En 2013, las autoridades locales de la ciudad de Fuzhou, en Fujian, contrataron a delincuentes para agredir a aldeanos que luchaban por sus tierras.
por Lin Yijiang
En noviembre de 2013, el Gobierno local del pueblo de Minqing, en Fuzhou, intentó comprar más de un acre de tierra cultivable a un habitante del pueblo de Chipu, Liu Lichun, por una suma de 28 000 yuanes (o unos 4000 dólares). Querían utilizar el terreno para construir un parque industrial.
Sin embargo, el señor Liu se negó a vender sus tierras. Indignadas, las autoridades ordenaron la confiscación del terreno por la fuerza y mandaron al lugar una excavadora. También enviaron más de 100 delincuentes contratados, junto a personal armado de la policía, para agredir a los habitantes del pueblo en caso de que protestaran.
El anciano padre del señor Liu, para proteger sus tierras se apostó en medio de la parcela. Enseguida, los delincuentes le sacaron de la propiedad y se lo llevaron en una ambulancia.
No obstante, la esposa del señor Liu permaneció de pie en medio del terreno. Un matón le dio un puñetazo con tal fuerza que empezó a sangrar por la nariz. El funcionario local dijo a otros parientes de la familia: “Cualquiera que nos obstaculice se está resistiendo al Gobierno. Hoy, el Gobierno está aquí para intimidar a la gente. Si alguien intenta detenernos, le daremos una paliza”.
Arrestaron a la hija y al yerno del señor Liu por “operar ilegalmente una fábrica” y estuvieron quince días detenidos. Además, ordenaron a los matones llevarse las máquinas de coser industriales de la fábrica de maletas de la hija para castigar aún más tanto a ella como a su padre.