Musulmanes de Sinkiang que aún no han sido enviados a campamentos de “transformación por medio de educación” son forzados a vivir su vida según lo dicta el Partido Comunista para evitar ser arrestados. Adoctrinados y totalmente controlados, viven en condiciones parecidas a las de una cárcel.
El arresto de más de un millón de uigures musulmanes en Sinkiang ha tenido muchas consecuencias sobre sus familias y sobre el estilo de vida de toda la región. Quienes lograron escapar a la detención viven la vida de una forma precaria, sin sus seres queridos, privados de su fe y bajo estricta supervisión por parte de las autoridades que observan todos sus pasos.
De acuerdo con un residente musulmán de etnia hui, de una villa en el pueblo de Daquan, en el condado de Shawan, es obligatorio que los habitantes de las villas mayores de 18 años de edad asistan a las ceremonias de izamiento de la bandera de forma regular. El comité del Partido de la villa dirige estas ceremonias y a los presentes se les exige que firmen su asistencia. También fuerzan a los residentes locales a cantar el himno nacional. Cualquier persona que no obedezca es enviada a las así llamadas “clases de estudio político”. Cuatro empleados del Gobierno han sido apostados en la villa para supervisar que los habitantes cumplan con la nueva orden.
Faltar a las ceremonias de izamiento en tres ocasiones puede dar pie a que una persona sea enviada a un campamento de “transformación por medio de educación”. Las autoridades publican una lista de los nombres de los ausentes y si el nombre de una persona aparece en ella, constituye tanto una advertencia como una amenaza. Si una persona no hace caso, es detenida y podría no ser liberada. La mayoría de los habitantes musulmanes de la villa no pueden darse el lujo de adoptar una postura ideológica, así que terminan obedeciendo las órdenes de las autoridades del PCCh.
Mientras tanto, en la prefectura de Hotan, a los musulmanes se les prohíbe que tengan motivos o símbolos relacionados con la fe islámica en sus hogares. Cualquier persona que sea descubierta violando esta regla es detenida y llevada a un campamento.
A los musulmanes no se les permite practicar su fe, ni siquiera en la privacidad de su hogar. De esta forma, las autoridades en Sinkiang han podido crear condiciones similares a las de una prisión incluso para los musulmanes “libres” que no pueden vivir su vida en sus propios términos.
Informado por Li Zaili