precisa, algunas Iglesias domésticas han sido más o menos toleradas mientras que otras han sido perseguidas. ¿Es esto simplemente algo impredecible y caprichoso o el PCCh sigue ciertos criterios a la hora de determinar qué Iglesias domésticas deben ser elegidas para su persecución?
Esta es la pregunta que Carsten T. Vala, presidente del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Loyola de Maryland, trata de responder en su libro The Politics of Protestant Churches and the Party State in China: God Above Party? (La política de las Iglesias protestantes y el Estado unipartidista en China: ¿Dios por encima del partido?, Londres y Nueva York, Routledge, 2017), un importante estudio para todas aquellas personas interesadas en el movimiento de Iglesias domésticas y su relación con el PCCh.
Vala señala que el tema es altamente polémico entre los académicos occidentales que estudian China, así como entre los boletines cristianos que apoyan a las Iglesias domésticas desde Occidente. Algunos siguen un modelo de “dominación-resistencia”, el cual describe cómo el objetivo del PCCh consiste en reprimir a la religión en general y, tarde o temprano, se encuentran pretextos para reprimir a las Iglesias domésticas. Si algunas escapan a esto, se debe ya sea a su valiente resistencia o al hecho de que existen huecos y áreas de ineficacia (o ambas cosas) —que algunos estudiosos describen como “grietas” en las cuales se pueden esconder algunas Iglesias domésticas— en la máquina represora del PCCh. Sin embargo, otros estudiosos prefieren un modelo de “negociación”, según el cual al PCCh no le conviene adoptar una lucha generalizada con millones de creyentes de las Iglesias domésticas y, a menos que el Partido percibiera que una Iglesia doméstica representa una amenaza inmediata, constantemente se negocian y renegocian tensas treguas y acuerdos. China Aid es un boletín occidental que sigue el modelo de dominación-resistencia, mientras que ChinaSource publicita y promueve el modelo de negociación.
Vala encuentra elementos de verdad en ambos modelos y propone un camino medio. Está de acuerdo con el hecho de que la máquina represora del PCCh no es perfecta. A diferencia del aparato de seguridad que trata con Falun Gong y las xie jiao, las diferentes agencias del PCCh que vigilan y reprimen a las Iglesias domésticas tienen poco personal y sus burócratas a menudo están mal pagados y desmotivados. Sin embargo, esto por sí solo no explicaría porque algunas Iglesias domésticas escapan a la represión. Vala también hace referencia al famoso concepto chino de guanxi o relaciones personales, que puede ser más importante que las leyes. Algunos miembros de Iglesias domésticas son ricos, influyentes y están bien relacionados con funcionarios de alto rango del PCCh. Hasta cierto punto, estas relaciones guanxi pueden proteger a sus Iglesias de la represión.
Vala también propone un análisis de la Iglesia de las Tres Autonomías basándose primordialmente en el modelo de negociación. Él afirma que no todos los pastores y burócratas de la Iglesia de las Tres Autonomías comparten las mismas actitudes. Algunos, y, ciertamente, los líderes nacionales, son “leales”, quienes consideran los intereses del PCCh como primordiales, pero otros, particularmente en las áreas rurales, pueden tratar de navegar entre el PCCh y las comunidades cristianas locales. Mientras que los “leales” pueden estar totalmente en contra de las Iglesias domésticas, quienes se encuentran en la segunda categoría pueden tratar de proteger, al menos, a algunas de ellas. También se da el caso de que pastores de las Tres Autonomías y de Iglesias domésticas puedan cooperar activamente en contra de los grupos percibidos como “no ortodoxos” y clasificados como xie jiao, que convierten a miembros tanto de las Iglesias domésticas como de la Iglesia de las Tres Autonomías. Aunque Vala no menciona nombres, la Iglesia de Dios Todopoderoso es un evidente buen ejemplo.
No obstante, la pregunta permanece. A final de cuentas, algunas Iglesias domésticas sobreviven por décadas y otras son brutalmente reprimidas. ¿Qué explica el trato diferenciado? Vala utiliza la categoría de “transcripción pública” para designar una narrativa no escrita según la cual el PCCh puede estar listo para ser flexible y tolerar a algunas organizaciones teóricamente ilegales, mostrando, así, su supuesta disposición “benévola”, siempre que no crucen ciertas “líneas rojas”. El problema es que la narrativa, al no estar escrita, no especifica con exactitud cuáles son estas líneas rojas. La “transcripción pública” original, argumentó Vala, incluía tres líneas rojas para las Iglesias domésticas. En primer lugar, las Iglesias domésticas debían ser pequeñas, con solo unas cuantas docenas de miembros y no debían mostrar claras señales de crecimiento. En segundo lugar, debían permanecer aisladas de otras Iglesias domésticas y no debían tratar de establecer redes o federaciones que pudiera parecer que rivalizan con la Iglesia de las Tres Autonomías. En tercer lugar, debían evitar cualquier contacto con organizaciones protestantes extranjeras, ya que estos contactos se autorizan sólo si los maneja la Iglesia de las Tres Autonomías, e, incluso en este caso, deben ser aprobados por el PCCh caso por caso.
Gradualmente se incluyeron otras condiciones: las Iglesias domésticas toleradas jamás debían criticar al PCCh o a la Iglesia de las Tres Autonomías; debían informar a la policía y a otras autoridades tanto sobre sus miembros como sobre otras Iglesias domésticas. Debían denunciar implacablemente a las xie jiao cristianas como herejes y cooperar en la lucha contra ellas, y sus lugares de adoración debían ser discretos y no tener ningún letrero visible. Vala enfatiza que nada de esto garantizaba que se dejara en paz a las Iglesias domésticas, ya que los burócratas locales demasiado entusiastas podrían decidir siempre tomar medidas enérgicas en contra de ellas, pero ofrecían posibilidades razonablemente buenas de sobrevivir.
No obstante, la transcripción pública parecía ya no funcionar a principios del siglo XXI debido al surgimiento de las mega-Iglesias urbanas. Eran Iglesias domésticas con cientos e, incluso, miles de miembros. Trataron de respetar algunas de las líneas rojas. Por ejemplo, al menos algunos de sus pastores regularmente daban información a la policía; solían evitar cualquier crítica hacia la Iglesia de las Tres Autonomías y hacia el PCCh; solían llevar a cabo debidamente campañas en contra de las xie jiao y apoyar su represión y rezaban en lugares rentados sin ningún letrero religioso afuera. Sin embargo, aunque respetaban las condiciones adicionales impuestas por la transcripción pública, las mega-Iglesias cruzaron las tres principales líneas rojas no escritas. Evidentemente estaban creciendo. Se relacionaban entre sí y algunas incluso establecieron algo llamado Asociación de Pastores de Iglesias Urbanas Chinas, una organización nacional y potencial rival de la Iglesia de las Tres Autonomías, y sus pastores eran invitados a reuniones evangélicas internacionales tales como el Congreso de Lausana 2010 en Sudáfrica (aunque, al final, no pudieron asistir debido a que las autoridades chinas bloquearon sus pasaportes), a la cual, para añadir leña al fuego, la Iglesia de las Tres Autonomías no fue invitada.
Sorprendentemente, las mega-Iglesias sobrevivieron durante algunos años, de acuerdo con Vala, principalmente debido a que contaban con miembros adinerados e influyentes con extensas guanxi. No obstante, aquellos que creían que esta tolerancia duraría por siempre estaban equivocados. En 2009, el PCCh tomó medidas enérgicas contra dos de las más famosas mega-Iglesias urbanas, la Iglesia Misionera de Shanghái Wanbang (Todas las Naciones) y la Iglesia de Pekín Shouwang. La Iglesia de Shanghái fue liquidada en unas cuantas semanas, mientras que Shouwang organizó una resistencia sostenida, organizó reuniones al aire libre cuando ya no pudo rentar instalaciones para rezar, lanzó sitios web para informar al mundo de su situación y sobrevivió por varios años, aunque sus pastores y sus miembros fueron arrestados en repetidas ocasiones. Una buena parte del libro está dedicada a la pregunta de por qué Wanbang no pudo organizar la misma resistencia que Shouwang, y una de las respuestas es que existen más corresponsales extranjeros y observadores internacionales en Pekín que en Shangáai, lo cual hizo que el PCCh fuera más renuente a organizar medidas enérgicas visibles contra la religión en Pekín, lo cual se informaría en los medios extranjeros. Además, los pastores en Pekín eran políticamente más astutos. Al final, no obstante, también sucumbieron.
El surgimiento de las mega-Iglesias creó una crisis en la transcripción pública que el PCCh, la Iglesia de las Tres Autonomías y algunas Iglesias domésticas habían negociado tácitamente a finales del siglo XX. Algunos esperaban que, ya que las mega-Iglesias no criticaban al PCCh y a la Iglesia de las Tres Autonomías, aplaudían la erradicación de las xie jiao y, al menos algunos de sus pastores, estaban dispuestos a actuar como informantes ante la policía, entonces los burócratas del PCCh concluirían que no había nada que temer en lo relacionado con las Iglesias domésticas y adoptarían una actitud más abierta. Al momento de escribir su texto (2017), Vala advirtió que, de cualquier manera, las federaciones nacionales o los contactos con organizaciones extranjeras no serían tolerados, pero consideró diferentes escenarios posibles para el futuro. No obstante, después de que Vala escribió su libro, y mientras estaba en proceso de publicación, otras mega-Iglesias urbanas fueron liquidadas y se volvió evidente que la política religiosa de Xi Jinping tenía como objetivo obligar a todas las Iglesias domésticas a unirse a la organización de las Tres Autonomías. Vala también señaló que el PCCh considera a la religión como una causa fundamental de la caída de la Unión Soviética y otros regímenes comunistas en el siglo XX, y cree que la religión debería ser estrictamente controlada y limitada para impedir que la China comunista tenga el mismo destino. Todos estos factores no auguran un buen futuro para las Iglesias domésticas en China.